10 de septiembre 2023
El obispo auxiliar de la Arquidiócesis de Managua, monseñor Silvio José Báez, hizo un llamado a “los militares altaneros, corruptos y culpables de crímenes de lesa humanidad”; a “la policía que reprime, encarcela y tortura a inocentes”, “a los dictadores”, y a quienes por dinero se arrastran ante el poder, a cesar sus ataques y vejámenes en contra del pueblo nicaragüense.
En la homilía de este domingo diez de septiembre, monseñor Báez instó a los uniformados a que “dejen de amenazar a las voces libres que claman por justicia y, si alguna vez tuvieron fe, vuelvan a Dios, pidan perdón por sus delitos y cambien de vida”, después que la semana pasada, el jefe del Ejército Nacional, general Julio César Avilés, lanzara improperios y acusaciones contra la prensa independiente nicaragüense.
Báez añadió que “la voz profética se alza hoy contra los voceros del régimen y todos sus cómplices que por dinero se arrastran ante el poder para ser cómplices de la corrupción, servidores de la mentira y viles artesanos de ofensas. ¡Sientan vergüenza de su bajeza y, si alguna vez tuvieron fe, reconozcan que están equivocados, pidan perdón a Dios y cambien de vida!”.
Puede leer: Denuncian más de 1300 violaciones contra periodistas nicaragüenses en cinco años
Diosecillos mortales en tronos de barro
A los policías les recordó que “están para servir al pueblo, no para aplastarlo”, instándoles a respetar a la gente, y a no ser sumisos a órdenes inhumanas “La voz profética se alza hoy contra aquellos que merodean los templos para asustar y espiar a sacerdotes valientes que anuncian la palabra de Dios: ¡Reconozcan su servilismo y la inutilidad de su intento por acallar la voz de Dios. Pidan perdón al Señor, vuelvan a él y cambien de vida!”, clamó.
Basado en las enseñanzas del profeta bíblico Ezequiel, un israelita que padeció el exilio en Babilonia, unos seis siglos antes del nacimiento de Cristo, Báez dijo que es necesario “alzar la voz en nombre de Dios y llamar a la conversión a quienes son verdugos del pueblo y se han endiosado exigiendo ser obedecidos y adorados”.
De ahí que alzara su voz “para hablarle a los dictadores, invitándolos a reflexionar y a cambiar de vida: ¡Reconozcan sus graves delitos contra la vida y la justicia, respeten los derechos humanos, no priven al pueblo de sus libertades, liberen a los presos políticos, no atenten contra la educación y la cultura del pueblo, cesen en su criminal intento por destruir a la Iglesia, bájense de sus tronos de barro y permitan que la gente decida su futuro y construya su historia! Conviértanse a la justicia, vuelvan a Dios, pidan perdón y cambien de vida”.
Luego, al defender la misión profética de la iglesia, destacó que esa misión “es necesaria en la sociedad para mantener vivo el sentido de la verdad y las exigencias de la justicia, provocando cambios auténticos que favorezcan la vida y la dignidad de las personas”.