4 de septiembre 2023
Una investigación periodística de CONFIDENCIAL reveló que veinte generales, entre ellos el general de ejército Julio César Avilés que tiene 13 años consecutivos en el cargo, y dos mayores generales que integran la comandancia general desde hace seis años, forman parte del “tapón institucional” del Ejército de Nicaragua, en el que los ascensos en la carrera militar dependen de la discrecionalidad política del dictador Daniel Ortega, así como los retiros anticipados.
El politólogo Javier Meléndez, fundador del Instituto de Estudios Estratégicos y Políticas Públicas (IEEPP), cancelado por el régimen en 2018, considera que este sistema responde “al interés político de Daniel Ortega de establecer un mando basado en la lealtad política y partidaria”, contrario al desarrollo institucional que vivió el Ejército antes del ascenso de Ortega.
“El Ejército de Nicaragua es la única institución militar de Centroamérica donde el jefe del Ejército se reelige indiscriminadamente”, ejemplifica Meléndez, director de Expediente Abierto.
En una entrevista con CONFIDENCIAL y Esta Semana, Meléndez analizó las consecuencias de este “tapón institucional” para el proceso de ascensos en el escalafón militar. Si los generales de Ortega "taponean" la posibilidad de ascensos, “no sabemos hasta donde están lastimando e hiriendo a los otros oficiales”, porque la corrupción en el Ejército está demasiado extendida, advirtió Meléndez.
Con la primera reelección del general Julio César Avilés en 2015, se rompió el proceso del relevo militar en la Comandancia del Ejército de Nicaragua. ¿Tiene alguna consecuencia para el desarrollo de la institución militar que Avilés haya permanecido ya 13 años consecutivos en el cargo y seguirá al frente del Ejército al menos hasta 2025?
Lo que sucedió en el 2015 fue la culminación de lo que ya Ortega había dado como muestra ante años anteriores de querer capturar políticamente al Ejército de Nicaragua, bajo los criterios de un sistema que se contrapone completamente al desarrollo institucional que el Ejército había logrado, hasta el ascenso de Ortega.
Por supuesto, la reelección de Avilés marca claramente el deseo del dictador de enviar el mensaje que lo que él necesita es un Ejército con mandos completamente confiables y fiel a su proyecto, que devino en lo que estamos viendo ahora desde 2018.
La contrarreforma de Daniel Ortega
En 2014, la Asamblea Nacional, controlada por el FSLN, aprobó una reforma al Código Militar en la que eliminó la prohibición de la reelección del jefe militar que había sido establecida en 1994 en la etapa de profesionalización del Ejército. ¿Esa reforma era una necesidad institucional del Ejército? ¿La necesitaba el Ejército o es un interés político de Ortega?
De hecho, las reformas que necesitaba el Ejército, ahora sandinista, iniciaron en 1990, en un proceso un poco autogestionado, pero también con muchas discusiones políticas, estratégicas y de seguridad sobre el nuevo Ejército que necesitaba Nicaragua. Yo conocí a muchos especialistas en asuntos civiles-militares de América Latina en Estados Unidos, y reconocían que la evolución que había hecho la institución desde los noventa hasta la entrada de Ortega, era un ejemplo no solo hemisférico, sino global, de un ejército que evoluciona hacia una institución profesional. Y por supuesto que la entrada de Ortega y la legislación que se modifica en el 2014 son dos puntos vitales, con lo que Ortega reafirma su proyecto de contrarreforma institucional, de lo que venía haciendo el Ejército.
Esa misma reforma establece en uno de sus artículos que el servicio militar para los oficiales será de 45 años y que deben de tener hasta 65 años como edad máxima. Y dice que por interés institucional, el tiempo de la prestación del servicio puede ser extendido para los oficiales generales por el Presidente de la República y para el resto de los oficiales por el Comandante en Jefe del Ejército. ¿Para qué necesita este tipo de sistema una institución militar?
El Ejército de Nicaragua es la única institución militar donde el jefe del Ejército se reelige indiscriminadamente. No hay ni un solo país de Centroamérica con este escenario, porque la salida de los altos mandos de los oficiales de alta graduación de un ejército permite a la vez darle oxígeno y más profesionalización y más competencia sana a la oficialidad.
Indudablemente hay que analizar la situación de Nicaragua y el entorno de seguridad y defensa desde una perspectiva que son instituciones gestionadas a través del atropello consistente de las leyes. Ya Avilés excedió los 65 años, ya no tenía forma de reelegirse solo por el cambio mañoso que hizo Ortega con las leyes. Y sin duda, es una intención que tiene que ver menos con el desarrollo institucional y mucho más con la lealtad política y partidaria de subordinación a los intereses clientelares de la familia Ortega Murillo.
Los otros dos miembros de la Comandancia del Ejército, los mayores generales Bayardo Rodríguez, jefe del Estado Mayor y el inspector Marvin Corrales, ya tienen seis años consecutivos en su cargo. ¿Tiene esto un efecto en el proceso institucional?
Absolutamente, la aspiración de un oficial es ascender y ser promocionado. Si entras a una institución militar, entras a una academia militar con la aspiración correcta de ejercer un mando importante dentro de la institución.
Obviamente, cuando tienes los generales tapando la posibilidad de crecer como oficial y de aspirar a tener el mando de las instituciones como general de brigada, generas un daño institucional potente y desanimas internamente mucho a la alta oficialidad. El tema es que la corrupción del régimen Ortega Murillo ha sido como un cáncer que se ha esparcido en todos los niveles y en todas las instituciones.
Entonces, no sabemos con certeza hasta qué punto, un escenario donde los mandos "taponean" la posibilidad de ascensos está lastimando e hiriendo a los otros oficiales. Porque ya es tan corrupto el Ejército, está impregnado de tantos intereses mafiosos y compartidos por el régimen que realmente un probable escenario es que los oficiales no les interese esa situación de no ascenso y se sientan cómodos con las regalías y premios que les da Daniel Ortega por esa lealtad.
En un ejército normal de Centroamérica, América Latina, del hemisferio, sí sería un escenario de crisis institucional, sería un escenario que llevaría a que otros oficiales busquen algún tipo de cambio de timón para que no permanezca, esa inmovilidad, ese tapón ante la posibilidad de ascender. Pero en el Ejército de Nicaragua no sabemos.
La corrupción en el Ejército
Pero la nueva generación de oficiales que seguramente entraron al Ejército, también incentivados por esas reformas institucionales que se dieron a inicios de los 90, que se han formado en el Centro Superior de Estudios Militares, los tenientes coroneles, los coroneles. ¿Cómo afecta sus aspiraciones dentro de la carrera militar este tapón institucional, se puede percibir algún malestar de forma extraoficialmente?
Habría que entender mejor el nivel de corrupción o el nivel de satisfacción que tienen esos oficiales con los extras que pueden obtener a través de los negocios del ejército, o de su ubicación en embajadas, de su ubicación como vicedirectores, directores de instituciones. Hay varios coroneles retirados que fueron retirados, pero sin posibilidad de ascender en el escalafón profesional, pero que luego fueron puestos como directores o subdirectores en empresas estatales.
No hay ningún ejército en Centroamérica que tenga más oficiales activos participando en las instituciones del Estado y tampoco oficiales retirados recientemente. Y el otro escenario creo que es de que ya los oficiales como coroneles o tenientes coroneles, ante la imposibilidad de ascender, ante el tapón que le representa ese esquema que ha generado Ortega con Avilés, fueron retirados, se fueron de la institución y ahora se están buscando la vida, recibiendo su pensión del Fondo de Retiro del Ejército y seguramente tratando de hacer otra actividad y estando claros que fuera del Ejército hay una imposibilidad importante, aún con el descontento, de alzar la voz y pedir un cambio de las formas en la forma que se están haciendo las cosas.
La investigación periodística que ha publicado CONFIDENCIAL sobre el Ejército y la cúpula militar revela que además de Avilés hay 19 generales, de ellos dos son mayores generales. Los otros 17 generales de brigada fueron ascendidos por Daniel Ortega, ya tienen 13 años ejerciendo ese grado militar. A final de cuentas, ¿quién decide qué oficiales son reelectos promovidos en sus cargo y quiénes son mandados a retiro?
Seguro deben de haber dos mundos paralelos, el mundo en que se hacen las cosas formales, se documenta y se genera la evidencia de a quien le corresponde la oportunidad de ascenso a partir de los criterios de ser un buen oficial, de ejercer bien su cargo, de cumplir sus funciones asignadas, etc. Pero el otro mundo es el de Avilés, los tres generales de brigada y Daniel Ortega. Definir el ascenso o la posibilidad de permanecer en la línea de mando a partir de la lealtad partidaria y política. Eso es indudable. Ahí no hay no se va a filtrar un solo elemento que no tenga el antecedente suficiente de generar lealtad absoluta al régimen.
Cuando vi la lista de los 19 generales que forman parte de la de la plana mayor del Ejército, absolutamente todos tienen un antecedente de la guerra en los 80, fueron guerrilleros, fueron oficiales del Ejército Sandinista en los ochentas y eso te da un indicador de que Ortega se siente muy cómodo teniendo a su alrededor ese tipo de gente que en su mundo le genera una especie de seguridad, de que va a tener subordinación partidaria de ellos.
Cuando leí el artículo de ustedes, estuve buscando unos datos. Fíjate que, por ejemplo, el Ejército de Estados Unidos tiene entre oficiales, suboficiales, tropas civiles, alrededor de 1 260 000 efectivos, cifras menos, cifras más y solo tiene 900 generales. Venezuela tiene entre 90 000 a 150 000. ¿Sabes cuántos generales tiene? 2000 generales. Entonces cuando lo comparas en términos relativos con el Ejército de Nicaragua, es lo que ha hecho Ortega. Maduro y Ortega se han rodeado de una oligarquía de oficiales muy leales a ellos, al proyecto autócrata, que le garantizan supervivencia institucional, garantizar fortaleza al régimen y le garantiza que por esos ejércitos no va a haber grietas importantes. Siguen leales a Ortega por esto mismo que te dije, porque es una oligarquía de generalotes que la está disfrutando y lo está pasando de lo mejor.
Este lunes se celebrará el acto del 44 aniversario del Ejército, que realmente se cumplió el pasado sábado. ¿Qué se puede esperar del mensaje de Ortega o de Avilés en este aniversario militar?
El aniversario del Ejército a mí siempre me trae a la cabeza cuando en el 2010 el general Halleslevens me acusó públicamente de ser alguien nocivo para la institución a través del IEEPP. Y ante eso que me acusó, fue una de las decisiones que llevó a mi familia un par de años después a dejar el país. Yo creo que no vamos a esperar nada diferente de lo que ha sucedido hasta ahora.
Recientemente, el general Avilés en en una dinámica de intercambio de seguridad promovida por Rusia, virtualmente le dio una declaración de guerra y de ser enemigo ideológico del Ejército de Estados Unidos y acusó a Occidente y a sus ejércitos de ser malvados depredadores y que el Ejército (de Nicaragua), el ejército ruso, los ejércitos de Corea del Norte y China están del lado correcto de la historia.
Entonces, con ese antecedente que fue hace dos semanas, yo no creo que este lunes haya un escenario en que Ortega no sea hostil contra Estados Unidos, no reitere que es un ejército sandinista subordinado a sus intereses, subordinado al régimen y un pilar fundamental del régimen.
Nosotros en Expediente Abierto publicamos un reporte muy interesante sobre cómo el Ejército participó en la represión en 2018, 2020 y 2021. No va a haber nada diferente, se va a fortalecer la alianza, van a atacar a Occidente, van a atacar a Estados Unidos, seguro va a llegar invitado algún representante militar de Corea del Norte, por supuesto los cubanos, los venezolanos van a estar ahí muy presentes, los chinos también. Y hacer una fiesta entre socios malignos.