28 de agosto 2023
Más de 1600 estudiantes de la Universidad Centroamericana (UCA), confiscada por el régimen Ortega-Murillo, han aplicado en una semana a las universidades jesuitas Simeón Cañas, UCA de El Salvador, y Rafael Landívar de Guatemala, para intentar continuar sus estudios en esas universidades que forman parte de la Asociación de Universidades Confiadas a la Compañía de Jesús en América Latina (Ausjal), una red de 30 universidades jesuitas.
Ante la avalancha de solicitudes, el rector de la UCA de El Salvador, ingeniero Andreu Oliva, explica que “las están clasificando y pidiéndoles datos individuales a todos los estudiantes”, pero advierte que “existen dificultades para atenderlos rápidamente”. Entre otras, alude a las diferencias que existen en la regulación de la educación superior entre Nicaragua, El Salvador y Guatemala, y el hecho de que en esas universidades no tienen programas de estudios plenamente virtuales, sino que a lo sumo son semipresenciales. Además, indica Oliva, también vicepresidente de Ausjal, ya iniciaron los cursos en ambas universidades jesuitas y “quizás no podremos responder y comenzar a hacer un trabajo hasta principios del próximo año”.
En una entrevista con CONFIDENCIAL y Esta Semana el rector de la UCA de El Salvador habla sobre “el valor intangible” que representa el patrimonio educativo de la UCA de Nicaragua confiscado, y sobre las acciones internacionales que la Compañía de Jesús están evaluando para recurrir a los tribunales internacionales de justicia.
En Nicaragua, recuerda Oliva, quedan once sacerdotes jesuitas y religiosos, trabajando en el colegio Centro América, el colegio Loyola, y la obra de Fe y Alegría, en medio de una situación de incertidumbre.
Una confiscación injusta
¿Cómo ha vivido la UCA de El Salvador, y las universidades jesuitas de América Latina, la confiscación de la UCA de Nicaragua por el régimen de Daniel Ortega?
Con mucho dolor y mucha indignación por los vínculos que tenemos, especialmente con las universidades jesuitas de Centroamérica, la Universidad Centroamericana de Nicaragua, la del Salvador y la Universidad Rafael Landívar. Somos tres universidades que venimos trabajando juntas desde hace muchos años, tratando de responder al deseo que tuvieron los fundadores de que fuera una universidad centroamericana, que trabajara conjuntamente por formar y para desarrollar los pueblos centroamericanos. Esta confiscación nos parece totalmente injusta, sin fundamento, un atropello a la autonomía universitaria, a la libertad de cátedra y al derecho a la educación que tienen todos los pueblos.
¿Hay algún precedente de confiscación de otra universidad jesuita en América Latina?
En la época actual no tengo conocimiento. Quizás nos tendríamos que remontar al siglo XVII cuando fue suspendida la Compañía de Jesús. Entonces tuvieron que salir de varios países de América Latina y después de Europa. Y en esos momentos, también les fueron confiscadas sus propiedades y sus obras apostólicas.
El valor intangible de la UCA
El superior de los jesuitas y el provincial han rechazado la acusación judicial de terrorismo contra la UCA, y señalan de que no se le ha permitido ningún derecho a la defensa en Nicaragua. ¿A qué atribuye la confiscación?
La confiscación se atribuye al trabajo que ha realizado la universidad a lo largo de su historia y, especialmente, a lo que ocurrió a partir abril de 2018 en Nicaragua, donde la universidad estuvo al lado de los jóvenes que se manifestaron protestando, por la Seguridad Social y el sistema de pensiones, por el medio ambiente, con la destrucción de la reserva de Indio Maíz, y después por la represión que sufrieron ante estas protestas. La universidad ha estado al lado de los estudiantes. La universidad ha señalado las violaciones a los derechos humanos que ha cometido el Gobierno de Nicaragua, y promueve también entre sus estudiantes la formación académica con un espíritu crítico, con una rigurosidad científica, y esto está resultando molesto para el régimen de Nicaragua. Además, la UCA tiene una gran presencia en Nicaragua porque ha trabajado y trabaja por el desarrollo, tanto de la educación como de los sectores campesinos, los microempresarios. También, trabaja para el desarrollo de la ciencia en Nicaragua, lo cual sólo se puede hacer desde la independencia y desde la libertad.
La UCA que usted dirige en El Salvador fue objeto de un atentado terrorista en 1989, cuando un comando del Ejército asesinó al rector Ignacio Ellacuría y a varios jesuitas y laicos en la universidad. ¿Se puede comparar ese tipo de violencia estatal con lo que pasa hoy en Nicaragua?
Yo creo que sí se puede comparar. Se utilizan otros métodos, pero el objetivo es el mismo. El objetivo en aquellos años era callar a la UCA de El Salvador, atemorizar a sus miembros para que dejara de tener ese trabajo de análisis y reflexión sobre la realidad, de propuestas para lograr pacificar al país, llegar a la paz y construir un país fundamentado en la justicia social. Hoy no se utilizan bombas, quizá, ni se asesina, pero igualmente se destruye a una universidad, como ha sido el caso de la UCA en Nicaragua, pues al confiscar sus bienes y prohibirle seguir ejerciendo su labor educativa, se ha logrado el objetivo de acabar con la universidad. Lo que no se hizo en El Salvador, pues a pesar de que hubo muchos años de amenazas y asesinaron a seis de sus más importantes directivos, la universidad pudo seguir adelante y ha seguido fiel a ese legado de los mártires.
El comunicado del provincial jesuita de Centroamérica afirma que la confiscación de la UCA se inscribe en el contexto de crímenes de lesa humanidad y de totalitarismo en el país. ¿Hay conciencia en Centroamérica de esta situación?
Hay poca conciencia de lo que está pasando en Nicaragua. Lamentablemente se conoce poco y es muy importante dar a conocer al mundo lo que está ocurriendo. Y desde esa perspectiva me parece fundamental la labor que están haciendo ustedes, los distintos medios de comunicación, especialmente a través de las redes sociales, para dar a conocer cómo se ha ido destruyendo el sistema democrático, el Estado de derecho, se violan los derechos humanos, se cometen crímenes de lesa humanidad, se confiscan propiedades y las personas no tienen el derecho a la defensa, ni tampoco tienen el derecho a un juicio justo. Todo eso es inaceptable y debe ser ampliamente conocido en el mundo.
Si en Nicaragua no hay justicia ni derecho a la defensa, ¿la Compañía de Jesús está contemplando iniciar acciones ante organismos internacionales o tribunales internacionales de justicia?
Este es uno de los temas que estamos analizando la Asociación de Universidades Jesuitas de América Latina, ver qué acciones se pueden hacer para defender los legítimos derechos de la Universidad Centroamericana y también de la Compañía de Jesús en Nicaragua. Estamos analizando, para ver qué tipo de demandas se pueden poner a nivel internacional ante estos derechos tan claramente violados en Nicaragua.
La confiscación ilegal de la UCA ha dejado en la incertidumbre a más de 5000 estudiantes, y más de 500 en docentes. También hay un robo, una pérdida del patrimonio educativo de la UCA. Esta infraestructura, los terrenos de la UCA, sus edificios, centros especializados. ¿Se ha valorado a cuánto asciende este patrimonio ilegalmente confiscado?
El valor monetario es incalculable porque, sobre todo, es un valor intangible, Todo ese conocimiento acumulado después de 63 años de ejercer la educación universitaria en Nicaragua. Pero además, la experiencia y el trabajo que se ha realizado a lo largo de estos años para hacer una universidad de prestigio, con calidad académica, una universidad que tenga equipos, hay todo un patrimonio cultural enorme que, posiblemente, se va a perder.
Hablemos del Instituto de Historia de Nicaragua y Centroamérica, con todas las colecciones que tiene y el importante material histórico que ha ido conservando, a lo largo de todos estos años. Pero también el Instituto de Investigación en Ciencias Sociales, el Herbario Nacional, un centro animal, la ecología, el estudio del sol y la energía solar en Nicaragua, aspectos que tienen un valor inmenso y que difícilmente se pueden basar en un valor monetario.
Los jesuitas perseguidos en Nicaragua
¿Cuál es la situación en que están los sacerdotes que fueron expulsados de la Residencia Villa El Carmen de la UCA el sábado 19 de agosto? El vocero, el padre Tojeira ha dicho que algunos de los sacerdotes mayores fueron trasladados a El Salvador. ¿Cómo se encuentran?
Se encuentran bien. A Dios gracias. Muy conmocionados por tener que abandonar Nicaragua, un país al que aman y han entregado toda su vida. Y eso es siempre muy doloroso y han sido trasladados porque su salud es precaria y con la cancelación de la persona jurídica de la Compañía de Jesús es difícil poderles dar la atención que ellos necesitan y creemos que en El Salvador estarán mejor atendidos, mejor cuidados.
El padre Tojeira dijo también que el rector de la UCA, el padre Rolando Alvarado, nicaragüense, tuvo que salir del país. ¿Sabe cómo se encuentra?
El padre Alvarado está bien, también. Está en una comunidad jesuita fuera de la región y su salud tampoco ha sido muy buena, anteriormente. Es una persona que también necesita poder atenderse en caso de que tuviera algún tipo de crisis y está tratando también de apoyar y buscar, entre las otras universidades de Ausjal, cómo podemos ayudar a los estudiantes para que puedan continuar sus estudios y con su labor académica.
Estudiantes de la UCA aplican a El Salvador y Guatemala
La UCA de El Salvador, y la Rafael Landívar de Guatemala, han anunciado que están abiertos a acoger a estudiantes de la UCA de Nicaragua confiscada ¿Qué tienen que hacer los estudiantes para aplicar?, ¿cuáles son los requisitos que deben cumplir?
Hemos recibido una enorme cantidad de solicitudes, más de 1600, y en primer lugar, las clasificamos. Hemos pedido que nos den cada uno de ellos más datos sobre su situación, para poder ver si los atendemos.
La situación no es fácil, porque lamentablemente en Centroamérica, a pesar de que en algunos aspectos avanzó la integración, no ha avanzado en el sistema educativo a nivel superior y en cada país tenemos regulaciones distintas. Por ejemplo, en Nicaragua, una carrera a nivel de licenciatura se podía cursar en cuatro años. En El Salvador, requiere de cinco años más el proceso de graduación. A la hora de dar equivalencias, los programas son distintos. También en la medida en que valoramos el trabajo académico. En El Salvador se utilizan unidades valorativas. En Nicaragua se utilizan créditos. Todo eso requiere de un trabajo para ver cómo gestionar cada uno de los casos.
Hay unos requerimientos que son necesarios. En El Salvador, se requiere el título de bachiller autenticado para ser inscritos en una universidad. Necesitan tener también las notas de las asignaturas que han cursado antes autenticadas. Esos dos requisitos son muy importantes. Por otro lado, lamentablemente, nosotros ni la Universidad Rafael Landívar tenemos programas plenamente virtuales, sino que a lo sumo son semipresenciales. Entonces también eso es algo que tenemos que trabajar para encontrar una solución para los estudiantes de la Universidad Centroamericana en Nicaragua.
Los estudiantes de la UCA confiscada van a permanecer un periodo de un mes sin clases, porque la nueva universidad estatal, que primero dijo que sería gratuita, ahora dice que será autofinanciada, luego que no, pero no empezarán sus clases hasta dentro de un mes. ¿Qué capacidad de absorción tendrían ustedes ante esas miles de solicitudes?
Es difícil atenderlos rápidamente. Nosotros estamos haciendo todo lo posible, pero ciertamente no podríamos hacerlo de manera inmediata. También ya tenemos los cursos iniciados en ambas universidades y quizás no podremos responder y comenzar a hacer un trabajo hasta principios del próximo año (2024). Y eso es lamentable, porque este es uno de los efectos importantes de esa confiscación, que se les está quitando a estas personas el derecho a estudiar, personas que ya estaban muy cerca de terminar sus programas de estudio, incluso algunos ya lo habían completado todo y no saben qué va a ocurrir con su título universitario. Es uno de los temas que más nos preocupa y que deben ser denunciados a nivel internacional, para que el Gobierno de Nicaragua pueda revertir esa medida en beneficio de estos miles de estudiantes.
Volviendo a la situación de la comunidad jesuita en Nicaragua, el padre Tojeira decía que hay por lo menos once jesuitas y religiosos en el Colegio Centro América, en el Loyola, y Fe y Alegría. ¿Existe algún riesgo de que puedan ser detenidos o expulsados?
Nunca se sabe qué riesgos puede haber. Su situación es normal, están trabajando cada uno en sus actividades, con toda la disposición de seguir apoyando a la juventud nicaragüense, los que se dedican a la educación. En otros trabajos que se realizan a favor de personas vulnerables, o en situación de enfermedades. Y estamos trabajando con toda la generosidad que siempre hemos querido tener en nuestra dedicación apostólica al pueblo de Nicaragua.
¿Cómo valora la reacción que ha producido la confiscación de la UCA en la comunidad internacional? No solamente en las universidades jesuitas, también en las universidades públicas de América Latina y en distintos Gobiernos.
La valoro como muy positiva. Es una posición, en primer lugar, de solidaridad con la Universidad Centroamericana en Nicaragua, pero también de denuncia de esta situación que ha realizado el Gobierno de Nicaragua, a través del Poder Judicial. Hay una gran variedad de centros y de organizaciones que se están pronunciando. Creo que es importante tener en cuenta a la Organización de Universidades Católicas de América Latina y el Caribe, con 116 organizaciones, también a Naciones Unidas, al Gobierno de Colombia y de Chile, que se han manifestado en contra de esta medida y pidiendo al Gobierno de Nicaragua retroceder y buscar una solución, en base a la verdad y al diálogo. Y son muchísimas. Hoy mismo recibí un comunicado de Ecuador, donde 50 instituciones ecuatorianas y 57 personalidades del mundo académico también condenan este acto de suspensión de la Universidad Centroamericana.
La demanda internacional y la que ha hecho también la Compañía de Jesús es que cesen la represión y la confiscación. ¿Cree usted que hay alguna expectativa de un cambio en Nicaragua?
Pues la esperanza es lo último que debemos perder. Nicaragua no puede vivir en estas condiciones donde se están violentando los derechos fundamentales de la población, en donde cada vez el control de parte del Estado es más fuerte y la población tiene menos posibilidad de vivir en libertad, de vivir en las condiciones necesarias para una vida digna y libre. Por tanto, es necesario encontrar una salida a la situación de Nicaragua, volver a los cauces para, de nuevo, regresar a un sistema democrático y al Estado de derecho.
¿Y la reacción de los Gobiernos de Centroamérica?
Es lamentable. Creo que cada uno de los Gobiernos de Centroamérica, en estos momentos, tiene sus propios problemas y están evitando la injerencia de la comunidad internacional. Ello les quita libertad para pronunciarse ante estos hechos y ante lo que está ocurriendo en Nicaragua desde abril de 2018. Eso es muy lamentable y nos muestra que estamos en una época distinta a la de la última década del siglo XX, donde gracias al trabajo conjunto de los Gobiernos de Centroamérica y de naciones amigas, se pudo avanzar hacia la paz en Centroamérica.