31 de julio 2023
En las elecciones anticipadas de España el pasado 23 de julio ganó el Partido Popular liderado por Alberto Núñez Feijóo, pero perdió su principal aliado, la ultraderecha Vox, mientras que el Partido Socialista Obrero Español, encabezado por el actual presidente Pedro Sánchez, contra todo pronóstico se consolidó como la segunda fuerza política.
El resultado es un auténtico laberinto político en el que, si Núñez Feijóo no logra los votos para hacer Gobierno, Sánchez intentará forjar una coalición parlamentaria para gobernar, en una negociación con los partidos nacionalistas catalanes que se vislumbra “durísima, ardua, y compleja”.
El historiador argentino Carlos Malamud, investigador principal del Real Instituto Elcano, considera que “estas negociaciones podrían extenderse durante varios meses, pero si esto no prospera nos veremos abocados a tener unas nuevas elecciones, probablemente entre diciembre y febrero del año próximo”, agravando aún más el clima de incertidumbre.
En las elecciones del domingo pasado en España, el Partido Popular, de derecha, obtuvo la mayoría de los votos con el 33%. Pero al parecer no puede lograr una alianza parlamentaria que le dé mayoría para ser Gobierno. ¿Por qué?
Hay que recordar que España es un sistema parlamentario y por lo tanto, para poder formar Gobierno, los candidatos en liza tienen que tener la mayoría absoluta de los votos en primera votación o la mayoría simple en segunda votación. Y, matemáticamente, si bien el Partido Popular fue el partido más votado con el 33% el Partido Socialista, el PSOE, obtuvo el 31% y esto ha llevado a una situación complicada para la formación de Gobierno, aritméticamente.
Es verdad que el Partido Popular podría ensayarlo con su candidato (Alberto Núñez) Feijóo a la cabeza, pero el problema es que, por la historia reciente del Partido Popular, sus posibilidades de formar coaliciones se habían reducido básicamente a Vox. Vox era el único aliado con el que contaba el Partido Popular. Esto se ha repetido en Gobiernos autonómicos y en ayuntamientos, pero en esta ocasión el problema es doble. Por un lado, se esperaba que el PP tuviera un mayor rendimiento, pero se quedó en 137 diputados, frente a los más de 150 que esperaban los dirigentes populares. Al mismo tiempo, no solamente el desempeño del PP fue inferior a las expectativas sino que también el que iba a ser su principal aliado en caso de necesidad, VOX, tuvo un desempeño menor a lo esperado, sacó alrededor del 12%, disminuyó en diputados y por lo tanto, la suma de diputados de VOX más el PP es insuficiente y esto supondría que tendrían que ampliar las alianzas bien en la coalición posible o en el ámbito parlamentario, para que con su voto positivo, su abstención, garantizara la reelección del candidato del PP. Pero esto se circunscribe únicamente a dos o tres partidos menores: Unión del Pueblo Navarro, Coalición Canaria y alguno más.
Esto limita entonces las opciones del candidato del Partido Popular y deja en manos del actual presidente de Gobierno, Pedro Sánchez, la posibilidad de formar Gobierno. Aquí tampoco las cosas son sencillas. En la legislatura que está terminando ahora se formó un Gobierno de coalición, entre el Partido Socialista y Podemos, con el apoyo o la abstención de otros partidos políticos de corte autonomista o nacionalista. Pero, en esta ocasión la necesidad es mayor que entonces y esto hace que tengan que contar con el voto positivo del Partido Nacionalista Vasco, por un lado, de Bildu, el Partido Nacionalista Independentista Vasco, que antes era el paraguas político de ETA. Pero también con los nacionalistas catalanes, comenzando por Esquerra Republicana, que en principio sería favorable a la investidura, con un claro interrogante que es el de Junts per Catalunya, el partido del fugado expresidente de la Generalitat (Carles) Puigdemont, que afronta ahora un pedido de extradición desde Bélgica, donde huyó. Y esto va a condicionar enormemente las posibilidades de que se pueda formar este nuevo Gobierno.
La remontada de Pedro Sánchez
Mucho se ha destacado en estas elecciones la remontada de Pedro Sánchez y el Partido Socialista, a quienes se daban por derrotados antes de la elección. Obtuvieron más del 31% de los votos. ¿Cuál es la clave de la recuperación política de Sánchez y el PSOE en esta elección?
Hay varios motivos. En primer lugar, que la situación económica en este momento es relativamente estable. La inflación en torno al 2% es la menor de la Unión Europea. Recientemente han salido cifras del desempleo, donde se muestra una creación de empleo muy potente, pese a las dificultades económicas. El crecimiento económico se ha recuperado, sin ser sumamente potente. Está a la cabeza o entre el grupo de los países europeos. Esa situación, unido a los errores del PP en la campaña electoral al creer que la repetición de los resultados de las elecciones locales y autonómicas de mayo pasado iba a ser algo dado por hecho. Más los temores de una parte importante del electorado de que VOX se vinculara al Gobierno de la nación, complicaron las cosas enormemente para el PP y garantizaron ese buen resultado del PSOE.
Es importante señalar que, pese a ello, el PP tuvo un desempeño electoral muy bueno, sobre todo si lo comparamos con el resultado logrado hace cuatro años, ha crecido en número de votos, ha crecido el número de diputados, pero este crecimiento es insuficiente para la formación de Gobierno.
Sánchez es un político al que le gusta jugar con el riesgo, lo ha hecho ya en repetidas oportunidades. Y aquí otra vez la jugada de disolver las Cortes a los pocos días de que se conocieran los resultados de las elecciones locales y autonómicas que muchos vieron como el fin del Gobierno de coalición de PSOE y Podemos. Sin embargo, parece que la jugada le va a resultar positiva. Pero todavía es pronto y habrá que ver qué es lo que pasa a partir del 17 de agosto, que es cuando se debe constituir el nuevo Parlamento y a partir de ahí, con las negociaciones entre los distintos partidos políticos para formar Gobierno.
¿Puede Sánchez hacer una mayoría parlamentaria y liderar el Gobierno con el partido de izquierda Sumar y los parlamentarios nacionalistas vascos y catalanes? Los catalanes han dicho que no le van a regalar la Presidencia a Sánchez y están demandando amnistía, referéndum sobre la independencia de Cataluña. ¿Hay alguna negociación intermedia?
Sí, por supuesto que al principio de toda negociación lo que se establece son puntos máximos para luego ir adecuándolos a medida que la negociación progresa. Hay que tener en cuenta varios condicionantes importantes que pueden complicar la formación del nuevo Gobierno. En primer lugar, el hecho de que el PP controla el Senado, donde tiene mayoría absoluta, lo cual podría complicar la tramitación parlamentaria de algunas leyes.
En segundo lugar, la gran heterogeneidad de la coalición que se intenta formar. La anterior coalición entre Podemos y el PSOE fue llamada por algunos como Gobierno Frankestein, por las características heterogéneas de la misma. Y esta heterogeneidad evidentemente puede complicar la gobernabilidad del país. Yo creo que Sánchez va a tener presente esas exigencias de los nacionalistas catalanes y en el sentido de que se constituyan en verdaderas líneas rojas de la negociación. Toda vez que convocar un referéndum o promulgar una amnistía son hechos inconstitucionales. Y esto, evidentemente, es una línea que Sánchez dudo que quiera traspasar. Me parece que la negociación va a ser ardua, complicada. Puede extenderse inclusive durante varios meses, pero si esto no prospera nos veremos abocados a tener unas nuevas elecciones, probablemente entre diciembre y febrero del año próximo.
¿Quién gana con unas nuevas elecciones? ¿Alguna de las fuerzas políticas podría tener ventaja en una nueva convocatoria electoral?
A priori no. La incertidumbre sobre unas nuevas elecciones es total. Una de las especulaciones en torno a por qué Sánchez convocó las elecciones ahora y no cuando tocaba, es decir, en noviembre o diciembre de este año, es porque él pensaba que la economía podía tener un desempeño peor que ahora, lo cual evidentemente complicaría las cosas. Pero desde la perspectiva de la oposición, el temor a que Sánchez, desde el Gobierno, aproveche la coyuntura para mejorar su desempeño también es evidente. Por lo tanto, yo creo que a priori nadie ganaría con esta situación. Pero se ve, desde la perspectiva de Sánchez, que la situación desde el Gobierno es mucho más confortable que desde la oposición. Y desde la oposición se vería como un mal menor, estar frente al Gobierno, pero con la posibilidad de aprovechar estos años para poder seguir recomponiendo y rearmando el partido que ya ha ido mejorando en sus resultados electorales, esperando que la Legislatura no dure los cuatro años establecidos por problemas de coordinación interna, de gobernabilidad y de una situación política y un entorno complicado, esto pueda deteriorarse un poco más.
La derrota de la ultraderecha
¿Qué significa la derrota política de la ultraderecha del partido VOX? ¿Tiene impacto en otros movimientos de ultraderecha en Europa?
Obviamente, en Europa estas elecciones se seguían con atención. La posibilidad de que en un país como España, que es el cuarto mayor de la Unión Europea, un partido de ultraderecha como Vox entrara en el Gobierno era algo que se veía con mucho interés. Inclusive, en buena medida, la estrategia de (Giorgia) Meloni, la primera ministra de Italia, pasaba por la entrada de VOX en el Gobierno, lo cual evidentemente reforzaría su posición en Bruselas en las instituciones europeas.
En España también el tema fue visto con mucha tensión. Primero, porque a partir del resultado de las últimas elecciones locales y autonómicas, la presencia de VOX en ayuntamientos y Gobiernos autonómicos se había extendido. Esto era visto con cierto agrado por algunos sectores políticos, pero con preocupación por otros, y esto fue uno de los factores que también supuso un freno frente al discurso muy confrontativo de VOX, sobre todo de su candidato, (Santiago) Abascal, que tenía un discurso muy provocador en lo que supone políticas identitarias, cambio climático y demás.
Quizás, una de las grandes diferencias entre VOX y el resto de los partidos políticos de extrema derecha europeos sea su posición frente a la inmigración y también frente a Europa. Frente a la inmigración porque un porcentaje muy importante de los migrantes en España son de origen latinoamericano. VOX tiene una política en este sentido de total reconocimiento a lo que ellos llaman la Ibero Esfera o a los inmigrantes que denominan como hispanoamericanos y esto hace que la xenofobia sea menor.
Y la segunda cuestión, hay que recordar el fuerte sentimiento a favor de Europa, de la integración en Europa por parte de la ciudadanía española. Y esto hace que, a diferencia de otros movimientos de extrema derecha europeos, VOX no tenga una política claramente antieuropeísta.
Política de Estado en relaciones exteriores
La semana pasada se llevó a cabo la cumbre de la Unión Europea con la CELAC y América Latina. ¿Qué diferencia tendría una presidencia de Pedro Sánchez o de Feijóo en la implementación de estos compromisos desde la parte española?
Prácticamente, ninguno. En primer lugar, las presidencias europeas desde el Tratado de Lisboa ya no son lo que eran. Ahora, el país que ostenta la presidencia rotatoria es más un broker que un país que lidera claramente la agenda. Sus posibilidades de acción son más limitadas teniendo en cuenta la coordinación con el país que ostentó la presidencia en el semestre anterior y la va a sentar en el semestre próximo.
Y por otro lado, en lo que respecta a la política exterior hacia América Latina, tanto si el Gobierno estaba en manos del PP como si estaba en manos del PSOE, la centralidad se ha mantenido. Ha habido varias alternancias, bien de izquierda a derecha o de derecha a izquierda, y esto no ha comprometido más allá de algún matiz en el énfasis a favor o en contra de determinadas políticas en relación con América Latina, lo mismo que se dice sobre la presidencia española y la relación con América Latina o en los compromisos adoptados en la Cumbre se puede extender también al conjunto de la relación de España con América Latina o de la Unión Europea con América Latina.
Es decir, un cambio de Gobierno no va a suponer grandes cambios. Si bien también es cierto que, por ejemplo, un gobierno del PP pondría mayor énfasis en tratar mejor a sus amigos y en tratar con menos entusiasmo a sus no cercanos o aquellos que están vinculados, por ejemplo, al llamado Grupo de Puebla. Pero más allá de esas cuestiones de matiz, lo cierto es que el nuevo Gobierno, sea del color que sea, va a intentar repetir lo hecho hasta ahora y es tener buenas relaciones con la totalidad de los gobiernos latinoamericanos con independencia del color político. Obviamente que hay Gobiernos con los cuales la dificultad es mayor, por el carácter autoritario de los mismos. Este es el caso de Cuba, de Nicaragua y de Venezuela, donde las relaciones son mucho más complicadas.