14 de julio 2023
“En el 2019, me hicieron una campaña de difamación. Salí una vez a pasear con mi novio. Decían que yo era una cualquiera, porque asumían que estaba con el papá de mis hijos”, relata la periodista Michelle Polanco a La Lupa, en la investigación “Exiliadas para sobrevivir”, que reúne algunas de las experiencias vividas por mujeres periodistas nicaragüenses que ahora están en el exilio.
Polanco es una reconocida periodista nicaragüense. Por muchos años se desempeñó en la cobertura de noticias sociales en varios canales de televisión local y a partir de 2018 sus entrevistas políticas le dieron mayor impulso a su carrera. Sin embargo, desde entonces recibía amenazas de muerte, algunas de estas basadas en su género.
“En dos ocasiones, me amenazaron con matarme y a mis hijos. En una ocasión me tomaron fotos con mis hijos en el supermercado y en otra ocasión en Masaya. Luego me enviaron un mensaje que decía ‘Ahora te toca a vos, perra hija de puta, a vos te vamos a meter la culata del fusil AK por el trasero’”, continúa Polanco.
En 2021, la periodista fue forzada a exiliarse en Estados Unidos. Sin embargo, atravesó por un largo proceso de negación y pensamientos recurrentes de lo que dejó atrás en Nicaragua y la incertidumbre del futuro.
“Al principio yo tenía un sentimiento de culpa, porque sentía que los dejé, que los abandoné, que dejé a Nicaragua en general”, relata Polanco. Asegura que sigue sintiéndose de esa manera, pero en menor medida.
Este sentimiento “es algo con lo que hay que lidiar”, comenta. “A pesar de que hice varias actividades luego de haberme exiliado, pero por las cosas diarias uno se termina medianamente desconectando de todo lo que está sucediendo en Nicaragua, por el simple hecho de sobrevivir, de que hay que trabajar, sacar adelante a tu gente”, subraya.
“Viví lo que escribí de la persecución y la represión”
Otra periodista que vivió muchos juicios morales por su condición de mujer fue “Jacqueline”, una reportera del diario La Prensa exiliada en Estados Unidos que brindó su testimonio de forma anónima. Ella comenta los reproches que recibía, incluso de sus colegas periodistas, interpelándola sobre el cuidado de su hijo, al punto de revictimizarla cuando sufrió ataques físicos por parte de turbas orteguistas.
“Mis colegas me decían ‘¿No pensás en tu hijo?’ Como mujer, a mí siempre se me acercaban, en el mismo medio donde trabajo, incluso después de que las turbas orteguistas me habían dado una golpiza en la calle, para decirme esas cosas, pero a mis colegas hombres que tenían más hijos… ¡nadie les decía nada! A ningún hombre le dicen que si no piensan en sus hijos. A mis colegas hombres los celebran: ‘Que valiente que sos, cómo te enfrentaste’”, relata “Jacqueline”.
“Jacqueline” explica que decidió salir de su casa porque “muchas voces cercanas” le decían que ella estaba en una lista de periodistas que estaban siendo buscados para apresar. Además, había el antecedente de dos conductores de La Prensa que estaban presos y de una colega a la que se metieron a buscarla a su casa.
Cuando ella salió de su vivienda “empezaron a decirme desde mi casa y desde la vivienda del papá de mi hijo que andaban vigilando las casas, que estaban pasando personas sospechosas. Me mandaron fotos de los hombres que vigilaban ambos lugares. Yo siempre le daba seguimiento a la política y a las persecuciones, coincidía mucho con lo que habían vivido los opositores y yo estaba viviendo lo que había escrito de la persecución y la represión a la oposición en Nicaragua”, subraya.
A pesar de la persecución “Jacqueline” pudo salir de Nicaragua gracias a una red de apoyo. Se estableció temporalmente en Costa Rica y luego eligió exiliarse en Estados Unidos.
“Cuando La Prensa estaba clara de todo, nos dijeron: ‘Todos los que quieran salir, los vamos apoyar’. Así fue que tuvimos una sombrilla, bastante apoyo, al menos en esta última ola de periodistas exiliados”, recuerda Jacqueline. Asegura que no tuvo obstáculos, pero, reflexiona, “el mayor fui yo misma al inicio de que no quería salir del país, pero yo me tuve que empujar, aceptar y dejar todo atrás”.
Con información de La Lupa