Guillermo Rothschuh Villanueva
9 de julio 2023
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La velocidad que Javier Cercas imprime a las vicisitudes que atormentan la vida de Melchor y su hija Cosette, resulta prodigiosa
El castillo de Barbazul: una trilogía abierta
“La realidad nos aburre, esa es la triste verdad.
Preferimos la fantasía”.
Javier Cercas
I
El escritor español Javier Cercas, decidió deslizarse por la pendiente de novelistas de renombre. Terra alta (2019), fue el despunte de su trilogía sobre Melchor Marín, exconvicto, convertido en policía insobornable, ganadora del Premio Planeta de ese mismo año. Después vinieron, Independencia (2021) y Barbazul (2022), teniendo como protagonista principal al policía nacido de sus entrañas. En España, Cercas estuvo precedido por Arturo Pérez-Reverte, con su trilogía sobre Lorenzo Falcó; mucho antes, por el cubano Leonardo Padura, con sus novelas sobre Mario Conde; y muchísimo antes, por Álvaro Mutis, con sus siete entregas de Maqroll el Gaviero, que lo encumbraron a los altares de la literatura hispanoamericana. Evidencia irrefutable de la exquisitez de la novela negra entre lectores de distintos continentes. Una suculenta atracción.
Con sutileza artesanal, Javier Cercas delinea la personalidad de un hombre decidido a rectificar el curso de su vida. Construye su perfil, encarcelado por su condición de joven descarriado, traficante de drogas, sin padre conocido y una madre dedicada a la prostitución, en los estibaderos de Barcelona, atraído por la lectura —germen de su redención— su ángel salvador es el “Francés”, el bibliotecario de la ergástula. Lo alentó escudriñar Los Miserables (1862) de Víctor Hugo. Al principio Melchor se sintió identificado con Valjean. Es el villano de Javert, quien cataliza su conciencia. Una metamorfosis radical. El preso busca redimirse, estudia para policía. Acaba con una célula terrorista y se convierte en héroe. Luego viene el resto. Para evitar represalias, sus superiores lo asignan a Terra Alta. Se enamora, contrae nupcias y nace su hija Cosette.
Por cosas de la literatura, se desposa con Olga, la bibliotecaria de Terra Alta, donde acudía en busca de novedades. Lector adicto, en las pausas del trabajo Melchor dedicaba todo el tiempo a la lectura. Se pasaba la vida leyendo. Después del asesinato de su mujer y de retirarse como policía, accede al cargo ejercido antes por ella. La admiración de Cosette por su padre —la razón de su vida— sufre un cambio brusco. Ocultaba a su hija los motivos de la muerte de su madre. Trataba de mantener en la sombra su oscuro pasado. La admiración por su padre muta en resentimiento. El paseo por Mallorca, termina de manera fatal: es secuestrada. Ante la inercia de la policía, vuelve por sus fueros. Verdadero inicio de la trama de El Castillo de Barbazul. Emplaza a sus antiguos compañeros y suma a otros más, para emprender el rescate de Cosette.
II
¿Engreído? ¿Vanidoso? ¿Seguro de sí mismo? Cercas desea compartir con Melchor, la fama acumulada. Se introduce en el relato. Las novelas donde aparece el policía irreductible, están en las estanterías de sus viejos compañeros de armas, son devoradas por los novísimos y por decenas de miles de lectores. Sus hazañas no pasan desapercibidas. Se aprovecha del prestigio acumulado. Me recuerdan las interpelaciones de Sergio Ramírez, en Margarita está linda la mar (1998). Una forma seductora a la que recurre el narrador omnisciente. Todo lo que acontece o está próximo a ocurrir, dependen de su capacidad creativa. Ramírez se entromete para ratificar, ampliar hechos y de paso otorgar verisimilitud a sus relatos. Un artificio para despejar dudas. Presentarse como testigo disipa nubarrones. Imposible dejar de creerle. Son mentiras verdaderas.
En cuatro ocasiones Cercas oficia de metiche y cuela a sus amigos, a la manera como lo hacen muchos escritores, con intención de rendirles homenaje. Al primero que convoca es a Héctor, está demás decir que se trata de Héctor Abad Faciolince, consagrado autor de El olvido que seremos (2006), una novela estupendamente acabada. El sesgo biográfico —la vida y muerte de su padre, Héctor Abad Gómez— elevada a grandeza. Una relación afectiva de la que se servirá Melchor Marín, para exhibir ante el mundo, las tropelías y excesos de Rafael Mattson, pervertido y pervertidor de niñas impúberes. El que secuestró a Cosette y obligó a su padre a regresar al oficio de policía. Rosa, su nueva mujer, se beneficia de sus vínculos con Caracol TV, la cadena internacional colombiana. Los estelarísimos María Teresa Orozco y Kevin Martínez, destapan la podredumbre.
Cercas aprovecha la conversación entre el inspector Blai y Rosa, para recordar que sus novelas sobre el policía de Terra Alta, abarcan un universo que desborda el cuerpo policial. Luego de aclarar el caso Adell, el asesinato del padre de Rosa, que la policía había dado por cerrado, Melchor se consagra como policía. Paca Poch, desea saber sobre el chantaje sexual urdido contra la alcaldesa de Barcelona. El curtido de Blai, extrañado, le pregunta: “—Y, por cierto, ¿cómo sabes tú que lo llevamos nosotros? —¿Por qué va ser? —tercia Rosa—. Porque lo ha leído en las novelas de Cercas”. Es la segunda ocasión que Cercas aparece en la narración. Me gustan los escritores, especialmente novelistas, que se introducen en sus relatos de manera explícita. Acrecientan el placer que me deparan sus engendros. Confieren frescura y otra tonalidad a su inventiva. Un goce adicional.
En la visita de Melchor a la sargento, Paca Poch, en busca de ayuda para liberar a Cosette de sus verdugos, al curiosear en los anaqueles, únicamente descubre un par de novelas: Terra Alta e Independencia, de Javier Cercas. Paca aprovecha el momento para conocer su trayectoria. Indiscreta, indaga con Melchor si es verdad que el alcohol lo enloquece. Extrañado, el expolicía desea saber de dónde sacó la información. ¿Cercas? ¿Lo has leído? ¡No! Su respuesta no deja de ser sorprendente. Una contradicción evidente. El personaje principal de la trilogía, permanece ajeno a todo cuanto dice el novelista sobre su pasado. Tampoco muestra interés en saberlo. Poco le importa la manera cómo percibe Cercas su conducta. Él lleva una vida de la que debe hacerse cargo el novelista. Vive de espaldas a su creador. Minucias de las que el escritor debe hacerse cargo. Su función es otra.
III
La cuarta y última mención del entrometido Cercas, causa perplejidad a Melchor. En la visita a Vázquez, exjefe de la Unidad Central de Secuestros y Extorsiones de Egara, para pedirle le acompañe en el asalto a la casa de Mattson, sostienen una conversación donde resultan perceptibles los cambios experimentados por su excompañero de labores. Verónica Planas —su mujer— ha provocado una mudanza radical en su vida. Ahora se atreve a hablar de literatura. Vázquez se atiene a su advertencia: “Aquellos que no leen, les salen telarañas en el cerebro”. Una novedad incuestionable. Vázquez lo interroga. ¿Tienes pistas para sacar a tu hija del embrollo? Después mete la cuña. Menciona a Los miserables. Melchor nunca había hablado con él de literatura. Vázquez había leído Independencia. Verónica le había dicho que él salía en ella. A Melchor eso nunca le ha interesado.
Los lugares por donde se mueven y transcurre la vida de los personajes, son punto crucial en cualquier novela. Hay quienes resuelven la ecuación de manera facilona, mencionando a vuelo de pájaro, nombres de calles y ciudades. Eso no basta. Javier Cercas jamás incurre en este desliz. Novelista virtuoso, describe de manera minuciosa los lugares por donde estos transitan. Una sinfonía perfecta. Cada movimiento o desplazamiento de sus personajes, ocurre en lugares concretos. Uno puede caminar por esos sitios sin miedo a extraviarse, herencia que le viene de los grandes novelistas. Empezando por el fundador de la novela moderna. James Joyce convirtió a Dublín, sus calles y bares, en la capital de la literatura más conocida del planeta. Otros más audaces, prefieren inventarlas: La Mancha, Comala y Macondo.
La velocidad que Javier Cercas imprime a las vicisitudes que atormentan la vida de Melchor y su hija Cosette, resulta prodigiosa. Un ir y venir enloquecedor de un padre consumido por la angustia y la desesperación. Al haber corroborado que policías y jueces de Pollença no harían nada, asumió el desafío. Estaban en la nómina de Mattson, quien comete el error de ponerla en libertad. Víctima de múltiples violaciones, la depresión consume su vida. El desenlace se precipita en un torbellino. No hay pausas. Las pruebas que hunden a Mattson, están resguardadas en su castillo. Junto con Salom, Blai, Vázquez, Poch y el excapitán Damián Carrasco, asaltan la mansión. Obtienen las pruebas. Al final, Melchor pregunta a Cosette, qué va a estudiar. Ella le responde: “Voy a ser policía”. De esta forma Cercas deja abierta la posibilidad de una cuarta entrega.
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Comunicólogo y escritor nicaragüense. Fue decano de la Facultad de Ciencias de la Comunicación de la Universidad Centroamericana (UCA) de abril de 1991 a diciembre de 2006. Autor de crónicas y ensayos. Ha escrito y publicado más de cuarenta libros.
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