3 de julio 2023
El miércoles 28 de junio se anunció un proceso de “unidad en la acción de la oposición” promovido por el grupo Monteverde, organizado en el exilio en Costa Rica desde 2021, que ahora incluye a los excarcelados políticos, entre ellos al menos cuatro ex precandidatos presidenciales desterrados en Estados Unidos.
Durante cuatro días, más de cuarenta líderes políticos y cívicos se reunieron en Estados Unidos, entre otros, Juan Sebastián Chamorro, Félix Maradiaga, Violeta Granera, Eliseo Núñez, Miguel Mora, Jesús Téfel, Medardo Mairena, Alexa Zamora, Alex Hernández, José Antonio Peraza, Daisy George, Suyén Barahona, Luciano García, Tamara Dávila, y Juan Diego Barberena.
Según el comunicado que divulgaron esta semana, el objetivo de este proceso es conformar un plan de unidad en la acción para salir de la dictadura y sentar las bases de la transición democrática en el país.
En una entrevista con Esta Semana y CONFIDENCIAL tres de los participantes en este encuentro, el exreo político Félix Maradiaga, la excarcelada política Violeta Granera, y el miembro del grupo Monteverde, Jesús Téfel resumieron el principal objetivo de la unidad opositora: “cambiar la correlación de poder con la dictadura, crear un contrapoder y una alternativa de Gobierno, y promover la transición democrática, después de la salida de Ortega y Murillo del poder”.
El miércoles pasado se anunció un proceso de unidad en la acción de la oposición en el exilio y los excarcelados políticos que también están desterrados. ¿Quiénes son los promotores de este proceso político?
Félix Maradiaga: El régimen trató de callar a la oposición a través de la represión y la cárcel de los principales liderazgos. Sin embargo, no le fue posible. Aquellas personas que ya estaban debidamente organizadas, se encontraron en Costa Rica, en esa situación de represión, decidieron conversar. Quizá yo no soy la persona más indicada para hablarte de este proceso conocido como Monteverde. Pero quiero decir mi gratitud a las personas que en ausencia de aquellos que estábamos en la cárcel, no permitieron que en ningún momento el proceso de organización política se frenara. Lo hicieron bajo circunstancias muy difíciles, de mucha represión y obviamente, como cualquier otro proceso de esta naturaleza, con una serie de imperfecciones como es naturalmente la política. Una de esas debilidades fue precisamente la comunicación por la represión. Quienes iniciaron el proceso consideraron, y creo que fue una decisión correcta en el momento, hacerlo con sumo sigilo. Esa prudencia para proteger especialmente a los que estaban aún en Nicaragua en algún momento se interpretó, lamentablemente, como secretismo. En esta nueva fase de este proceso de diálogo interno de la oposición, hemos decidido darle mucha más comunicación.
Jesús, vos formás parte de ese grupo que se define como Monteverde, que se organizó en el exilio en Costa Rica en 2021 y que se presenta como el promotor de esta iniciativa. ¿Qué es este grupo y quiénes lo conforman?
Jesús Téfel: Primero que todo no es un grupo, es un proceso donde personas de la oposición, de la diáspora, de la sociedad civil, del empresariado, campesinos, estudiantes, jóvenes se reúnen a dialogar a través de un proceso ordenado para encontrar un consenso común. Esto nace, en 2021, cuando muchos nos tuvimos que venir a Costa Rica huyendo de la represión. Para ponerlo en contexto, a Félix (Maradiaga) y a Violeta (Granera) los detienen en junio, yo tuve que salir en julio de 2021, un mes después, y ya para agosto estábamos teniendo las primeras reuniones de preparación. Estábamos bajo ataque, se estaban llevando presos, estábamos en esa situación de emergencia, pero aún así continuamos las conversaciones. Este proceso se formó con las personas que estaban libres y que estaban fuera de Nicaragua. No podíamos incluir en el proceso a alguien que estuviera dentro de las fronteras de Nicaragua porque lo estábamos exponiendo a cárcel.
¿Esto es un grupo de personas, o de organizaciones que participaron en el estallido de 2018?
Jesús Téfel: Son personas. Nos agrupamos a título individual. En las organizaciones están personas, quienes se tienen que entender, se tienen que poner de acuerdo tienen que generar confianza, derribar prejuicios. Quisimos, modestamente, sin esperar demasiado, acercar a las personas, llegar a acuerdos para después irradiar hacia afuera e influir en las organizaciones de los que somos parte.
Ahora se habla de la creación de un nuevo proceso entre esta iniciativa de Monteverde y los excarcelados políticos que están desterrados en Estados Unidos. Violeta, ¿Qué salió de este encuentro que tuvieron en Estados Unidos?
Violeta Granera: Estoy muy impresionada por el gran trabajo que han venido haciendo nuestros hermanos y hermanas en este espacio de Monteverde y cuya prioridad, en el primer momento, fue luchar y articular esfuerzos de todos los nicaragüenses para la liberación nuestra y dialogar sobre cómo seguir la lucha por la liberación de Nicaragua. En este momento, hay un énfasis en los que todavía están presos y entre ellos, en especial por Monseñor (Rolando) Álvarez. Me parece que es un plus a todos los esfuerzos que se han venido dando y que obviamente no se pueden dejar a un lado. Hay cosas positivas que se han rescatado y también lecciones de esos esfuerzos que hay que superar. En primer lugar, es un espacio de diálogo bastante franco, diverso. No hay organizaciones, pero obviamente las personas que están ahí representan diferentes espacios que se han venido conformando en el pasado e inclusive, espacios que se han venido conformando después del 2021. Yo creo que los próximos pasos en Monteverde van a ser, obviamente, continuar con el diálogo y la comunicación con estos otros espacios que ya tienen avanzadas algunas propuestas. Yo veo bastante similitudes más que diferencias, y nos falta encontrarnos de una manera más sistemática, para poder sacar de ahí una unidad en la acción que sabemos todos, que es la única forma en que vamos a poder salir de la dictadura y también construir después una Nicaragua democrática.
¿Cómo se convoca a este proceso? Porque algunos grupos, dentro de la diáspora nicaragüense cuestionan, y dicen ¿Quién los eligió? ¿De qué manera se establece la representatividad de las personas que están proponiendo encauzar a la oposición?
FM: En este espacio plural hay un reconocimiento de que tiene que fortalecerse, que tiene que incluir a sectores o personas que todavía no están representadas. Pero además no es el único espacio de organización política, eso me parece a mí muy innovador, porque una de las cosas que hizo mucho daño en los ejercicios anteriores de unidad fue precisamente los intentos hegemónicos de algunos grupos o de otras plataformas de quererse presentar como la única casilla o como la única plataforma. Este es un esfuerzo autoconvocado.
Las personas que a título individual en esta fase pueden contribuir a este proceso, pero reconociendo que se debe acelerar el paso para llegar a un momento mucho más institucional, mucho más organizativo. Quienes estamos ahí, aunque fuimos invitados a título personal, representamos organizaciones. A mí se me permitió poner sobre la mesa mis inquietudes. Una de esas fue el trabajo de Fundación Libertad, que es una entidad académica y de Unión Autoconvocada UNA), que tiene una agenda internacional. Y la conclusión es que la esencia del trabajo en esta fase la van a hacer las personas y las organizaciones. Este espacio de diálogo es un espacio de concertación para unidad en la acción. En otras palabras, es para que la unidad se haga en la acción, la concertación en la acción, y no tanto sobre la formalidad o la rigidez de una plataforma como lo fue por ejemplo, la Coalición (Nacional). No queremos ser una Coalición 2.0.
¿Cómo se puede promover la unidad en la acción bajo las condiciones actuales de estado policial que hay en Nicaragua? Unidad en la acción para salir de la dictadura, pero, ¿Cómo se organiza?
JT: Todos los que estamos ahí presentes tenemos incidencia internacional, generamos opinión pública, tenemos vínculos con personas que todavía permanecen en el territorio nicaragüense. Aquí tenemos un proceso en el cual nos podemos poner de acuerdo en cuáles son los elementos fundamentales que hay que denunciar e incidir con la comunidad internacional para todas las medidas que requerimos que sean implementadas para esta transición. En el ámbito de la opinión pública, cuáles son los mensajes de esperanza que de verdad podemos decir con propiedad y que sabemos que tienen fuerza porque hay un grupo importante de personas que está dispuesto a cumplir. Y luego, en el caso de Nicaragua, que es la parte más difícil, porque si no tiene impacto dentro de las fronteras de Nicaragua, pues no se avanza, entonces cuáles son los planes que tenemos entre todos, que es lo que aporta cada uno, qué recursos humanos existen dentro de Nicaragua. No me atrevo a decirte ahorita que vamos a hacer acciones de un tipo, del otro, porque incluso decirlo puede mandar a la cárcel a alguien. Pero entre todos vamos a encontrar esas soluciones
Hay otras iniciativas como el espacio de diálogo que han venido promoviendo el doctor Ernesto Medina, y Haydée Castillo en las que también han convocado a todos los sectores de la oposición en torno a un plan, e incluso dicen que hay que solicitar apoyo de expertos internacionales para que le permitan a los opositores dialogar. ¿Se necesita una mediación internacional para promover ese proceso?
VG: Yo conozco esa iniciativa y me parece que es muy buena. He estado en algunas presentaciones, conozco su propuesta y creo que hay muchísima más coincidencia que diferencias entre nosotros, con ellos y con otros espacios. La propuesta de una mediación internacional debe ser considerada, pero esos son los temas que debemos conversar y ponernos de acuerdo. A mí me parece que los nicaragüenses podemos dialogar, sí superamos todas esas desconfianzas y esa polarización que yo siento que es provocada en muchos casos y bastante artificial, porque la mayoría del pueblo de Nicaragua, desde el 2018, lo que nos está pidiendo es que nos unamos todos y todas. No están pensando en diferencias ideológicas porque realmente este no es el momento y hay que tener misericordia con el pueblo de Nicaragua que está sufriendo tanto. Yo creo que va a demandar este esfuerzo de conjugar ideas, propuestas y acciones, va a demandar de una enorme generosidad de parte de todos los espacios y sobre todo, una generosidad individual.
Hay mucho ruido en las redes (sociales). Algunos son legítimos, otros creo que son bastante provocados y si queremos consolidar los espacio, cada movimiento, cada espacio, cada proceso debe darse el tiempo para avanzar, sin entrar en la dinámica de la confrontación o de los ataques, que es lo que se ha venido percibiendo. Pero yo soy optimista. Yo vi mucha voluntad en Monteverde de tender esos puentes. Lo que debemos de hacer es crear todos juntos un espacio de concertación bajo la base del respeto a esa diversidad y dejar a un lado los resentimientos del pasado y estar consciente de que solo unidos todos vamos a lograr sacar a Nicaragua del terrible entuerto en que nos ha metido la dictadura.
Quiero ser bien clara en este punto del respeto a la diversidad. Mi papá fue asesinado en 1979. Yo no quería regresar a Nicaragua, no sabía cómo iba a respirar el mismo aire que respiraba el Frente Sandinista y regresé tratando de entender qué es lo que nos había pasado en Nicaragua y así me fui acercando y conociendo a personas que trabajaron en los ochenta. Por diferentes razones creyeron en ese proyecto, se vieron envueltos en situaciones que yo reprocho. Realmente, yo en los ochenta me convertí en una contrarrevolucionaria por principio, pero también en los noventa me di cuenta que hay un núcleo de bondad en todas las personas. Que todos y todas hemos cometido errores y que no podemos analizar la cosa descontextualizada, y que en este momento tenemos que hacer un esfuerzo para no constituirnos en jueces de nadie, porque no es el momento de juzgar el pasado. Vamos a tener seguramente un proceso de justicia transicional cuando estemos en democracia y obviamente ahí cada quien va a tener que responder de un lado y de otro si hay acusaciones o víctimas que demanden investigación sobre sus ofensas. Para eso tiene que haber una justicia y tiene que haber una investigación. Y yo estoy convencida de que la impunidad histórica nos tiene en esta situación de desencuentro y de conflicto. Pero en este momento vamos a tener que superar esos dolores, esos rencores, esos prejuicios y esperar el momento para que la reconciliación se dé sobre las bases de la justicia. En este momento, todos y todas somos necesarios para dar la batalla contra esta dictadura.
¿Hay una demanda de exclusión de personas de la oposición o de sectores políticos en este proceso? ¿Cómo se definen los integrantes de este movimiento opositor que dice que debe ser inclusivo y que quiere ampliarse a la participación de otros sectores?
FM. Es una discusión. Se ha dado tanto a puertas cerradas como en el espacio público de las redes sociales. Yo veo con mucha tristeza la polarización de la oposición. Una de las cosas que más me sorprendió al salir de la cárcel fue que los polos están mucho más marcados que en 2021. En el 2021, en el ánimo de ofrecer una plataforma unificada, la oposición se organizó alrededor de un proyecto de elecciones primarias. En febrero se firmó un acuerdo con varios precandidatos y yo interpretaba que muchos de los desencuentros que se dieron fueron naturales de un proceso de elecciones primarias que abrió algunas heridas, que yo espero que estén sanadas, porque la cordialidad y la comunicación que he encontrado entre quienes fuimos en algún momento precandidatos, hoy no somos candidatos a nada. El proceso de Monteverde no es alrededor de ningún plan electoral, es para cambiar las correlaciones de fuerza del régimen y ese cambio requiere entre varias cosas, una voz unificada a lo internacional. Y hay actores internacionales que van a escuchar mejor a alguien que venga, de una experiencia de izquierda. Pondré los ejemplos de europarlamentarios que en algún momento vieron de manera muy grata la revolución. Otro ejemplo, yo tengo una relación muy fluida con la Internacional Liberal y con la red liberal de América Latina. Esa es mi familia política, es a la que yo le voy a hablar. Los grupos de jóvenes están haciendo una excelente labor con las plataformas juveniles internacionales, los grupos de mujeres también. En este momento se requiere una pluralidad de voces para que cada sector pueda hacer la presión internacional de cara al régimen. Yo creo que eso es lo que ha faltado en Nicaragua. Poder explicar con claridad de que ninguno de los polos nos va a resolver problema.
No quiero escaparle a un tema espinoso que Violeta ha puesto sobre la mesa. Yo me siento muy cercano al sector liberal, al sector de la resistencia nicaragüense, y sí, es un sector que ha sentido que el proceso de Monteverde no ha sido lo suficientemente incluyente. Yo agradezco que se me ha permitido explicar esa sensación de insuficiente participación. Y si no creyera que la respuesta fue satisfactoria no estaría en un medio de comunicación de tanta seriedad diciendo que yo salí del diálogo interno del proceso de Monteverde con una satisfacción porque he encontrado de que el plenario, la Asamblea, ha reconocido que se tienen que hacer muchos más esfuerzos de inclusión, de tender puentes, de encontrar los balances adecuados.
Las personas que los están escuchando se estarán preguntando y cuál es el siguiente paso. ¿Existe una especie de hoja de ruta de la oposición para conformarse en una opción de poder, que represente una esperanza para la gente, e incluso para aquellos que están hoy rehenes del propio régimen y que están buscando otra salida?
JT: Sí. Lo que pasa es que nosotros vamos hablando primero un grupo fundacional. Después ampliamos un poco. Y ahorita recientemente duplicamos el espacio de quienes participan en este proceso. Nos vamos poniendo de acuerdo con los que están fuera, con los que todavía no hemos tenido el vínculo de comunicación, aunque hay gente que no participa del proceso de Monteverde, pero que ha tenido reuniones. Hemos tenido varios espacios de conversación con distinta gente y la idea es seguir haciendo eso para ir entre todos construyendo esa hoja de ruta. Ya hemos visto en el pasado como a nosotros nos pasó en la Unidad Nacional, le pasó también a otras organizaciones, salíamos con hojas de ruta diseñadas en un escritorio, que a la hora de la hora, cuando se ponen de frente al uso de la fuerza del régimen y al control total de las instituciones, pues no son cumplibles. No sirve de nada empezar a diseñar cosas en el papel, sino empezar a construir cosas en colectivo. Ahorita lo que tenemos que hacer, si me preguntan cuál es la hoja de ruta, es un cambio de actitud total en la oposición y entender dónde estamos. Hay que poner los pies en la tierra. Estamos todos exiliados y los que están dentro de Nicaragua están básicamente pecho tierra, porque si no van presos. Entonces es con esas condiciones y con los pies en la tierra, que nosotros tenemos que planificar y actuar, porque es la única manera como vamos a lograr cambiar la correlación de fuerzas que tenemos hoy.
¿Pero este proceso que están viviendo ustedes puede ser indefinido o tiene una urgencia de conducir a un resultado político, ya sea en cuanto a su proyección, a su vocería internacional y hacia dentro de Nicaragua?
VG: Sí, efectivamente. En la Asamblea se habló mucho de ese sentido de urgencia y Félix lo planteó en repetidas ocasiones. Todos estamos conscientes que Nicaragua no tiene mucho tiempo, hay demasiado dolor y sufrimiento, queremos ir rápido, pero con paso firme, aprendiendo de las lecciones del pasado. Y se ha planteado que uno de los pasos más importantes debe ser establecer esa articulación con todos los espacios, no necesariamente que todos estemos en un solo espacio, pero que tengamos por fin una visión única, una narrativa única, una estrategia única. Y cada quien trabajando, fortaleciendo su espacio para poder ser más efectivo en la acción de la lucha por la liberación de Nicaragua. Vamos a necesitar avanzar en ese proceso de definir vocería, de tener una mejor definición de quiénes van a asumir qué responsabilidades. Pero ojalá que eso se pueda hacer también en articulación con los otros espacios con los que compartimos los mismos objetivos y la misma visión.
¿Cómo se puede traducir el resultado de este proceso? ¿Están hablando de crear una especie de red de redes o de un movimiento unitario de la oposición?
FM: Una de las cosas que se tiene que corregir es precisamente acelerar el paso de acciones conjuntas para poder desgastar a la dictadura y tener de parte de la comunidad internacional la voluntad de una presión diplomática más fuerte, de sanciones más contundentes, de un desgaste directo a las fuentes de financiamiento de la dictadura, como ha sido el caso del BCIE. Te lo digo a propósito de mi actual presencia en Guatemala y en Centroamérica para esos temas. Se va a requerir un contrapoder en términos más directo, una oposición que le dé la certeza a la comunidad internacional que hay una alternativa democrática de poder. La comunidad internacional está muy preocupada por la inestabilidad de Centroamérica y pareciera como que están negociando estabilidad versus democracia. Si la oposición no da la certeza de que nosotros nos podemos organizar y ser esa plataforma alternativa de Gobierno en el escenario de un colapso de la dictadura va a ser muy difícil poder avanzar, y ese es el paso número uno, ser una fuente real de contrapoder.
Lo segundo es una voz coordinada en foros como Bruselas, creo que la OEA es un espacio desgastado. Tenemos que elevar acciones a Naciones Unidas, como lo ha recomendado la resolución del Consejo de Derechos Humanos de marzo de este año, y quisiéramos que este proceso pudiera llevar o acompañar las acciones recomendadas por Naciones Unidas, por ejemplo, en materia de justicia.
Lo tercero y es un tema con el que no podemos hablar mucho por seguridad es la organización interna de Nicaragua. No es cierto que toda la oposición se fue, no es cierto de que lograron exiliar a la totalidad de los liderazgos, pero tenemos que proteger y cuidar a quien aún está en el país y mantener un cordón umbilical organizativo con los que están adentro.
Y finalmente, el tema del desgaste desde adentro de la dictadura, sí, es la gran posibilidad, ya sea de una implosión o de un desgaste mayor del mismo Frente Sandinista. Y eso implica una oposición que le dé certeza a quienes en este momento están dentro del aparato del Estado, que del otro lado de la mesa hay una oposición razonable, una oposición sensata de que no está pensando mandar al planeta Marte a todos los que son sandinistas o que en algún momento votaron por Ortega. Tenemos información muy clara de que el desgaste interno del Frente Sandinista y del círculo íntimo de Ortega es real, pero no van a tomar las medidas necesarias, y me refiero, por ejemplo, al Ejército, a operadores dentro del Frente Sandinista, no van a tomar el paso de deserción, de alejarse de la dictadura, si no ven del lado de la oposición una voluntad de construcción de una nueva Nicaragua en donde aquellos que no tengan las manos manchadas de sangre, aunque en algún momento pudieron haber creído en el proyecto político del Frente, pero sí tiene las manos limpias, serán parte del proceso de construcción democrático.
Félix habló de una alternativa de Gobierno. ¿Qué quiere decir eso? ¿Están hablando de la transición democrática o alguien contempla crear un Gobierno en el exilio?
JT: El objetivo de este proceso es lograr la transición democrática, posterior a la salida de Ortega y sentar las bases de una democracia sólida. En algún momento va a haber que disputarle el poder a Ortega. Pero en ningún momento se ha hablado de Gobierno en el exilio. Eso no ha sido tema de discusión. Nosotros estamos más bien enfocados en diseñar todo el accionar político para poder hacerlo dentro del territorio nicaragüense, ahí donde creemos que podemos generar los cambios y es el tipo de poder que genera un impacto real en la vida de los nicaragüenses, no un Gobierno en el exilio.