28 de junio 2023
Los torturadores mantuvieron desnuda a la víctima. Le quemaban el cuerpo con cigarros, a veces se turnaban durante el día para violarla. Los cinco policías le advirtieron que seguirían agrediéndola. El caso ocurrió en Nicaragua bajo el régimen de Daniel Ortega, en que las víctimas de abusos de derechos humanos han denunciado todo tipo de tropelías.
“En varias ocasiones deseé que me mataran. Los reté (a los policías) a que me mataran, porque no quería quedar viva”, dijo la víctima al Colectivo de Derechos Humanos Nicaragua Nunca +.
La joven describió cómo un jefe policial la insultó y luego la agredió físicamente antes de violarla. “Me dijo que no podía correr el riesgo de dejar panzona (embarazada) a una perra terrorista como yo, y yo estaba menstruando. Sacó un pañuelo de su bolsa y se limpió y me dijo —al rato vengo porque tengo que disfrutarlo. Le pedí mi ropa y me quedé llorando”.
Posteriormente, afirmó, abusaron de ella dos oficiales subordinados al jefe policial, y luego se sumaron tres más.
Otra mujer aseguró que la dejaron en un cuarto oscuro. Entonces entró la jefa de la celda y cinco hombres. La golpearon y también la abusaron. “La jefa miraba burlándose de mí, me sentía sucia y me dolía el cuerpo”, describió.
Esta prisionera la trasladaron desnuda posteriormente y cinco minutos después la llevaron a la prisión policial de El Chipote, cerca de laguna de Tiscapa en Managua, uno de los centros de torturas de la dictadura nicaragüense.
El informe de sistematización de los 158 casos de tortura en las cárceles de Nicaragua, publicado recientemente por el Colectivo, menciona otros expedientes resguardando la identidad de las víctimas. Son historias dolorosas con consecuencias posteriores en algunos casos: lesiones vaginales, hemorragias, depresión y severo deterioro de la salud mental de las víctimas.
De acuerdo con los datos divulgados, se denunciaron 99 casos de desnudez forzada, 14 amenazas de violación, diez abusos sexuales, diez tomas de fotos y videos bajo desnudez forzada, y nueve violaciones sexuales en relación con las formas de violencia sexual en perjuicio de las víctimas.
Un arsenal de abusos contra la dignidad humana
Los tipos de torturas denunciados por el Colectivo van desde quemaduras (18 casos); choques eléctricos (15); agresiones con armas (73); bombas lacrimógenas (26); arrastramientos (once); baños de agua fría (once); desprendimiento de uñas (siete); asfixia húmeda (nueve); tortura por suspensión (17); entre otros. Abarcan casos realizados en el momento de la detención arbitraria, pero también cuando ya estaban bajo custodia de las autoridades.
Otra víctima dijo que en su caso la tiraron en la Cuesta el Plomo, en el sector oeste de Managua. Narró que tuvo un sangrado que duró entre ocho y diez días, en esos días de calvario no comió nada, y “después todo lo vivido solo quería la muerte”, lamentó.
Los abusos sexuales en las prisiones de Nicaragua han sido denunciados desde las protestas en 2018, cuando miles de ciudadanos fueron víctimas de la represión del Estado que dejó 355 asesinados y 2000 heridos entre el 18 de abril de 2018 y el 31 de julio de 2019. La crisis ha crecido provocando uno de los éxodos más destacados en la historia del país centroamericano, situando el panorama de derechos humanos como uno de los más graves de América Latina.
En el informe se mencionan delitos de abuso sexual como aquel en que cuatro mujeres, detenidas arbitrariamente, fueron víctimas. “La oficial… ella es lesbiana (…) me mandó que me quitara la ropa (…) y totalmente desnuda le hiciera diez sentadillas”, contó la mujer.
Psicóloga Ruth Quirós: “Hay trauma colectivo”
Para Ruth Quirós, psicóloga costarricense e integrante del Colectivo, los casos de violaciones son siempre muy dolorosos y difíciles de documentar, por el alto grado de vergüenza y culpa que sienten las víctimas, en especial cuando se trata de hombres.
Quirós agregó que la tortura en ese sentido es el “medio de control más fuerte que tiene el Estado (de Nicaragua)”, porque este tipo de práctica manda un mensaje colectivo y potente: “las personas saben que, si caes preso, vas a ser torturado y que las cárceles en Nicaragua son centros de torturas”.
“En la historia de Nicaragua ha habido tortura desde hace muchas décadas y hay una población que vive aterrorizada—bajo la metodología del miedo—y pues esto tendría consecuencias no sólo a nivel personal, sino a nivel colectivo. Tenemos que hablar como sociedad de un trauma colectivo”, ahondó Quirós, quien es experta en traumas y ejerce la profesión desde hace ocho años.
El Colectivo de Derechos Humanos Nunca + estableció en su investigación unos 40 métodos de tortura como palizas, golpes con objetos contundentes, choques eléctricos, plástico negro derretido sobre la piel, entre otros.
El documento fue presentado en San José, Costa Rica, en el día internacional de apoyo a las víctimas de las torturas, que se conmemora cada 26 de junio. Desde 2018, la dictadura de Daniel Ortega y Rosario Murillo han perseguido a miles de opositores, promoviendo juicios políticos y condenando a ciudadanos por razones políticas.
Los principales destinos para las víctimas han sido las prisiones del viejo Chipote de la Policía en Tiscapa, el complejo Evaristo Vásquez en el barrio Memorial Sandino y las celdas del Sistema Penitenciario de Nicaragua, donde en ambos casos opera una cadena de mando de estos abusos. Pero también en muchos casos develan la existencia de centros clandestinos de detención.
“El capítulo X señala a presuntos perpetradores identificados a partir de los testimonios de las víctimas, identificándose 156 perpetradores la mayoría de estos agentes policiales, funcionarios de centros de detención penitenciaria y funcionarios de Gobiernos locales y otras instancias”, afirma el informe.
A inicios de marzo de 2023, el Grupo de Expertos en Derechos Humanos sobre Nicaragua (GHREN, por sus siglas en inglés) presentó un informe, en que denunció la comisión de “delitos de lesa humanidad”, torturas y persecución política, entre otros abusos.
“Estas violaciones y abusos fueron perpetrados de manera generalizada y sistemática por motivos políticos, constituyéndose en crímenes de lesa humanidad de asesinato, encarcelación, tortura, incluyendo violencia sexual, deportación forzosa y persecución por motivos políticos”, e indicaron que la población “vive con miedo respecto de las acciones que el propio Gobierno pueda tomar contra ella”, afirmó el informe internacional, en el cual se insta a iniciar acciones legales contra los responsables.
La experiencia del exrector Ernesto Medina
Para el exrector de la Universidad Americana (UAM), Ernesto Medina, cualquier persona que no esté de acuerdo en la actualidad con Ortega y Murillo se convierte en sus enemigos y pueden ser objetos de torturas, un crimen que para él no tiene ninguna justificación y por el que sus responsables deben responder ante la ley.
Según el exrector Medina, los Ortega-Murillo regresaron a Nicaragua a una época que se creía sepultada, refiriéndose al somocismo que hizo de “la tortura y la mentira su instrumento para acallar opositores”.
El académico relató un caso en que conoció a víctimas directas del régimen, a quien un día recibió en su despacho, junto al padre. La joven quería reiniciar sus estudios de derecho y le contó la tortura que sufrió.
“Fue uno de los momentos más terribles que viví en aquellos días, porque el papá y ella me empezaron a dar detalles de lo que había ocurrido. ¡Nadie puede decirme que no hubo actos de tortura! Fue un hecho que muchos de los casos tuvieron un componente sexual. Es un reflejo de la bancarrota moral y el desprecio a la dignidad humana del régimen”, cuestionó Medina desde Alemania.