26 de mayo 2023
Desde hace tres semanas, una sensación de calor bochornoso invade las ciudades del Pacífico, Norte y Centro de Nicaragua, con temperaturas que rondan los 40 grados centígrados, que obligan a los ciudadanos a hidratarse, bañarse más de una vez, y mantenerse en la sombra cuando les sea posible. Y si las personas pueden escapar del clima sofocante, los productores están más preocupados porque sus plantíos y sus animales no tienen la misma oportunidad.
Según el boletín que presenta las perspectivas de lluvia para el período mayo-julio, publicado por el Instituto Nicaragüense de Estudios Territoriales (Ineter), las temperaturas máximas esperada en ese período oscilarán entre 32.5 y 38.5 grados centígrados. Los registros de la segunda decena de mayo muestran que la temperatura máxima absoluta se registró en León con 38.6 grados.
Del mismo modo, el Boletín Agrometeorológico, también de Ineter, advierte que “los acumulados esperados (de lluvia) para la próxima decena estarán por debajo de las normas históricas”, lo que se explica, en parte, por la llegada del fenómeno El Niño, que “está provocando un atraso en el inicio y el establecimiento del periodo lluvioso esperándose déficits alrededor del -40% de los acumulados de lluvia… en las distintas regiones del país”.
“Se preveía que El Niño entraría tarde, (agosto, según las previsiones de Ineter) pero lo hizo muy temprano”, dijo a CONFIDENCIAL un profesional del sector agrícola que prefirió permanecer en el anonimato, advirtiendo que atrasar la fecha de siembra, plantea un riesgo de merma en la producción esperada, a lo que añade que si el costo de los insumos sigue alto, eso puede incidir en que “algunos decidan no sembrar y otros se arriesguen”.
“Cuando la lluvia no es continua, las plantas sufren estrés hídrico”, señaló recordando que a los productores se les enseña a cosechar agua, pero no todos lo hacen, y de todos modos, el agua que fueran capaces de retener no serviría para cubrir un déficit de lluvia tan prolongado como el que se espera.
Añade que “sin crédito, insumos ni facilidades”; sin gremios, y sin oenegés que los apoyen con asistencia técnica y proyectos diversos, los productores, en especial los pequeños, tienen menos probabilidades de éxito, planteando que “tendrán una situación bastante crítica si estos pronósticos climáticos se cumplen… y lo más probable es que se cumplan”.
Ineter: plagas y estrés
Según el Boletín Agrometeorológico de Ineter, las condiciones climáticas predominantes (pocas precipitaciones, altas temperaturas, baja humedad relativa y vientos moderados), generaron plagas en tomate, caña de azúcar y café; así como estrés hídrico en cultivos perennes como café, cacao, frutales y cítricos, “incidiendo en las etapas de desarrollo del cultivo, lo que podría provocar una disminución en los rendimientos y en la calidad de la producción”.
La carne de res, el café y el azúcar de caña son tres de los principales rubros de exportación del país. De ahí que verificar las condiciones en que se encuentran los productores de esos ítems, sea clave para avizorar el comportamiento del comercio exterior, así como la seguridad alimentaria, si se incluyen otros granos como el arroz, el frijol y el maíz.
Un ganadero norteño, que accedió a hablar con CONFIDENCIAL, sin revelar su identidad, dijo que los pastos están secos, detallando que sus colegas de Matiguás, Río Blanco, Mulukukú o Rosita, que usan un pasto natural llamado retana, están sufriendo más que los de otras áreas, porque ante una ausencia de lluvias tan prolongada como la actual, ese pasto se seca por completo, básicamente, porque en esas zonas no pasa tanto tiempo sin llover.
Coincidiendo con lo que este productor ve sobre el terreno, el informe de Ineter señala que, en el caso del ganado “se reporta disminución en la disponibilidad de pastos naturales o mejorados en las regiones Pacífico, norte y central”.
Y si bien las reses de algunos productores están muriendo por falta de alimentación, este ganadero explica que sus animales están sobreviviendo porque él tiene pastos de corte, “pero mis potreros están completamente secos, pese a que estoy en una zona húmeda, no en el corredor seco”, recomendando a los de su gremio “prepararse con alimentación de verano”, o sea, pasto de corte, para sortear los vaivenes del clima.
Café… y azúcar
El café es un gran generador temporal de mano de obra, y fuente de centenares de millones de dólares anuales en ingresos por ventas al exterior, pero ese desempeño podría estar en riesgo, toda vez que “la caficultura tiene menos opciones, dado que existe un mayor riesgo de que las plantas se sequen cuando tienen menos de tres años de haber sido sembradas, porque las raíces aún no han alcanzado suficiente profundidad”, detalló un productor de ese rubro.
Los cafetaleros están preocupados porque no ha llovido en muchas zonas de Matagalpa y Jinotega. “He hablado con muchos productores de esas zonas, y todos están hablando de El Niño. Me dicen que podríamos tener una reducción significativa, porque hay unas floraciones que son tempranas, pero si no le llueve en las primeras siete semanas -y llevamos tres meses de sequía en las zonas cafetaleras- eso se pierde”, explicó.
Esos mismos productores le han expresado su temor de que, de continuar esa escasez de lluvia, terminen sufriendo una reducción de hasta 30% a 40% de la cosecha del grano prevista para este ciclo.
En el caso de la caña de azúcar, el hecho que el período lluvioso del período pasado fuera tan copioso, afectó parcialmente el desempeño de ese rubro, porque las plantas se comportan mejor cuando tienen menos agua y más sol. El hecho que la zafra recién terminó la semana pasada, significa que la escasez de lluvias afectará a unos pocos.
“Los productores privados -que generalmente no tienen riego- están sembrando caña de secano en este momento, y son los que pueden verse mayormente afectados”, explicó un ejecutivo de la industria. Ese sector representa cerca del 20% de la producción total del país.
Las afectaciones climáticas pueden ser muy variadas, dado que la caña se siembra a lo largo de la franja del Pacífico, así que, mientras los productores de occidente observan las nubes, esperando que les llueva aunque sea un poco, sus pares de Rivas se sentirían contentos si dejara de llover un poco, porque ya en marzo estaban recibiendo agua, y las suyas son tierras que no necesitan tanta humedad.