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De Chicago 1886… a Nicaragua 2023

Al inicio siglo XXI, Daniel Ortega y Gustavo Porras comenzaron a utilizar los sindicatos sandinistas como fuerza de choque en contra los Gobiernos

caricatura 1 de mayo

Onofre Guevara López

25 de abril 2023

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Dentro de siete días será Primero de Mayo, fecha que desde los sucesos de Chicago de 1886 ha inspirado reivindicaciones laborales, demostró la crueldad de la lucha de clases y enseñó la dignidad con que pueden afrontar el sacrificio los obreros ante el odio de explotadores y verdugos.

“¡Salud! Tiempo habrá en que nuestro silencio será más poderoso que nuestras voces que hoy sofocan con nuestra muerte”, exclamó el obrero tipógrafo Augusto Spies ante su condena. Sus compañeros también tipógrafos George Engel, Adolfo Fischer, Louis Lingg y Michael Schwab, todos migrantes alemanes; Oscar Neeb, estadounidense hijo de migrantes alemanes; Albert Parson, estadounidense y Samuel Fielden, inglés.

Siete fueron condenados a la horca: Parson, Spies, Engel, Fischer, Fielden, Schwab y Lingg; Neeb fue condenado a quince años de prisión. Hubo apelación, y solo Fielden y Schwab fueron ahorcados. Durante el proceso, donde hubo muchas ilegalidades y un notorio paradójico odio hacia los migrantes, porque los juzgaron, condenaron y mataron jueces y verdugos al servicio de la clase social dominante de una nación forjada por los emigrantes.

Los ocho dirigentes obreros no eran simples migrantes económicos, pues la causa de su salida de Europa fue la persecución por su condición de luchadores sociales por la reivindicación de las ocho horas de trabajo, demanda iniciada en Europa desde 1838. Para 1860, los Gobiernos europeos habían diezmado al movimiento obrero, excepto en Inglaterra, donde se reactivó la lucha.


En 1871 se produjo la Comuna de París, la toma del poder por los obreros durante tres días, que Marx calificó como “un asalto al cielo”, una certeza entonces de que el triunfo de la clase obrera era posible.

II

La lucha por las ocho horas laborales desarrollada por el movimiento obrero europeo, se había desplazado a Estados Unidos, principalmente al norte industrializado durante los años de la Guerra Civil (1861-1866) En 1880, la Primera Internacional Socialista tomó el acuerdo de iniciar la jornada de lucha por las ocho horas de trabajo.

Un año después (1881) los obreros norteamericanos crearon la Federation of organized Trades and Labor Unions (Federación de Sindicatos Organizados) precursora de la American Federation of Labor (Federación Americana del Trabajo) como evidencia del crecimiento de su conciencia de clase ya sus vínculos con el movimiento obrero internacional.

En su congreso de Illinois (1884) esa central obrera decretó que, a partir del primero de mayo de 1886 (de ahí el nombre de la efeméride) debía aplicarse la jornada de ocho horas en ese estado. En la fábrica de tractores McKormick Harvester Works los trabajadores iniciaron la primera huelga el 3 de mayo de 1886, reivindicando la jornada de ocho horas y contra el despido de 1400 de sus compañeros. La represión policial causó la muerte a seis obreros, lo que agregó otro motivo de lucha para los trabajadores en huelga.

El 4 de mayo unos tres mil huelguistas hicieron un mitin en la Plaza Haymarket, donde estuvo presente el alcalde de la ciudad para testimoniar que el acto sería pacífico. Sin embargo, al ausentarse el alcalde, el inspector John Bonfield —con fama de represor— ordenó el fin del acto, los obreros se negaron y mientras hablaba Samuel Fielden, ordenó disparar resultando una indefinida cantidad de muertos.

Luego, un capitán de apellido Ward dirigió un pelotón para terminar de dispersar a los obreros, y en ese momento un provocador —de los que nunca faltan por iniciativa propia o pagado— hizo estallar una bomba matando a siete policías. Fue entonces que se inició la captura de los ocho dirigentes que habían sido organizadores y oradores del mitin; después procesados y condenados. En verdad, los mártires en los sucesos de 1886 en Chicago no fueron solo ocho, sino decenas, pero la justicia patronal castigó con especial odio a los ocho dirigentes.

III

Tres años después, en 1889, en el congreso inaugural de la Segunda Internacional Socialista, reunido en París, con la presencia de Federico Engels —Marx había muerto (1885)— proclamó el Primero de Mayo como Día Internacional de los Trabajadores, en homenaje a los mártires de Chicago. Hasta 1919, la Organización Internacional del Trabajo (OIT) recomendó a los Estados miembros establecieran la jornada de ocho horas. En muchos los países, esa recomendación no pasó de ser eso, recomendación.

En la Nicaragüita capitalista de tercera o cuarta clase —del Tercer Mundo, según otro eufemismo— se organizó el primer sindicato hasta 1922, 34 años después de los sucesos de Chicago, y a tres años de la recomendación de la OIT.

El movimiento obrero, que es el sindicalismo como corriente social organizada, se consolidó 47 años después (1933) y organizó su primera central sindical en 1946 (la Confederación de Trabajadores de Nicaragua) 60 años después. Era un sindicalismo débil, pues el país estaba más atrasado y, en consecuencia, también en el desarrollo de nuestra clase obrera.

En el año 1924 (es el único dato conocido) hubo en León la primera conmemoración del Primero de Mayo en Nicaragua, organizado por la Federación Obrera Nicaragua (FON) central que agrupaba Uniones Obreras artesanales —organismos presindicales— orientada por el Poeta Salomón de la Selva, cuyos dirigentes más destacados eran Tranquilino Sáenz y Eleazar Ayestas.

En lo referente a la jornada de ochos horas, estas fueron reguladas hasta la promulgación del Código del Trabajo (1945) aunque se había efectuado huelgas y movimientos espontáneos desde los primeros decenios del siglo XX por reivindicaciones laborales, entre ellas las ocho horas de trabajo.

IV

La libertad sindical fue alcanzada hasta 1979 con la revolución, durante la cual el sindicalismo tuvo cuatro etapas: 1) creciente creación de nuevos sindicatos, sin restricciones (excepto en algunas grandes empresas privadas); 2) comenzó a desvirtuarse la función sindical con la actividad de la defensa armada de la revolución; 3) en los años noventa se acentuó la división del movimiento sindical.  

Antes, pero más al inicio siglo XXI, Daniel Ortega y Gustavo Porras comenzaron a utilizar los sindicatos sandinistas como fuerza de choque en contra los Gobiernos neoliberales, o democráticos. Previo a las elecciones de 2006, Ortega y Porras, planearon domesticar la actividad de Fetsalud y a través de esta federación, domesticar los sindicatos oficialistas, para cuando llegaran al… “Gobierno contemos con una fuerza sindical adormecida”, decían en su instructiva a la secretaria general de Fetsalud. Ya en el poder en 2007, comenzaron a cumplir con creces su plan contra la autonomía sindical. Así, el sindicalismo pasó de combativo a domesticado.

V

Antes de 1979, el sindicalismo había cruzado un duro proceso de varias etapas de lucha por existir y por defender su independencia durante la dictadura somocista:

La etapa de 1933-1939, fue de represión patronal y chantajes políticos del somocismo; en la de 1940-1948, hubo encarcelamientos individuales y masivos, más calumniosos desde la derecha; en la etapa 1952-1960 hubo un difícil proceso reorganización sindical; de 1960 a 1979, fue de duras luchas políticas y laborales, se desarrolló el movimiento sindical, pero crecieron las divisiones internas.

En la década 1980, en el sindicalismo se inició un proceso de politización al asumir tareas de la defensa armada durante la guerra contrarrevolucionaria, y hubo dejadez de las reivindicaciones laborales inmediatas.

En 1980 también hubo el intento de crear una sola central sindical; para ello, se creó la Coordinadora Sindical, integrada por un representante de una de las nueve centrales sindicales de las diez existentes (la CTN ligada al Cosep, se excusó) cuya tarea sería organizar la central única.  

La Coordinadora Sindical fracasó, porque no se pudo unificar criterios sobre la unidad sindical. En la década 1990, las centrales sandinistas ya estaban controladas a través del Frente Nacional de los Trabajadores (FNT) y esta central es controlada por funcionarios y operadores de la dictadura, entre ellos, Gustavo Porras, presidente de la Asamblea Nacional orteguista, y también presidente del FNT.

Las centrales afiliadas al Consejo Permanente de los Trabajadores (CPT) siguieron influenciadas por la derecha, y algunos de sus dirigentes terminaron en la nómina de diputados y funcionarios del corrupto Gobierno de Arnoldo Alemán. El Gobierno orteguista ha boicoteado y reprimido a los sindicatos del CPT en las empresas estatales, y no se les conoce alguna actividad importante en las empresas privadas donde existen.

VI

Los sindicatos siguen siendo legales, tienen su estructura sindical, pero han dejado de ser órganos de lucha con orientación propia, de clase. No se mueven con autonomía tras reivindicaciones laborales; pero los mueven con objetivos políticos ajenos a sus intereses. El sindicalismo nicaragüense no tiene el dilema de Hamlet de “ser o no ser”, sino el problema de ser y no ser.

Su tragedia es que después de haber superado obstáculos para llegar a ser, y ahora estar sin poder hacer. Pero las causas que le dieron vida no han desaparecido, sino diversificado, y estas mismas causas harán despertar la conciencia de clase adormecida, y los trabajadores retomarán la lucha de modo independiente y de forma digna, como originalmente.

Al margen de estas cuartillas

*La dictadura intenta borrarle su símbolo combativo al Primero de Mayo…

*Ha convocado a “celebrarlo”, en cualesquiera de los dos últimos días de abril…

*El orteguismo coincide con la clase gobernante estadounidense, que para borrar lo de mayo de 1886, creó como “Día del Trabajo” en septiembre…

*En los actos del “Primero de Mayo” en abril, el único orador es el primer mandatario, y el “primer obrero” del país… ¡que nunca trabajó!

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Onofre Guevara López

Onofre Guevara López

Fue líder sindical y periodista de oficio. Exmiembro del Partido Socialista Nicaragüense, y exdiputado ante la Asamblea Nacional. Escribió en los diarios Barricada y El Nuevo Diario. Autor de la columna de crítica satírica “Don Procopio y Doña Procopia”.

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