20 de marzo 2023
Los resultados del debate en el Diálogo Interamericano sobre el financiamiento del Banco Centroamericano de Integración Económica a la dictadura de Ortega, y la petición de los presidentes de las comisiones de relaciones exteriores del senado y el congreso de EEUU a cuatro presidentes centroamericanos para que dejen de aprobar nuevos préstamos a Daniel Ortega en Nicaragua, podrían afectar las aspiraciones reeleccionistas del presidente ejecutivo del BCIE, Dante Mossi, según tres fuentes económicas consultadas por CONFIDENCIAL.
“En los últimos años, las operaciones del Banco en varios países de Centroamérica se han apartado por completo de las cláusulas democráticas consensuadas internacionalmente”, dijo el salvadoreño Napoleón Campos, experto en relaciones internacionales, citando la tesis de que Mossi ha convertido al BCIE en “la caja chica de Daniel Ortega y de Nayib Bukele”, presidente de El Salvador.
Otros dos profesionales (uno de origen nicaragüense y otro costarricense), que conocen el funcionamiento de organismos financieros internacionales, dicen también que la participación de Mossi en el debate puso públicamente en evidencia varias de las grietas de su administración, mismas que sus críticos han venido señalando por años.
“Nunca en la historia del BCIE, un presidente había sido llevado a un debate que era casi como un tribunal informal”, dijo el nicaragüense, añadiendo que “él denotó irresponsabilidad”, cuando culpó a otros por sus propias decisiones, siendo que “las cabezas asumen las responsabilidades, pues de otra forma, significa que no hay gobernanza, además que ‘tiró a las brasas’ a los directores”, cuando dijo que son ellos los que aprueban los préstamos.
Para el costarricense, “Mossi llegó a lavarse las manos”, al pasarle la responsabilidad al directorio, admitiendo que una parte de esa aseveración es cierta, pero obvia el hecho de que “el presidente ejecutivo tiene capacidad para acelerar los proyectos que quiera impulsar”, y por consiguiente, para bloquear o retrasar aquellos que no cuenten con su bendición.
Carta de legisladores estadounidenses
Más allá del impacto que su participación en el debate público debería estar generando entre los directores del Banco, la carta suscrita por el senador Robert Menéndez y el congresista Michael T. McCaul, que lideran los comités de relaciones exteriores de ambas cámaras del Congreso estadounidense, introduce un nuevo elemento en la ecuación, porque podría incidir en las decisiones de algunos de los ejecutivos centroamericanos.
Aunque el costarricense no cree que el debate vaya a tener un gran impacto en el proceso de reelección, observa que “más puede tenerlo la carta en la que desde el Congreso se insiste ante los presidentes centroamericanos, para que dejen de apoyar al Gobierno de Nicaragua”.
Y si por una parte, “hay una presión importante desde distintos sectores para impedir” que se reelija, observa que Dante Mossi también se está moviendo para facilitar recursos a los países de Centroamérica, donde Nicaragua y El Salvador son los más beneficiados, aunque “Costa Rica acaba de recibir 450 millones de dólares para construir Ciudad Gobierno, más otro millón de dólares para financiar la remodelación del edificio de Casa Presidencial, etc.”.
Este experto admite que si se eligiera a otro profesional al frente del Banco, eso no cambiaría el ritmo de los desembolsos, al tratarse de contratos firmados, pero considera que lo más seguro es que los gobernadores se decanten por alguien a quien ya conocen, aplicando el adagio que dice que más vale lo viejo conocido, que lo nuevo por conocer.
Mientras se hace pública la posición de los presidentes centroamericanos ante la carta de los representantes estadounidenses, adelanta que “una reacción patriotera de los presidentes sería un indicativo de que quieren mantenerlo a él al frente del Banco, pero Dante Mossi está endeudando a un país entero, [Nicaragua] de manera laxa, sin tomar en cuenta el deterioro de los indicadores de gobernabilidad democrática”.
Mayor riesgo reputacional
Dado que en algunos ámbitos se percibe a Dante Mossi como un “elemento tóxico” para la imagen del Banco, algunos se preguntan si es conveniente que él siga al frente, en especial al considerar que “nunca el prestigio reputacional del BCIE había estado en entredicho como en este momento, y más con esta presión de los congresistas”, señala el nicaragüense.
“Si él se queda, el Banco sale perdiendo. Cuando se cuestiona a la cabeza de una institución, entonces surgen las dudas”, aseveró recordando que, más de un año después, “no hay respuesta a la carta de los directores en la que cuestionaron el rumbo financiero del Banco. [El salvadoreño] Hugo Martínez escarbó y encontró muchas cosas, y eso despertó a los directores, que comenzaron a ver que algo no andaba bien”, añadió.
El costarricense tampoco cree que sea conveniente que a Dante Mossi se le otorguen otros cinco años al frente de la institución, “porque durante su gestión se ha deteriorado el índice de gastos; ha desmejorado varios indicadores clave, y tiene un manejo demasiado laxo sobre el financiamiento” que otorga a los países.
Citó como ejemplo su apetito por inaugurar oficinas de representación en varios países, lo que “ha incrementado el gasto de manera significativa, sin que haya evidencia de un buen retorno dentro del Banco, mientras ignora el tema de los derechos humanos, sin olvidar que si se le reelige, el Banco habría sido dirigido 20 años consecutivos por presidentes de origen hondureño.
“La imagen del Banco se ha deteriorado de manera importante durante su gestión, por la forma en que maneja la relación con Nicaragua, además que él es poco sensible hacia temas sociales. Este es un banco de desarrollo que no puede hacer caso omiso al tema ambiental, social, de derechos humanos. Cuando se ignoran estos temas, se terminan aprobando proyectos que después son problemáticos para el Banco”, recordó.
El salvadoreño Campos asegura que la función del Banco está desnaturalizada, porque “es una banca para la integración regional, y no para servir como caja chica de proyectos tiránicos. que es a quienes parece servir el señor Dante Mossi, en lugar de servir para el desarrollo de los pueblos centroamericanos, que pasan por el respeto a los derechos humanos”.
“En el caso concreto de Daniel Ortega, y ante los crecientes pronunciamientos por sus abominables violaciones a los derechos humanos, se cuestiona por qué sigue inyectándole fondos a ese régimen, siendo que el respeto a los derechos humanos es parte de las cláusulas democráticas”, precisó.
Del mismo modo, recordó que, en El Salvador, “el BCIE aceptó reorientar más de 200 millones de dólares para complacer el capricho del señor Bukele, de implementar su ‘operación bitcoin’, a sabiendas de que esa moneda digital no solamente era un asunto de especulación, un casino más que se inventó alguno en esta era digital, un esquema internacional de fraude, de corrupción, de lavado de activos”.