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Ortega no ve necesidad de negociar con nadie

Para lograr una Nicaragua para todos, primero hay que romper con el ciclo de impunidad de los dictadores

El presidente Daniel Ortega durante la toma de posesión de su cuarto mandato consecutivo. Foto: Presidencia

Eliseo Núñez Morales

15 de marzo 2023

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El reto de todos los nicaragüenses, y líderes cívico-democráticos en particular, estriba en integrar reglas y compromisos democráticos que no se subordinen a arreglos transaccionales de corto plazo y que al mismo tiempo siembren la base para una cultura política democrática, incluyente de ciudadanos creyentes en la democracia. En este sentido, ideas o propuestas de “arreglos”, “negociación”, “cohabitación” son aspectos que no cuadran o encajan con lo democrático cuando no están aparejadas de la búsqueda de la justicia para las víctimas, un cambio democrático que le devuelva al pueblo el poder de decidir y participar, y el justo rendimiento de cuentas en política.

Lo que necesitamos es un cambio que permita un cambio en la cultura política, en que la justicia se imponga a los arreglos políticos, un cambio comience el proceso de construcción de ciudadanía incentivando la participación, la fiscalización de la administración pública, la tolerancia, el respeto mutuo, la capacidad de convivir con quienes piensen diferente y ahí no habrá necesidad de decretar la cohabitación, la convivencia o como quieran llamarle, ahí seamos capaces de vivir bajo el mismo cielo y llamarnos todos Nicaragüenses sin importar que pensemos diferente, Lo que necesitamos es una Nicaragua para todos, no nos merecemos menos que eso.

Últimamente se vuelve a hablar de salidas negociadas con el régimen de Daniel Ortega, también se oye un nuevo vocablo: la cohabitación, ¿realmente hay posibilidades de que esto suceda o no es más que ruido para distraernos del compromiso real? Todas estas especulaciones parten de una premisa que no es correcta y es de que Ortega estaría interesado en negociar y en cohabitar con quienes piensan diferente, miremos con detenimiento cuales han sido los antecedentes de Ortega y cuál es el comportamiento de Ortega en los últimos años.

Lo primero que debemos saber es que Ortega mira abril del 2018 bajo la misma óptica que vio la guerra de los 80, él se convence y trata de convencer a los suyos que todo es producto de una agresión extranjera y que los nicaragüenses en ambos casos no son más que peones de un imperio y que por lo tanto no tienen poder de decisión, el poder de decisión lo tiene el Imperio, específicamente, Estados Unidos de América.


Basado en esa premisa Ortega piensa que una negociación con cualquier grupo de nicaragüenses es una pérdida de tiempo, la única forma que esta se dé es que el imperialismo se lo pida, como es el caso de Sapoá, o que necesite ganar tiempo mientras se impone militarmente, como es el caso de las negociaciones del 2018 y 2019, actualmente nada hace indicar que alguno de los dos casos exista.

Lo segundo es que Ortega solo negocia si su poder está en riesgo, en el caso de la contra lo estaba por la vía militar y en el 18 lo estaba por la vía de las protestas, en ambos casos Ortega negoció con el principal objetivo de ganar tiempo, así en los 80 vimos esfuerzos como el de Manzanillo y Contadora, ambos impulsados por países latinoamericanos que lo único para lo que sirvieron fue para que Ortega anclara su estrategia de convencer a legisladores de Estados Unidos, a líderes europeos e intelectuales de que él era víctima de una guerra de agresión, este argumento lo hacía negando incluso la condición de nicaragüenses de los que se habían revelado contra la Revolución Sandinista.

Basados en esta segunda premisa podemos decir que hoy Ortega no tiene ninguna razón para sentarse a negociar con nadie, ni nacional ni extranjero y si pensamos que la liberación de los líderes políticos apresados fue por negociación o debilidad estamos dando una lectura equivocada.  Los libera para tratar de que una vez sin presos políticos el tema de Nicaragua baje de tono y así tratar de recomponer sus relaciones principalmente con los organismos multilaterales de crédito y algunos países de Latinoamérica. Este objetivo fue dañado por la decisión de monseñor Álvarez de asumir el martirio, lo que provocó en Ortega una reacción visceral que entre otras cosas lo ha llevado a recibir la condena inequívoca del Papa Francisco. En la respuesta de Ortega a esta condena vemos claramente que no tiene ninguna intención de negociar.  ¿Qué hizo? suspender relaciones con el Vaticano, estemos claros no ve necesidad de negociar nada con nadie.

Ahora miremos la famosa cohabitación, este término propio del Derecho de Familia comenzó a ser usado en clave política en Francia para definir la situación en que el ejecutivo se comparte con adversarios políticos democráticamente electos. Se comparte el poder ejecutivo y los adversarios son democráticamente electos, ambas cosas imposibles, ¿alguien ve a Ortega compartiendo el poder?, ¿alguien ve elecciones libres? yo no las veo, pero peor aún, cohabitar sin haber iniciado un proceso que consiga justicia para las víctimas es no solo inmoral, en términos pragmáticos es perpetuar las mismas condiciones qué han venido generando una dictadura tras otra desde nuestra independencia, seria no aspirar a un cambio en nuestra cultura política, seria simplemente más de lo mismo.

Cualquier salida a la actual dictadura debe ser pacifica, pero debe romper con el ciclo de impunidad de los dictadores, con el ciclo de extermino a los partidarios de los vencidos, con el ciclo de autoritarismos en nombre de la estabilidad, no es cualquier cambio el que necesitamos es un cambio que realmente haga de Nicaragua un país próspero, tolerante y democrático.

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Eliseo Núñez Morales

Eliseo Núñez Morales

Abogado y nicaragüense, exiliado en Costa Rica. Fue diputado de la oposición en la Asamblea Nacional. Fue asesor técnico en organización territorial de la Alianza Cívica e integrante de Hagamos Democracia. Fue jefe de campaña de la opositora Alianza PLI en los comicios presidenciales de 2011.

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