15 de marzo 2023
La Santa Sede ha enfrentado tensos conflictos diplomáticos con los regímenes de Cuba y Venezuela -dos de los principales aliados políticos de la dictadura de Daniel Ortega- debido a las restricciones que estos regímenes han impuesto a la Iglesia católica, pero nunca han llegado al punto de la suspensión de relaciones diplomáticas y quedar a un paso de la ruptura, como es el caso de Nicaragua por decisión unilateral de la dictadura orteguista.
Nicaragua es el primer caso en el continente americano en 162 años en suspender relaciones diplomáticas con la Santa Sede.
En Cuba, las restricciones impuestas a la Iglesia católica por la dictadura de Fidel Castro provocaron roces con el Vaticano, que se mantuvieron hasta la caída del muro de Berlín en 1990.
Con el triunfo de la Revolución Cubana y la instalación del comunismo en la isla caribeña, el 1 de enero de 1959, se impuso que Cuba sería un Estado ateísta, y los miembros del partido comunista tenían prohibido ser católicos.
Los sacerdotes y obispos cubanos tenían restricciones para viajar y las iglesias y parroquias estaban bajo vigilancia de los organismos de seguridad de la dictadura castrista.
“Que Cuba se abra al mundo”, pidió Juan Pablo II
El papado de Juan Pablo II abrió las puertas a un deshielo entre el régimen cubano y el Vaticano. El sumo pontífice visitó la isla en 1998, donde hizo un llamado a la suspensión del embargo estadounidense. "Que Cuba se abra al mundo, y que el mundo se abra a Cuba” fue la frase histórica de Juan Pablo II, siendo el primer jefe del Vaticano en llegar a La Habana.
Gradualmente el régimen cubano hizo ligeras concesiones a las actividades de la Iglesia católica. Se levantaron las restricciones de viaje y se restableció el Viernes Santo como un día de feriado oficial. Con la llegada del papa Francisco, las relaciones con el régimen cubano se mantuvieron cordiales hasta que entraron en otra etapa áspera tras las fuertes protestas antigubernamentales del 11 de julio de 2021.
El régimen cubano en su escalada represiva en contra de los líderes de las protestas, acosó a miembros de la Iglesia que abogaron por el cese de la represión y apoyaron públicamente los reclamos de libertades de los manifestantes, como el padre Rolando Montes de Oca, de la arquidiócesis de Camagüey, el padre Alberto Reyes y sor Nadieska Almeida, quienes sufrieron hostigamiento y actos de repudio.
Esta situación alcanzó su punto más polémico, cuando en una entrevista con Univisión, el papa Francisco fue consultado sobre el acoso a la Iglesia católica y respondió que, para él, Cuba es un "símbolo" y que tenía "una relación humana" con Raúl Castro, hermano de Fidel Castro, que lo relevó en el poder desde 2008 hasta que su lugar lo ocupó Miguel Díaz-Canel en 2018.
Sin embargo, el acoso a la Iglesia católica en Cuba persiste. En diciembre de 2022, Estados Unidos incluyó a Cuba y Nicaragua en su lista negra de países que violan sistemáticamente la libertad religiosa.
En su informe, el Departamento de Estado señala un “creciente acoso hacia los cristianos en Cuba, además de actos de violencia y los arrestos de figuras religiosas por supuestos roles en las sin precedentes manifestaciones opositoras de 2021”.
Pero, la represión y acoso del régimen cubano no ha alcanzado los niveles del régimen orteguista, con 21 sacerdotes y seminaristas que fueron desterrados, encarcelados, exiliados y declarados “traidores a la patria”, entre ellos el obispo de Matagalpa Rolando Álvarez, que continúa encarcelado.
Las tensiones con la Venezuela chavista
En Venezuela tampoco se han alcanzado los niveles represivos de la dictadura de Daniel Ortega, pese a que la Iglesia católica también ha sido una voz de denuncia, principalmente por la crisi alimentaria en el país y las violaciones a los derechos humanos.
El régimen de Nicolás Maduro, buscó capitalizar políticamente el escándalo por abusos sexuales cometidos por sacerdotes, que fue reconocido por la jerarquía católica de Venezuela.
El 6 de julio de 2022, la Conferencia Episcopal de Venezuela (CEV) reconoció que sacerdotes y otros miembros de la Iglesia católica en el país cometieron abusos sexuales contra menores de edad y "personas vulnerables", cuyo número de casos la institución había decidido mantener "en confidencialidad".
El escándalo provocó presiones al régimen de Maduro para proceder con firmeza en enjuiciar de los sacerdotes involucrados, y críticas de organismos civiles y políticos opositores sobre un interés del chavismo en usar esta crisis a su favor para lograr un solapado respaldo de la Iglesia o su mutismo en sus denuncias ante la crisis de derechos humanos.
Vaticano fue interlocutor del primer diálogo con la oposición
En el campo diplomático, el régimen de Maduro oficialmente reconoció el rol del Vaticano como interlocutor para una primera ronda de negociaciones entre el oficialismo y la oposición, en 2016.
Sin embargo, estas negociaciones fracasaron y la oposición venezolana y la comunidad internacional acusaron a Maduro de boicotear el diálogo.
Un reporte del portal de noticias argentino Infobae señaló que, luego de las fallidas negociaciones, el papa Francisco envió una carta al chavismo y a la oposición, remarcando la importancia del diálogo. Pero estas palabras no fueron bien recibidas por la cúpula chavista.
La carta, firmada por el cardenal Pietro Parolin, secretario de Estado de la Santa Sede que también se desempeñó como Nuncio en Venezuela entre 2009 y 2013, exigía el cumplimiento de los acuerdos a través de la “implementación urgente de medidas destinadas a aliviar la grave crisis de abastecimiento de comida y medicinas”. Pidió, además, la liberación de los opositores detenidos y remarcó la necesidad de un “camino electoral”.
“La carta enfureció al chavismo. Diosdado Cabello advirtió en ese entonces que el Vaticano no iba a ‘tutelar a Venezuela’ y consideró una ‘falta de respeto’ que Parolin haya enviado la misiva. Maduro, por su parte, acusó a la Santa Sede de ser un “facilitador” que se dedicó a ‘sabotear’ el diálogo”, cita el reporte.
El rechazo del Papa Francisco al pedido de Nicolás Maduro
En 2019, cuando la dictadura de Venezuela enfrentaba una dura crisis de aislamiento internacional por sus atropellos a los derechos humanos, Maduro solicitó nuevamente la intervención del Vaticano. Pero la respuesta no fue la que esperaba.
Por medio de una carta, el Papa le recordó al dictador venezolano que en el pasado “lo que se acordó en las reuniones no fue seguido por acciones concretas”. Sostuvo, que esa serie de solicitudes se consideraron “indispensables para que el diálogo se desarrolle de manera fructífera y efectiva”, y remarcó “la necesidad de evitar cualquier forma de derramamiento de sangre”.
Además de la contundente respuesta, hubo otro detalle que llamó la atención y que marcó un contraste con respecto a su trato habitual con los mandatarios del mundo: no lo trató de “presidente”. “Excelentísimo señor Nicolás Maduro Moros, Caracas”, citaba el mensaje que partió desde el Vaticano.
Esa carta era privada y sólo se difundieron algunos extractos en la prensa italiana. El papa Francisco nunca reveló su contenido completo, pero sí se refirió a los intentos de la Santa Sede para interceder en la crisis venezolana.
“Yo apoyo a todo el pueblo venezolano, que está sufriendo. Si yo entrara a decir ‘háganles caso a estos países o a estos otros’, me metería en un rol que no conozco: sería una imprudencia pastoral por mi parte y causaría daño. Las palabras las pensé, las repensé y expresé mi cercanía y lo que siento. Yo sufro por todo esto. Ponerse de acuerdo no alcanza. Una solución justa y pacífica. Me asusta el derramamiento de sangre”, dijo en enero de 2019, en el avión de vuelta de un viaje por Panamá.
Sin embargo, pese a que la tirantez diplomática entre el Vaticano y Caracas todavía persiste, el régimen de Maduro, igual a Cuba, no se ha atrevido a suspender relaciones con el Vaticano, como lo hizo unilateralmente Daniel Ortega.