14 de marzo 2023
Estar viviendo en medio de complejas situaciones políticas de factura nacional con proyección internacional, y enfrentando sorpresivos sucesos desagradables a cada momento, pareciera innecesario pensar en hechos que, aun siendo importantes, no son evidentes. Sin embargo, esos hechos que ahora carecen de evidencia, en alguna ocasión futura podrán causar problemas de orden político, ideológico y hasta de carácter moral.
Son cosas que pasan en toda sociedad, aparte de su nivel y de desarrollo en todos los órdenes de la vida de cada país, y de modo inevitable, porque deviene de sus relaciones internacionales, incluso en los países que, por su aislamiento parecen una autarquía, como es el caso de la República Popular de Corea.
Aún no llegamos –ni vamos a llegar— a esa situación en nuestro país, aunque por algunas cosas que aquí suceden se parezcan a las de allá (y son tan obvias, que no necesitamos mencionar) Vamos a concretar la idea: se trata de la influencia política del exterior porque, en primer lugar, el tema no carece de interés y, en segundo lugar, porque ignorarlo sería estar desprevenido en el futuro.
Pensamos en la influencia política, porque es un fenómeno que ya ha tenido honda repercusión en nuestro pasado, sufrimos las consecuencias ahora y amenazan reproducirse en el futuro. Por eso nos preguntamos:
¿Cómo podrían repercutir la solidaridad internacional que seguramente seguiremos recibiendo, en la situación nacional de vulnerabilidad que podría haber en el momento de la liberación?
¿Cuáles podrán ser las maneras en que se expresarán las influencias políticas externas en la mente y en la actividad de los nuevos conductores de nuestro país?
¿Podrán interpretar políticamente bien la solidaridad del país que ahora tiene con nuestra causa, pero que ostenta la paternidad de gobiernos y una dictadura que hemos sufrido en el pasado, y aún hay consecuencias de ello?
El día de mañana, Estados Unidos… ¿cambiará la solidaridad en influencia política, y esta la transformará en injerencia política, pasado mañana?
II
Noten que los tres sustantivos (solidaridad, influencia, injerencia) los hemos subrayado, porque la posible continuidad de su ayuda no solo podría degenerar en influencia e injerencia, sino en algo peor: la intervención, algo con la que ya estuvo presente varias veces en nuestro país, en un no tan lejano tiempo y en su forma más cruel, la intervención armada.
El hecho de abordar este asunto con la verdad –como procuramos hacerlo siempre— nos respaldamos con esta opinión: “Si la verdad es concreta, el lenguaje debe, más que adecuarse a ella, ser parte intrínseca de ella. Decir la verdad, más que una opción, es un arte”.
Y muchas más razones hay, por las cuales decir la verdad es también una obligación.
En esta época la intervención armada –aunque todavía es un método en uso— ha dejado de funcionar en nuestro continente, pero adquirió otras formas: primero como golpe de Estado militar y después como golpe de Estado parlamentario (aplicado en Brasil, Ecuador, Perú) Ambas formas son inspiradas por el mismo autor de las intervenciones armadas… los Estados Unidos.
Con Nicaragua, este país tiene un postgrado en intervenciones. En cuanto a los golpes de Estado militares y parlamentarios ahora serían imposibles, porque el Ejército y el Parlamento no son independientes. Ambos son controlados por la dictadura, y la Asamblea legislativa puede ser utilizada para cualquier cosa, como las medidas ilegales contra 316 personas y de todas leyes anteriores que afectan los derechos humanos y constitucionales de los nicaragüenses.
Quedan entonces, la influencia y la injerencia políticas de posible aplicación. En este asunto, no se puede ni se debe ocultar nada, porque reñiría con la historia, con nuestra historia y la honestidad personal y política.
III
Así también, como no sería honesto ocultar las injerencias, las influencias y las intervenciones armadas de Gobiernos estadounidenses sobre nuestro país, sería deshonesto negar el valor el gesto humanitario de ofrecer el vuelo, el libre ingreso a su territorio y protección para los 222 nicaragüenses liberados el 9 de febrero pasado. El hecho de no fingir ingenuidad ni amnesia sobre la agenda geopolítica estadounidense, no le resta valor ni importancia a su gestión en favor de la libertad, la vida y la familia de nuestros compatriotas.
Pero la política es como es, tiene sus propias contradicciones y matices que no se cambian deseándolos ni ocultándolos. Idealizar las cosas es engañarse a sí mismo, y verlas tal cual son, es acercarse a la verdad.
Hasta este momento, nada evidencia que el Gobierno estadounidense tenga algún propósito de influir en la actividad política de los compatriotas que en su territorio están en libertad. Ellos también –en medio de su diversidad ideológica— están en libertad de tomar sus propias decisiones, una de las cuales ya tomó la mayoría, que es continuar la lucha por la liberación de país del autoritarismo.
En eso nadie pudo haber influido. Ejercer influencia no es posible si el otro no está ideológicamente condicionado para ser influenciado: por afinidad, empatía, debilidad en sus convicciones, algún interés personal y hasta por ósmosis (reciprocidad, interpenetración)
Pero no todo depende solo de la voluntad de quien desea influir sobre el otro. También hay otros factores a su favor: estar en mejor situación y con mayores recursos, desde el económico hasta el cultural. En definitiva, entre influenciar y dejarse influir median situaciones muy complejas.
Por ahora, solo es una breve disquisición sobre un tema siempre actual de la geopolítica, con intención preventiva. Hemos planteado el tema, porque es necesario tenerlo presente, aunque es bueno mantener el optimismo en cuanto a no concederle perennidad a esta mala hora que vive el país, ni tanto optimismo que nos invite a refocilarnos en la ingenuidad política.
Al margen de estas cuartillas
*En eso de no esperar solo lo bueno de una ayuda, en el lenguaje popular hay una vulgar sentencia de alerta: “No hay almuerzo gratis”…
*Sin relaciones mutuas no habría mutuas influencias; sin influencias mutuas no existiría el desarrollo de las ideas; sin el desarrollo de las ideas no habría desarrollo material…
*Pero desde cuando las influencias, el desarrollo de las ideas y el desarrollo material están de un solo lado, la humanidad comenzó a joderse… y no mutuamente…
*En suma, para participar en la política no basta tener voluntad, decisión, valor, entrega, sacrificio y honestidad, sino también una sencilla cualidad: perspicacia…
*Ser perspicaz reclama cierta agudeza, un poco de sagacidad para percatarse de la verdad de las cosas, aunque estas no estén muy claras.
*Así que, se debe procurar pensar y actuar no cuesta nada… por lo menos para no dejarse joder… por ingenuidad.
Tres comadres
Ana Coreta: En mi tiempo el lujoso parasitismo, las impunidades, magníficas atenciones, los servicios esmerados y la servil obediencia, eran y son privilegios de monarcas…
Ana Conda: En el mío, a los presidentes y dictadores tenían y tienen los mismos privilegios monárquicos, pero disfrazados con normas y estilos a la democracia formal…
Ana Lisis: Me disculpan, pero voy a recordar una anécdota del tiempo anterior y otra del mío. Resumo: en 1966 el escritor tico, Joaquín Gutiérrez, escribió en su libro Vietnam: “El Tío Ho Chi Minh, acababa de llegar y estaba en la puerta, buscando con la mirada un lugar vacío. Alguien le señaló un asiento en un palco, pero él se dirigió solo a una luneta libre, dos filas delante de la mía, donde se sentó, abrió un abanico de papel decorado con mariposas y, abanicándose tranquilamente, se sumó al público y aplaudiendo con todos. Estaba allí sin edecanes ni guardaespaldas, el dirigente máximo de un país en guerra, ¡y qué guerra!”
La de mi tiempo: El tío Dany sale de su casa con su Rosario, sube al vehículo blindado, lo escoltan unos diez policías a pie a cada lado, marchando al ritmo del carro; por arriba filma un dron (a veces, un helicóptero); por delante, una gran cantidad de policías en motos; por detrás, una caravana de automóviles llenos de agentes de seguridad; por toda la zona del trayecto, policías armados en alerta; entra a la Plaza entre dos filas de militantes de a pie y en pie, aplauden y agitan banderitas rojinegras; entra a una selva de flores de todos los olores y colores; se sienta frente a otra florería multicolor a lo largo de una larga tribuna; centenares de militantes uniformados con rótulos a todo color con su nombre (el del jefe) sentaditos, muy formales, en sillas adornadas como en una iglesia rica para una boda entre ricos; escuchan y aplauden, sus ojos fijo en él, casi sin parpadear, escuchan un discurso de diez minutos (que dura casi dos horas) Al final, el público de las filas de militantes de a pie y en pie repite el show de la entrada a la salida. Todo en tiempo de paz. (Solo en guerra con sus críticos… ¡y qué guerra!)
Si entre las dos anécdotas usted encuentra alguna coincidencia… ¡será pura fantasía!