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¿Los nicas deben cambiar o conservar su acento en el extranjero?

Tres migrantes cuentan su dilema entre conservar su forma de hablar “nicaragüense” o adaptarse al acento del país donde han emigrado

Katherine Estrada Téllez

19 de febrero 2023

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Tatiana Dávila un día decidió cambiar su tradicional “¡Buenos días!” por un “¡Pura Vida!”. La joven nicaragüense, trabajadora de un centro de llamadas en Costa Rica, lo hizo para que por fin dejaran de preguntarle por su nacionalidad. Al otro lado del teléfono, un interlocutor extrañado rápidamente identificaba que estaba hablando con una persona extranjera.

 Al otro lado del océano Atlántico, en España, Kenia Gago, otra migrante nicaragüense, también luchaba con ciertos “ruidos” en la comunicación, a pesar de que había llegado a un país cuyo idioma era el mismo que el suyo. Al inicio, Kenia no entendía que era ‘hacer la colada’, es decir, meter la ropa a lavar; o se quedaba pensando qué era ‘fregona’ hasta que descubrió que así le llaman al ‘lampazo’, por lo que comenzó a incorporar esas frases y palabras, nuevas para ella, para hacer más fluida y cómoda las conversaciones con su entorno.

Ambas fueron transformando su lenguaje como parte del proceso de adaptación a un nuevo país.


Si bien en muchos países del hemisferio occidental se habla español, cada uno cuenta con un dialecto que lo representa. Los nicas vosean y los ticos utilizan el ‘usted’ y a veces el ‘vos’, en España se utiliza el ‘vosotros’ más que el ‘ustedes’.

El lenguaje no es estático e inamovible, se desplaza de un país a otro con el migrante y muta en la práctica de los hablantes. La migración se ha vuelto la realidad de decenas de miles de nicaragüenses, quienes se exilian por razones políticas y por su seguridad, o se van por razones económicas, por estudios o motivos personales.

Durante el proceso de inserción a su nueva realidad, los nicaragüenses experimentan cambios de cultura, de hábitos y de lingüística y, en muchos casos, deben, incluso, aprender un nuevo idioma de cero. El migrante enfrenta también diversos dilemas sociales y en torno al lenguaje, al intentar integrarse y, a la vez, mantener su idiosincrasia. 

“Hablaba con miedo porque tenía que identificar ciertas jergas y palabras que desconocía, y analizar cómo hablar para que me pudieran entender. Tuve que irme adaptando a nuevas palabras y expresiones, anotaba todo”, cuenta Gago sobre sus primeras interacciones verbales con españoles.

Migró en 2018, a raíz de la crisis sociopolítica de Nicaragua, y actualmente vive en Barcelona. “El choque es bastante fuerte, porque cambia muchísimo (el español) y también porque en algunas zonas se habla el catalán. El cambio de palabras, las conjugaciones verbales, cómo se expresan y un sinnúmero de cosas. Tu cerebro tiene que estar siempre alerta para tener una buena comunicación”, relata. 

Para algunos migrantes, adaptarse al acento puede resultar fácil, para otros no tanto. Las experiencias son diversas y muchas veces dependen del contexto migratorio. “Me costó montones adaptarme al ‘usted’, a decirle a mi hermanita menor ‘tráigame usted’ y me tuve que ir adaptando y dejar el (uso del) ‘vos’ para tener más aceptación”, dice Tatiana Dávila, una migrante que por motivos económicos se trasladó a Costa Rica en 2018.

A pesar que es un país vecino y que la migración de los nicaragüenses ha sido constante a lo largo de décadas, existen jergas, léxicos y tonos verbales dentro del dialecto costarricense que lo diferencian marcadamente del nicaragüense.

Francisco Somarriba es un managüense que vive en Buenos Aires, Argentina, desde 2015. Emigró para estudiar una licenciatura en Economía y ahora realiza su tesis en la Universidad de Buenos Aires, UBA, espacio donde ha compartido con personas de varios países.

Tengo un acento bastante neutro, lo que hizo que no fuera tan chocante al momento de relacionarme con mis compañeros, que no son solo argentinos. Siento que compartimos palabras similares con países de Latinoamérica y nos retroalimentamos, pero me ha pasado que me confunden con personas de Venezuela y  Colombia”, comenta Somarriba.

Apropiarse del lenguaje para adaptarse socialmente

Muchas veces es motivo de burla y hasta de regaños o cuestionamientos el que un migrante nica cambie su forma de hablar por el dialecto y acento usados en el país en que ahora vive. 

En redes sociales abundan parodias, memes, comentarios. Los nicas que no han salido del país o mantienen su habla más inamovible les tildan de “nicas regalados”, les dicen que se les olvidó de dónde son o les reclaman que si es por vergüenza que “ocultan” su acento “original”.

La apropiación de acentos por causa de la migración se da por dos razones, según el catedrático de Lenguas y Literaturas Románicas, Nicasio Urbina: ya sea para integrarse a la nueva cultura o por el entorno.

 “A veces se hace un esfuerzo consciente, a veces inconsciente, por adoptar algunas de las formas verbales, expresiones idiomáticas y el tono que se utiliza en ese país”, describe.

Así lo confirman Gago y Dávila quienes comentan que siempre se preparan cuando hablan con amistades de Nicaragua para no decir algunas palabras que utilizan en el país donde residen por miedo a ser criticados. “Inconscientemente te vas adaptando a todo, incluso al lenguaje, y eso es parte de la integración social y es positivo para quienes migramos”, refuerza Gago.

“A veces escucho mis audios de voz que envió por Whatsapp y reconozco que mi acento ha cambiado. De forma inconsciente yo he aprendido nuevas palabras de cómo llamar las cosas. Por ejemplo, yo a todo le decía ‘paila’, ahora reconozco que hay sartenes y ollas. También deje de llamar ‘traste’ a todo recipiente de cocina. A veces digo plato, taza, tazón  o tupper, y no está mal”, se defiende Dávila.

Los seres humanos manejamos varios idiolectos dentro del lenguaje, independientemente de si hemos migrado o no. El idiolecto es la forma lingüística que la persona usa en determinadas situaciones. 

“Todos manejamos diferentes idiolectos en el día a día. Hablamos de manera distinta entre el grupo de amistades, con los padres, con el entorno de trabajo o cuando se expone (en público). En cada espacio manejamos diferentes dialectos y eso mismo sucede cuando se migra. Se incorporan más idiolectos a tu forma de hablar”, comenta Urbina.

“Vivimos queriendo pertenecer y con miedo a la crítica”

¿Debemos adaptar, perder o conservar nuestra forma de actuar y hablar al migrar? “La adaptación y transformación del lenguaje es una función social”, responde Mónica Brenes, psicóloga y docente en la Universidad de Costa Rica (UCR). Aduce que todas las construcciones que tienen que ver con la identidad son cambiantes y dinámicas, por lo que es positivo adaptar nuevas formas o expresiones para hablar. 

Aunque este proceso sea enriquecedor, existe la creencia de que al transformar o perder el acento o el idioma, también se pierde la identidad relacionada al país de origen, lo que genera, en ciertos casos, un dilema para la persona que migra.

“Vivimos queriendo pertenecer y con miedo a la crítica”, contesta Dávila, quien agrega que mientras intentaba adoptar algunas palabras “ticas” para tener mejor comunicación, oportunidades laborales y aceptación por parte de la sociedad costarricense, también tenía miedo de ser juzgada por las personas en Nicaragua, por las nuevas palabras o cierto tono con el que habla ahora. 

“Los que están del otro lado siempre te critican: ‘se fue a Costa Rica y ya está hablando como tica’, sin saber que uno lo hace para poder calzar”, cuenta. 

A pesar de que Gago también ha tenido cuestionamientos similares por parte de sus amistades, recalca que la inserción al país donde reside también debe ser verbal. “Trato de integrarme porque es lo que hacemos los extranjeros, tener esa adaptación social y verbal. Al final eso crea empatía y te hace más cercana a la gente, por ejemplo, decirle a un español: '¿Qué pasa chaval, qué hay?', lo siente más cercano que decirle: '¡Hola! ¿Qué tal? ¿Cómo ha estado tu día?', lo siento más cercano para el contexto donde vivo”, ejemplifica Gago.

Aunque Somarriba está consciente de que ya tiene bastante marcadas algunas jergas y habla con el “cantadito” argentino, no ha recibido comentarios despectivos por ello y esto tiene que ver con “el grado de conocimiento que las personas (a su alrededor) tienen en torno a la migración o todo lo que ella envuelve”.

Pero existen otras circunstancias en las cuales el migrante debe ocultar o enmascarar su procedencia u orígenes para evitar ser víctima de xenofobia y discriminación, comenta Brenes. “Cuando hay un contexto que está, desgraciadamente, marcado por estas condiciones, las personas pasan justamente por ese ocultamiento, ese intento de dejar de ser de esa nacionalidad”. 

Indica que la discriminación que sufren los migrantes obedecen a la selectividad de aceptación de las migraciones; es decir, no todas las migraciones o los grupos de personas desplazadas son percibidas y tratadas de la misma forma en el contexto del país destino. 

La migración como alimento del lenguaje

Con la migración se vive un intercambio y préstamos lingüísticos. La persona añade nuevos léxicos, idiolectos y dialectos a su lenguaje, pero también hereda a quienes le rodean algunas jergas asociadas a su nacionalidad que alimentan el lenguaje de las sociedades receptoras de migrantes.

“Mis amistades, que conviven conmigo en España, han adaptado muchas palabras, como ‘tuani’, ‘maje’, y ese intercambio es sano y bonito”, comenta Gago, quien invita a las personas a vivir lejos de los prejuicios, a que sean más empáticos y conscientes con las personas que migran.

“Siento que esta adaptación me ha permitido conocer diferentes nombres para llamar a las cosas, me ha dado más palabras que desconocía y esto no me hace ser menos nicaragüense, siento que soy una nicaragüense con más léxico en mis conversaciones”, dice Dávila. 

Gago y Somarriba concuerdan en que esta generación migra y viaja más que las anteriores,  por lo que la sociedad debería normalizar la adaptación del lenguaje y tener una mirada fuera de la crítica. 

“Poco se habla de cómo nos sentimos, todo lo que experimentamos y cómo nos preparamos para enfrentar la migración, así que tanto el país del que salimos como al que llegamos deben ser más empáticos y entender que el migrante lo hace justo como una necesidad de adaptación, es una función social de integración”, comenta Gago.

Ningún acento del español —o dentro de los otros idiomas— es más o mejor que otro. El doctor Urbina explica que todos los idiomas o dialectos tienen el mismo valor lingüístico y enfatiza que para el migrante es importante tener esa flexibilidad para adaptarse a la lengua del país que le recibe y, al mismo tiempo, conservar su identidad y su acento.


Conceptos lingüísticos para entender mejor el idioma

  • Lenguaje: Facultad del ser humano de expresarse y comunicarse con los demás a través del sonido articulado o de otros sistemas de signos.
  • Lengua: Vocabulario y gramática propios y característicos de una época, de un escritor o de un grupo social.
  • Idioma: Lengua de un pueblo o nación, o común a varios.
  • Acento: La pronunciación característica de un grupo de individuos que hablan el mismo idioma y puede variar dependiendo del país o la región dentro del mismo.
  • Dialecto: En lingüística, la palabra dialecto geográfico​, geolecto o variedad diatópica, hace referencia a una de las posibles variedades de una lengua;​ frecuentemente se usa el término dialecto para referirse a una variante geográfica de una lengua asociada con una determinada zona.
  • Idiolecto: La forma de hablar característica de cada persona. Se manifiesta en una selección particular del léxico, de la gramática y también en palabras, frases y giros peculiares, así como en variantes de la entonación y la pronunciación. Cada persona tiene su propio idiolecto y, a su vez, puede cambiarlo según el receptor, es decir, hablar de cierta manera con los amigos, en el entorno laboral o con la pareja.

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Katherine Estrada Téllez

Katherine Estrada Téllez

Periodista nicaragüense exiliada en Costa Rica. Se ha especializado en la cobertura de temas de migración, género y salud sexual y reproductiva. También ha trabajado en Marketing y Ventas y ha sido Ejecutiva de Cuentas.

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