7 de febrero 2023
El periodista brasileño Rosental Alves, uno de los pioneros del periodismo digital en América Latina desde la plataforma del Centro Knight en la Universidad de Texas en Austin, se define como un ciberentusiasta de las oportunidades que Internet ofrece al desarrollo del periodismo, pero aclara que nunca ha sido un ciberutópico,“porque no sé lo que va a pasar” en el nuevo mundo .
"Los malos aprendieron más rápido a usar las redes sociales que los buenos", sentencia Alves, en relación a la emergencia de liderazgos populistas que utilizan las redes de forma intensiva para propagar la desinformación y atizar la polarización política.
Si bien las plataformas de redes sociales sociales han sido imprescindibles para que la prensa en el exilio pueda vencer la censura impuesta por regímenes autoritarios como en Venezuela, Cuba, Nicaragua, y en otros países, también han sido instrumentalizadas por los "enemigos de la democracia" para fomentar la desinformación, mentiras y para la creación de una atmósfera de polarización.
En una conversación en el programa Esta Semana -transmitido por YouTube y Facebook debido a la censura del régimen de Daniel Ortega- Alves explica que sin las redes sociales, movimientos antidemocráticos como el promovido por Donald Trump que promovió el asalto al Congreso de Estados Unidos, el comportamiento negligente del presidente de Brasil, Jair Bolsonaro ante la pandemia de covid-19, o el liderazgo de Nayib Bukele, en El Salvador, no hubiesen llegado hasta donde están.
"Cuando dije que en muchos casos los malos aprendieron a usar las redes sociales antes que los buenos, yo me estaba refiriendo justamente a eso, a la transformación de las redes sociales en armas de desinformación masiva y estos Gobiernos como por ejemplo, el de Bukele, en El Salvador, da a entender que no necesita más que haya periodismo", expresó.
A pesar del poder de las redes sociales, las nuevas iniciativas de inteligencia artificial, y la crisis de la democracia, el veterano ex corresponsal extranjero y catedrático se mantiene optimista sobre el futuro del periodismo. Sin embargo, advierte que para su supervivencia necesita reconocer que el ecosistema mediático ha cambiado y requiere adaptación. Está convencido de que "el periodismo es esencial para una vida democrática civilizada" y que seguirá contando la historia de la humanidad.
El impacto de las redes sociales
Hace unos 10 o 15 años cuando irrumpieron las redes sociales, hubo una gran expectativa de democratización de la comunicación y también fueron celebradas por los medios de comunicación. Hoy las redes sociales tienden a asociarse con desinformación y polarización. ¿Qué ha ocurrido en estos años?
Mucho ha pasado, pero la euforia de la posibilidad de la democratización de la información, yo ya había celebrado antes, cuando empezó Internet en los noventa. Me acuerdo de una visita que hice a Nicaragua (a finales de los 90) y hablamos de eso, cuando tú tenías un periódico de fax y yo te alertaba lo que estaba viniendo. Yo siempre fui un gran entusiasta, o sea la ficha me cayó cuando yo estaba en Harvard en los años ochenta y supe que iba a venir una gran revolución. Entonces, la primera ola fue popularizar Internet y tú tienes toda la razón, lo fuerte pasó cuando vienen las redes sociales, hace unos 10, 15 años y sí había esa esperanza.
Una vez me presentaron en una conferencia como un ciberentusiasta y yo les dije sí, soy un ciberentusiasta, pero no soy un ciberutópico, porque no sé realmente qué va a pasar, estamos entrando en otro mundo. Y realmente, las redes sociales han causado un impacto tremendo; positivo de un lado y negativo de otro. Lo que yo temo es que los malos aprendieron más rápido a usarlas, que los buenos.
Para los medios de comunicación de Cuba, Nicaragua y Venezuela que hacemos periodismo desde el exilio, las redes sociales representan una plataforma imprescindible para derrotar la censura, pero al mismo tiempo plantean una competencia de desinformación
Sí. En casos como el periodismo en el exilio, que se está volviendo una especie de nuevo género de periodismo, porque hay tantos casos en todos los continentes en que los periodistas son forzados a dejar sus países, pero siguen teniendo impacto en los países a través de las redes sociales fue una bendición. Pero, por otro lado, hay otros lugares donde los enemigos de la democracia han utilizado las redes sociales de una forma muy efectiva para propaganda, desinformación, manipulación, mentiras y para creación de una atmósfera de polarización y radicalización que después sale de las redes sociales y van para las calles y se vuelve violencia u otras manifestaciones fuertes.
“Lo vi en WhatsApp, mi tía lo leyó en Facebook”
Cuando la gente dice –esa información la vi en WhatsApp o me lo contó mi tía que lo leyó en Facebook o en Internet, no le importa, si se trata de una información verificada, tampoco se molestan por ir a un medio de comunicación a informarse ¿Significa que la prensa está perdiendo la batalla por la información con las redes sociales?
Yo creo que las redes sociales conspiran contra el periodismo de calidad, aunque no sea su intención. Ellas se mueven con los algoritmos que son programaciones en las computadoras, que son basadas en crear más engagement, más interacción con los usuarios. Ellos juegan con la emoción de la gente, ellos saben más de nosotros que nosotros mismos. Analizan cada paso que damos en Internet y con eso, las mentiras que tocan las emociones de las personas ganan mucho más velocidad que las historias reales basadas en hechos periodísticamente comprobados con los procesos, las metodologías, la deontología del periodismo. Es una competencia desleal, una competencia absurda y hemos visto evidencias abundantes de eso y algo se tiene que hacer. Tengo que decir que las redes sociales han tratado de aliviar un poco ese impacto, pero sigue siendo un gran problema.
Hay un cambio en la manera en cómo accedemos a la información y también hay una crisis de la democracia. Mencionabas algunos liderazgos populistas, que van desde Donald Trump en Estados Unidos, hasta Jair Bolsonaro en Brasil y Nayib Bukele en El Salvador. ¿Qué impacto real tienen estos líderes que utilizan también de manera intensiva la comunicación en las redes sociales?
Un impacto enorme. Sin las redes sociales, estos movimientos antidemocráticos que están cada vez más interconectados, no hubieran llegado adonde llegaron. Cuando dije al principio, que en muchos casos los malos aprendieron a usar las redes sociales antes que los buenos, yo me estaba refiriendo justamente a eso, a la transformación de las redes sociales en armas de desinformación masiva y estos gobiernos como por ejemplo Bukele, en El Salvador, da a entender que no necesita que haya más periodismo.
A mí me dio pánico cuando Bolsonaro fue a Londres, en el funeral de la Reina Isabel. Nunca fue a un hospital en Brasil, donde había gente muriendo por covid, hizo bromas con covid, con la gente muriendo sin poder respirar, pero allá bolsonaristas radicales, brasileños que viven en Londres, atacaban a la prensa brasileña que estaba cubriendo la visita y gritaban: “el periodismo está muerto”. Escuchar eso me dolió hasta el fondo de mi alma, porque lo que estamos viendo es un proceso de ataque a la democracia, uno de los primeros eslabones es atacar el periodismo libre e independiente y tratar de destruirlo. Entonces, ver a una gente brasileña, con la camiseta de la selección de fútbol, gritar que el periodismo está muerto, fue horrible para mí.
La alfabetización de las audiencias
¿Qué alternativas hay frente a esta avalancha de desinformación desde el periodismo de calidad o el chequeo y la verificación de datos por las propias audiencias? Vos has sido un educador durante más de 25 años de periodistas internacionales en periodismo digital. ¿Se puede hacer una alfabetización digital con las audiencias?
Sí. Yo pienso que hoy es más importante tratar de educar a las audiencias. Es lo que yo llamo alfabetización periodística, o sea es muy importante que la gente sepa separar lo que es el periodismo de aquello que parece ser el periodismo, pero no es. Esa distinción es fundamental para lo que dijiste hace un ratito, que la gente dice –lo leí en Internet, lo leí en WhatsApp. Nadie decía lo leí en el papel. Lo importante es saber el origen, y eso no es una cosa ligera, no es una cosa sin importancia. Es una cosa que muchas veces resulta en daños, en muertes.
Creo que miles de personas murieron en la pandemia porque los líderes decidieron, no sé con qué razón, disminuir la importancia del coronavirus y politizar la pandemia. Estoy convencido de que si no fuera por el periodismo en Brasil, por ejemplo, que tuvo un rol esencial en combatir las acciones de Bolsonaro, en un país que tenía una tradición fuertísima de las vacunas de la salud pública, fue en contra de todo y de una forma absolutamente irracional. Y la prensa independiente tuvo que hacer un esfuerzo educacional enorme para combatir eso. Hay consecuencias en el mundo real que son graves.
Más allá de los liderazgos populistas, y la dinámica de los algoritmos, ¿qué efectividad tienen las estrategias de desinformación que promueven algunos Estados, por ejemplo, la Rusia de Putin, Irán o China?
Consiguen un impacto fuertísimo. Veamos el caso de Rusia. Inspira a dictadores en otras partes del mundo. China tiene controles extraordinarios, pero aún en países todavía democráticos como Brasil, por ejemplo, es increíble cómo en estos cuatro años del gobierno de Bolsonaro y el año anterior de la campaña, inspirada en lo que pasó en Estados Unidos, ellos fueron tan efectivos en convencer a la gente, gente en mi propia familia, en todas las familias, porque el país está dividido. Prácticamente, la mitad de Brasil votó por Bolsonaro, creyendo en mentiras absurdas.
Por eso este viernes 10 de febrero, el presidente Lula, va a encontrarse en Washington con el presidente Joe Biden y los asesores de Lula dicen que una de las pautas más importantes que quiere llevar a Biden es el combate a la desinformación. Ver si hay alguna forma de regulación y de control de las redes sociales, que no sea una censura pero que tenga límites y Lula está convencido de que no se puede hacer eso a nivel nacional, que eso tiene que hacerse a nivel global. La propuesta que Lula va a llevar a la Casa Blanca es que ese tema sea prioritario en el G-20, el grupo de las 20 mayores economías del mundo, así que hay movimientos.
Inteligencia Artificial y el Chat GPT
Las nuevas iniciativas de inteligencia artificial como por ejemplo, el lenguaje del Chat GPT, que está en boga en estos días ¿traen una buena noticia, o son una amenaza para el periodismo profesional?
Yo creo que es una buena noticia porque se está llevando hacia adelante el desarrollo de las capacidades computacionales y robóticas, pero asusta. Para el periodismo, trae oportunidades y amenazas también.
Este chat GPT es una de las muchas empresas que están desarrollando inteligencia artificial generativa, o sea, una inteligencia artificial capaz de escribir música, de escribir un poema, de escribir una nota periodística. Ya hace casi 10 años que todos los días hay miles de notas periodísticas publicadas en el mundo, que son producidas por robots. Son notas, por ejemplo, la narrativa de un partido de básquetbol o de fútbol que son solo datos que pueden ser transformados en números o un reporte de acciones de una compañía. Ese tipo de cosas existen ya hace mucho tiempo, pero ahora estamos entrando en otro nivel, tú puedes pedir que escriba un poema, una música y el periodismo está mirando eso con ansiedad, pero muchos medios están tratando de ver qué es lo que se puede hacer.
Por ejemplo, dejar algunas tareas para que el robot haga para que los humanos se puedan dedicar más a otras cosas, pero para los desinformadores, ¡imagínate qué fiesta! deben de estar haciendo estos deshonestos que van a utilizar esto con sus fines de crear mentiras. Eso es parte también de los videos. La manipulación de video que es increíble, que ves a la persona en un video hablando con la voz de ella, pero es todo manipulado.
Algo tiene que ser hecho en términos de regulación en esas cosas también. Una cosa que por siglos es real, es que la tecnología crea problemas y después, con la misma tecnología, los seres humanos crean soluciones para aquellos problemas creados. A pesar de estar preocupado, a pesar de no ser un ciberutópico, yo soy optimista. Yo creo que el mundo se va a arreglar.
¿Cómo ves el futuro de la prensa, dónde ubicas las claves de la innovación, frente a esta avalancha de desinformación, crisis de la democracia, liderazgos populistas y también los costos y beneficios que ofrece la tecnología?
Es una pregunta que podría ser contestada en un libro, en un compendio porque realmente son muchas cosas, pero cuando digo que estoy optimista, es porque el periodismo es esencial para una vida democrática civilizada. El periodismo sigue la historia de la humanidad, quizás desde los tiempos de las cavernas. El contador de historias de cada grupo, nómadas, las historias que explicaban cómo eran las casas, etcétera… los contadores de historias vamos a existir siempre.
El otro punto es que para que el periodismo sobreviva, tiene que reconocer que hay un ecosistema cada vez más diferente del ecosistema mediático que había antes. El periodismo tiene que seguir adaptándose. Tú por ejemplo, trabajabas con papel y tinta, después fuiste para el fax, fuiste para la televisión abierta, después fuiste para la televisión en Internet, eres la historia de la evolución de eso. Yo tengo esperanza de la misma manera que tu muestras flexibilidad para hacer el buen periodismo que haces, no importa en qué medio.