2 de febrero 2023
“La misión técnica del Fondo Monetario Internacional (FMI), ha sido complaciente con el Gobierno de Nicaragua”, opina el economista Marco Aurelio Peña, que califica de “bueno” el desempeño macro del país, por adoptar “políticas macroeconómicas bastante prudentes, que apuntan a la sostenibilidad y a la responsabilidad fiscal, así como por el manejo de muchas variables macro en un contexto de recuperación económica, luego de un trienio de recesión”.
El 16 de noviembre de 2022, una misión del FMI encabezada por Alina Carare, que estuvo una semana en Managua, emitió un Informe lleno de elogios hacia el Gobierno de Nicaragua. Más de dos meses después, el Directorio del Fondo publicó una versión revisada de ese informe, eliminando algunas de las lisonjas -aunque no todas- por lo que la mayor parte de las críticas siguieron en pie.
Durante la entrevista para el programa Esta Noche, que se transmite en línea para burlar la censura de Daniel Ortega y Rosario Murillo, el experto recordó que, más allá de los pronósticos de crecimiento del producto interno bruto (PIB), en alrededor de 3.0%, lo que el Fondo no está viendo es la gran masa de nicaragüenses hambrientos que solo pueden hacer planes para el día a día, sin esperanzas de ver algún tipo de progreso material en sus vidas.
En Nicaragua rige una realidad de contrastes en donde, por un lado, macroeconómicamente se le dice a la gente que está bien y que el país va por buen rumbo, pero en lo micro, “la gente siente, piensa, observa, y dice que va mal, que está mal, y que el panorama es completamente incierto”, contrastó el experto.
Lo dice pensando en los resultados de encuestas recientes, en las que seis de cada diez nicaragüenses jóvenes -es decir, menores de 35 años- dicen que se irían si pudieran irse. Esa misma proporción identifica al desempleo, como el principal problema de su hogar. No es casualidad que al menos seis de cada diez nicaragüenses, diga que el país va por mal rumbo.
El FMI recibe la información oficial del Gobierno de Nicaragua, así que solo conoce las estadísticas económicas y sociales que le entregan, sin acceder a otras fuentes de consulta independientes, como los Informes de Coyuntura y las investigaciones de la Fundación Nicaragüense para el Desarrollo Económico y Social (Funides), o los de la Fundación Internacional para el Desafío Económico Global (Fideg), en materia de pobreza.
“Al no contar con estas organizaciones -porque fueron canceladas jurídicamente de manera arbitraria- el FMI recibe una sola versión, que le pinta un país macroeconómicamente estable y con variables de flujo macro en recuperación, pero esa ‘radiografía’ no refleja la realidad económica acuciante de los nicaragüenses en el día a día”, advirtió.
Nicaragua, país de contrastes
“El crecimiento del 4% el año pasado está beneficiando demasiado exponencialmente a subsectores e inclusive a grandes empresarios, pero no genera automáticamente bienestar social y desarrollo humano a la mayoría de la gente que sigue resintiendo que las condiciones económicas no le favorecen” recordando que la tasa de inflación -que fue de 11.6% en 2022- “es una inflación galopante, es una inflación de dos dígitos”.
Peña recordó que una valoración tan “complaciente” facilita el acceso a “préstamos concesionales, a créditos orientados al desarrollo, a la banca internacional de desarrollo, y a cualquier otro financiamiento para costear obras gubernamentales de infraestructura pública, o programas de desarrollo”.
No es solo medir el PIB
Al recomendar lanzar la mirada más allá de lo que señala ese indicador de crecimiento de la producción de bienes y servicios que es el PIB, Peña coincide con el FMI, que recomienda mejorar el clima de negocios, la gobernanza y la transparencia, refiriendo en este caso, cómo ha desmejorado la posición de Nicaragua en el ranking del Doing Business, que se elabora con datos del Banco Mundial.
En 2012, el país estaba en el puesto número 119 de 190 países, posición que se repitió en 2014, con una puntuación de 58.09. En 2019, Nicaragua descendió al puesto número 142 con una puntuación de 54.40, lo que significa que, “o a nivel interno se desmejoraron las cosas, o los demás países lo hicieron bien”, dijo el también catedrático.
Otra opción más útil es el progreso social, “indicador que nos aproxima a la calidad de vida de las personas y que tiene mucho prestigio”, como lo denota el hecho que lo usaran Funides y el INCAE. En 2014, Nicaragua obtuvo una puntuación de 62.33 para alcanzar el puesto número 74 (de 132 países) en el Índice de Progreso Social. En 2021, el país obtuvo una puntuación similar (62.45 puntos), pero descendió al puesto 108, entre 168 países.
“En materia de progreso social, Nicaragua desmejoró del 2014 al 2021. El progreso social tiene que ver con la calidad de vida, con el acceso a servicios básicos y al aspecto social de la economía”, detalló el experto.
Peña también recordó que en 2021, “Nicaragua fue calificada como el país más corrupto de Centroamérica, y uno de los más corruptos de la región, según Transparencia Internacional, sólo superado por Venezuela”, alcanzando el puesto número 164 entre 180 países. Ese mismo año, se nos consideró “el país menos Pacífico de Centroamérica en tiempos de paz”.
La referencia ‘tiempos de paz’, debe entenderse como ausencia de guerra, de un conflicto armado entre bandos contendientes, ausencia de grupos insurgentes o grupos revolucionarios, según el Instituto de Paz y Economía. Finalmente, citó cifras del Diálogo Interamericano, que grafican la “hemorragia social”, que representa la emigración nicaragüense, para preguntarse si hace sentido que la gente elija correr grandes riesgos para marcharse de un país que tanto el FMI como el Gobierno de Nicaragua pintan “en recuperación”.
“El crecimiento económico es necesario más no suficiente para el desarrollo”, sentenció explicando que al hablar de desarrollo, se refiere al desarrollo humano, “que tiene que ver con libertades y capacidades en un entorno democrático, que no cumple Nicaragua”, así como al desarrollo económico, la redistribución de la riqueza, y el desarrollo sostenible que desacelera el impacto sobre el medio ambiente, y degrada los recursos naturales.