13 de enero 2023
“La educación es un ornamento en la prosperidad y un refugio en la adversidad”
Aristóteles, filósofo griego
Desde 2018 Nicaragua atraviesa abiertamente una crisis sociopolítica y de derechos humanos profunda y severa. El enjambre de protestas sociales hace 4 años obligó al Gobierno actual a sacar su lado más brutal para conservar el poder a cualquier costo. Su disfraz se cayó por completo y su naturaleza silvestre quedó descubierta. La explosión social fue inspirada y protagonizada por estudiantes y jóvenes que demandaron enérgicamente un cambio político y social orientado a la democracia; una vez que el detonante fuera una espuria reforma a la seguridad social y hechos de violencia contra adultos mayores que se manifestaron pacíficamente.
En ese contexto, las vidas de unos 45 estudiantes fueron apagadas en condiciones violentas y más de 37 fueron apresados por razones políticas, de los cuales al menos 7 continúan guardando prisión. En las universidades públicas, la dictadura adoptó fuertes represalias en perjuicio de la comunidad universitaria al expulsar estudiantes y despedir académicos que se sumaron a la ola de manifestaciones antigubernamentales. El pensamiento crítico y la acción disruptiva juvenil provocó una cruzada estatal contra la autonomía universitaria, la educación superior y la libertad académica.
Según la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), se contabilizan unas 150 expulsiones académicas en las universidades públicas nicaragüenses, tratándose de uno de los casos de violación masiva al derecho a la educación más severo en América Latina de los que se tenga registro en la historia reciente. Por si fuera poco, entre 2020 y 2021, el Estado nicaragüense llevó a cabo una ola de cancelación jurídica y confiscación de facto de al menos 5 instituciones privadas de educación superior.
La crisis sociopolítica y el deterioro de las condiciones de vida han causado un éxodo de estudiantes y jóvenes nicaragüenses hacia Estados Unidos, Costa Rica, Panamá, España y resto del mundo. Particularmente, el exilio y la migración nicaragüense hacia Costa Rica se ha multiplicado en los últimos 4 años, diferenciándose un segmento poblacional joven cuyo derecho a la educación en su país de origen le fue negado por expulsión académica, desplazamiento forzado, persecución, amenaza, agresión o cualquier otra razón derivada de la cruzada estatal contra la comunidad universitaria. No son pocos quienes desean empezar o continuar sus estudios universitarios, pero no logran ingresar al sistema de educación superior costarricense.
Las circunstancias del refugiado y del solicitante de refugio en términos de empleo, habitación, salud e instrucción son difíciles. La educación es vital para la inserción sociolaboral del joven nicaragüense en Costa Rica, pero educarse se vuelve sumamente complicado cuando se tiene la necesidad impostergable de pagar las cuentas en uno de los países más caros de la región. La carencia de oportunidades educativas, o el desconocimiento de ellas, limita y pone en riesgo la calidad de vida de este grupo social, el cual es sensible a afectaciones psicológicas derivadas de episodios de violencia sociopolítica y de la huida de su país de origen bajo toda clase de bemoles. Nuestra organización aliada en Suramérica, Aula Abierta, ha conseguido que la comunidad internacional vea a los universitarios como agentes de cambio en vulnerabilidad e inseguridad frente a regímenes antidemocráticos; además de subrayar que la libertad académica es, en todas sus letras, un derecho humano.
En virtud de lo expuesto, un grupo soñador y audaz de jóvenes nicaragüenses que residimos en Costa Rica hemos fundado Iniciativa Puentes por los Estudiantes de Nicaragua (Ipen), una organización civil, constituida bajo las leyes costarricenses, orientada estratégicamente a la gestión de oportunidades de estudios, ayuda humanitaria y actividades de formación en materia de liderazgo, valores democráticos, construcción de paz, habilidades y competencias (idiomas, cursos técnicos, etc.). Nuestra filosofía organizacional se centra en la reivindicación del derecho a la educación para que las juventudes nicaragüenses continúen formándose en función de su propio desarrollo humano y de la transición democrática que amerita Nicaragua.
La mayoría de sus miembros fundadores provenimos de organizaciones estudiantiles y juveniles que emergieron a raíz de los acontecimientos de 2018. Somos un equipo con capacidad técnica y experiencia en proyectos sociales, que hemos sufrido en carne propia la represión estatal (cárcel, expulsión académica, intimidación, amenaza y persecución) por el hecho de ser dueños de nuestra propia conciencia política y social. Somos humanistas beligerantes. De hecho, 3 miembros del equipo han incoado una denuncia internacional contra el Estado nicaragüense ante la CIDH por haber sufrido, injusta y antirreglamentariamente, expulsión académica tras haberse autoconvocado para exigir libertad, justicia, democracia y autonomía universitaria. En esta lid contamos con el asesoramiento jurídico del Centro de Asistencia Legal Interamericano en Derechos Humanos (CALIDH), con sede en Argentina.
Recientemente, Ipen ha suscrito un acuerdo de colaboración con Red Internacional de Derechos Humanos–Europa (RIDHE), con sede en Bruselas, Bélgica, para monitorear y gestionar oportunidades de estudio que beneficien a estudiantes y jóvenes nicaragüenses en condición de exiliados o migrantes. RIDHE es una entidad que busca contribuir al fortalecimiento de la capacidad de los actores vinculados a la promoción y protección de los derechos humanos, proporcionando información, análisis y apoyo técnico. Para RIDHE, el acceso a la educación en favor de quienes les fue negado mediante abuso de poder es un compromiso urgente en materia de realización de derechos humanos.
La colaboración estratégica entre Ipen y RIDHE está proveyendo el trabajo técnico de examen, procesamiento, selección y trámite de las aplicaciones a becas y apoyo socioeconómico en el marco del programa «Educación en Emergencia». Este proyecto genera mucho entusiasmo, simpatía y optimismo al devolverle a los jóvenes la oportunidad de un futuro con formación profesional en Costa Rica. La problemática es muy compleja ya que los jóvenes y estudiantes afectados se encuentran en distintas partes del mundo; sin olvidar a quienes se han quedado desesperanzados en Nicaragua. Como miembro fundador y Vicepresidente de Ipen, me llena de mucha satisfacción aportar desde lo que nos corresponde en la búsqueda de soluciones y opciones a favor de los jóvenes nicaragüenses en el exilio/migrantes.
Costa Rica es un país con una comunidad nicaragüense de casi medio millón de habitantes. El movimiento migratorio nicaragüense hacia el vecino país adquirió otra caracterización con el exilio político a partir de 2018. Ya no sólo se trata de una fuga de músculos (muscle drain), sino de una fuga de cerebros (brain drain). El Estado costarricense durante más de 4 años ha venido recibiendo una numerosa población de estudiantes y jóvenes nicaragüenses que presiona la capacidad presupuestaria de la educación pública. Ipen, organización de la sociedad civil nicaragüense en Costa Rica, ha nacido para intervenir delimitada y eficazmente en una problemática sensible y poco atendida. Ipen es parte de la línea de acción Red de Protección, Defensa y Promoción de los Derechos Humanos en Nicaragua (RedProdepaz Nicaragua), junto con otras organizaciones civiles que están siendo respaldadas con eficacia por RIDHE.
La interrupción del derecho a la educación superior en perjuicio de una población numerosa de jóvenes y estudiantes evidencia la severa crisis de derechos humanos que experimenta Nicaragua. El trabajo simbiótico de sociedad civil y cooperación internacional tiene el potencial de diseñar mecanismos y alternativas para brindarle soluciones a un tejido social hondamente herido por la autocracia en su país. En estas circunstancias, para Ipen es formidable contar con el respaldo y la confianza de RIDHE en esta causa genuina y justa.
Hacemos un vigoroso llamado a que las universidades costarricenses e internacionales adapten sus políticas de ingreso y convalidación en aras de acoger en sus recintos a un conjunto de talentos y liderazgos que tomaron posición por los colores azul y blanco de su bandera nacional. Es absolutamente deseable para nosotros que las democracias americanas, europeas y demás se sumen a este polígono de esfuerzos que apunta a nuevos horizontes y se le devuelva por derecho la educación superior a quienes les fue despojada por la fuerza. Dichosamente, contamos con la solidaridad de 2 universidades de Rumanía, las cuales han prestado las facilidades para que 2 jóvenes nicaragüenses estudien Medicina y Arte en ese fascinante país de Europa oriental, que sabe de lucha contra el totalitarismo.
Desde nuestra experiencia, el desplazamiento forzado ha sido la madre de la invención; aunque la innovación social exige un plus en medio de la adversidad. Las juventudes se inspiran con los ideales más nobles, pero se enfrentan a los intereses más funestos. De todas maneras, donde no hay lucha, no hay mérito y el mérito estriba justamente en el intento. A pesar del enorme costo asumido, para nosotros, los rebeldes de abril, es verdaderamente épico y lírico haber decidido, sin vacilaciones ni reservas, estar del lado correcto de la Historia.