22 de diciembre 2022
Mientras en Washington los tribunales deciden si se mantiene o no el Título 42, la norma sanitaria que permite la expulsión inmediata de migrantes y estaba previsto a haber finalizado este miércoles 21 de diciembre, la frontera de Estados Unidos (EE. UU) con México queda se convirtió en un limbo y con los migrantes expuestos a situaciones de mayor riesgo.
Después de haber cruzado miles de kilómetros, haber sorteado el peligro de los carteles, soportado hambre y atravesado algunos, la hostil selva del Darién (en la frontera entre Colombia y Panamá), los migrantes -principalmente venezolanos- se enfrentan a una decisión: esperar en México o arriesgarse a cruzar de manera irregular.
Con la norma sanitaria en pie, entregarse a la Patrulla Fronteriza deja de ser una opción inmediata para muchos migrantes, que son expulsados como parte de los acuerdos entre el Gobierno mexicano y el estadounidense.
El Título 42, que entró en vigor durante el mandato de Donald Trump (2017-2021) con la excusa de la pandemia, se mantiene vigente después de una medida cautelar del Supremo, que evita que las personas de países como Venezuela o los del llamado Triángulo Norte de Centroamérica, puedan solicitar asilo en EE.UU. Sin embargo, a los migrantes nicaragüenses les continúan permitiendo ingresar para iniciar su trámite de protección internacional.
Desesperados, algunos migrantes deciden arriesgarse, buscando un hueco o una compuerta abierta en el muro fronterizo o bien pagando a coyotes sumas de hasta 1000 dólares para que los guíen a través de caminos para evadir ser capturados por la Patrulla Fronteriza.
Con sus dos hijos, uno de 3 y otro de 6 años, y junto a otra migrante que conoció en México, Samira (nombre ficticio para ocultar su identidad) saltó el muro fronterizo hace varios días y llegó a la ciudad de El Paso, en Texas.
"Lo hice por ellos", contó la salvadoreña a la agencia de noticias EFE, mientras esperaba sentada en la acera, con su hijo más pequeño en brazos, a las puertas de uno de los varios albergues en la ciudad fronteriza que da refugio a los migrantes.
Samira ya había intentado cruzar antes a EE.UU. hace un mes, cuando se entregó a la Patrulla Fronteriza con la intención de pedir asilo, pero fue deportada de vuelta a México.
El papá de sus hijos está en otro estado de EE.UU. y espera poder reunirse con él, pero no ha reunido aún el dinero necesario para un billete de bus y además teme ser arrestada por el camino y expulsada de nuevo fuera del país.
En un recorrido por El Paso, en diferentes sitios donde los migrantes pernoctan en la calle o refugios, EFE pudo hablar con más de una docena de personas que entraron a EE.UU. sin ser detectados por las autoridades fronterizas.
Continúan expulsiones de inmigrantes
El Departamento de Seguridad Nacional de Estados Unidos informó el martes que durante la última semana, han expulsado del país a más de 3400 migrantes que ingresaron por El Paso, amparándose en el Título 42, a México o a sus países de origen, a través de vuelos de deportación acelerada del Servicio de Inmigración y Control de Aduanas (ICE).
Unos 6000 migrantes fueron trasladados a otros sectores para continuar con los procedimientos de control de inmigración y aliviar un poco la presión que enfrenta El Paso, Texas. Especialistas en migración que asisten a connacionales en su paso por México para ingresar a EE. UU. confirmaron el aumento de inmigrantes nicaragüenses, de los que también tienen notificaciones de deportaciones.
En la nota de prensa, el Departamento de Seguridad señaló que los encuentros diarios promedio disminuyeron un 40 por ciento.
“De aproximadamente 2500 por día, a aproximadamente 1500 por día, durante los últimos tres días, a medida que continuamos trabajando con socios en México para desalentar la migración desordenada e interrumpir las operaciones de contrabando delictivo”, cita el texto.
Desde la mañana de este martes, miembros de la Guardia Nacional de Estados Unidos patrullan el muro fronterizo con México, y colocaron alambres de púas para evitar el cruce de migrantes, que la última semana habían formado filas para entregarse a las autoridades migratorias. Varias cadenas de noticias internacionales han transmitido la situación de los indocumentados, que a la intemperie y bajo condiciones climáticas adversas aguardan expectantes las nuevas normas.
Aunque la crisis migratoria se ha centrado en El Paso, provocando una declaratoria de estado de emergencia por su alcalde, Oscar Leeser, debido al aumento de la oleada de inmigrantes, abarrotando refugios y teniendo que dormir en la calle, la cadena de noticias CNN aseguró que en otras partes del lado estadounidense los albergues también están completos. Y lo mismo sucede del lado mexicano.
En El Paso se dispondrán dos escuelas desocupadas y el Centro de Convenciones Judson F. Williams, en el centro de la ciudad, para acoger a los migrantes, señaló en un informe el medio de comunicación El Paso Matters.
Fuerte presencia militar en la frontera
La fuerte presencia militar y policial en la frontera entre México y Estados Unidos, en el límite entre Ciudad Juárez y El Paso, estrechó este miércoles aún más el ya limitado acceso de los migrantes que tratan de pasar.
Un día después de que la Guardia Nacional de EE.UU. colocara alambre de púas en la única parte sin muro de esta zona de la frontera, cientos de migrantes hacían fila este miércoles con la esperanza de que las autoridades estadounidenses les dejen pasar y entregarse.
El estado de Texas envió el martes a más de 400 soldados a la ciudad de El Paso, para "reforzar la seguridad fronteriza", ante el aumento de "cruces ilegales" en la última semana, según señalaba un comunicado del Departamento militar de este estado.
Desde entonces, los soldados armados con fusiles y camionetas militares impiden que los migrantes crucen un estrecho de la frontera, atravesando el río Bravo por la zona sin muro, que ahora está llena de concertinas.
Esta situación forzó a cientos de migrantes a moverse hacia el oeste, donde formaron una fila frente a una compuerta del muro fronterizo.
La Patrulla Fronteriza solo abre de vez en cuando esta puerta que es tan alta como el muro y a cada vez permite que pasen entre diez y quince personas, las detienen y las transportan a un centro de procesamiento para tramitar sus casos, según pudo comprobar EFE.
El objetivo de la Guardia Nacional, en conjunto con el Departamento de Seguridad Pública de Texas (DPS en inglés), es “bloquear la vía de entrada” donde no hay muro y mover a las a que vayan a los “puertos de entrada”, explicó a EFE Elliott Torres, portavoz del DPS.
Sin embargo, debido al Título 42, no es posible para los migrantes solicitar asilo en los puertos de entrada, por lo que las personas deciden entregarse para ser detenidas por las autoridades migratorias.
En la larga fila de migrantes, arropados con cobijas para protegerse del frío que azota a las ciudades fronterizas al caer la noche, había migrantes procedentes de Ecuador, Perú, Nicaragua y Colombia.