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Más allá del fútbol: Lo que nos dejó Catar 2022

Gianni Infantino ha vendido el fútbol al mejor postor. No importa si se violan derechos humanos o se pierdan cientos de vidas en el camino

Gianni Infantino, junto con las autoridades de Catar y el presidente de Francia, Emmanuel Macron, durante la final del Mundial de fútbol 2022. Foto: Confidencial | EFE.

Loanny Picado

19 de diciembre 2022

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Déjenme ser enfática respecto a esta Copa del Mundo, porque más allá de lo futbolístico y la antológica consagración de Argentina como Campeona, Catar ha sido el  Mundial de la ignominia.

Cuarenta millones de dólares ha ganado la albiceleste y 30 millones  los franceses por protagonizar una de las mejores finales de la historia del fútbol, obsequio de la FIFA y la organización catarí. Sin embargo, ni un solo centavo ha caído en los bolsillos de quienes con su vida pagaron el precio de hacer posible esta copa. Alrededor de seis mil trabajadores inmigrantes que murieron a causa de las precarias condiciones laborales mientras construían  los estadios para el evento. 

La otra cara de Catar 

Durante 29 días, el público estuvo hipnotizado festejando el fútbol y los goles, en donde 32 selecciones batallaron para hacerse de la copa. No obstante, pocos se detuvieron para ver qué pasaba a las afueras de la cancha y en la que las grandes empresas mediáticas mostraron muy poco o nada de la otra cara de Catar.

“Luisito Comunica”, un influyente youtuber que cuenta con más de 30 millones de suscriptores en su canal, tuvo la oportunidad de mostrar ese otro rostro.  En ese otro lado de la sede del Mundial, el oro se hace polvo y los hoteles de lujo se convierten en edificios en precarias condiciones donde los cataríes meten a los trabajadores inmigrantes.


En el reporte, el mexicano nos hace un recorrido en la “zona industrial” , alejados de gran ciudad de Doha. Allí, escondidos donde nadie los pueda ver, varios ciudadanos, en su mayoría de India, Bangladesh y Nepal, son puestos en cuartos que comparten ocho y diez personas, con una cocina comunitaria, baños y duchas en estados insalubres.

El pago mínimo que reciben estos trabajadores es de 300 dólares, y gran parte del dinero es enviado a sus familiares. El resto queda en pagar la renta compartida de 50 dólares y con suerte cubrir los gastos de alimentación. 

“Estoy viendo unas cucarachas acá debajo de las duchas. No sé cómo pueden vivir acá, la verdad no es digno”, expresa el influencer durante su recorrido en las instalaciones.

Protestas y censura 

En el transcurso de la competencia las controversias seguían. En el campo de juego y en las graderías, las protestas se intensificaron con algunas selecciones como Inglaterra y Alemania, decidieron mostrar muestras simbólicas en apoyo a los trabajadores inmigrantes y la comunidad LGTBIQ.

Cuando los capitanes de estas selecciones europeas habían decidido portar la banda One Love, un autoritario Gianni Infantino, presidente de la FIFA, amenazó con sanciones y expulsión a los jugadores que portarán este brazalete. Si algo quedó claro en este Mundial, es que el fútbol tuvo nuevos dueños; los jeques millonarios de Catar, quienes compraron a base de sobornos la sede y además impusieron sus reglas, prohibiendo todo tipo de protestas a los presentes.

La libertad de expresión, un derecho humano innegable, fue censurado para los que no compartían los mismos pensamientos e ideologías cataríes. Los aficionados de Irán, usaron la plataforma de la Copa para protestar y  mostrar su apoyo en la defensa de los derechos de la mujeres iraníes, pero los agentes de seguridad de los estadios tenían la orden de sacar a los aficionados o en el mejor de los casos, que no se portará  ningún tipo de pancarta o camiseta evocando al problema social que enfrenta Irán.

A Infantino no le importan los derechos humanos 

Mientras los cataríes  tenían la libertad de expresar su solidaridad con  Palestina, los aficionados y jugadores no podían hacerlo a favor de los luchas sociales. Y es que si algo dejó muy claro la FIFA y el emir de Catar, es que no les importan los derechos humanos, a menos que no les afecten directamente.

Mientras Lionel Messi celebra su  proclamación de Campeón Mundial con la albiceleste, en Irán está a la espera de la horca el futbolista Amir Nasr-Azadani, condenado a muerte por el régimen  solo por apoyar las protestas a favor de la lucha de las mujeres en su país. 

En tanto, Infantino se mantiene al margen, porque sus nuevos aliados de Catar tienen un buena relación con el régimen de Irán. Entre esa agenda apretada del dirigente de FIFA, parece no tener el espacio para rescatar  la vida de un futbolista, porque ante todo, es prioridad asegurar su reelección como presidente y mantener contentos a los cataríes. 

Terminó la Copa del Mundo, pero miles de familiares quedaron sin sus seres queridos. Seis mil almas sacrificadas al unísono por la FIFA y un sector de la prensa que apoyó ciegamente a Catar como “sede perfecta” para hacer un Mundial, sin importar el costo humano que eso significó.  

Infantino ha resultado ser peor que su antecesor, Joseph Blatter, porque ha vendido el fútbol al mejor postor. No importa si se violan derechos humanos, o se pierdan cientos de vidas en el camino; lo más importante es enriquecer sus arcas, usando este maravilloso deporte. 

*Loanny Picado es periodista nicaragüense especializada en deportes, viviendo en Holanda. La columna “Dentro y fuera de la cancha” es una colaboración con la Revista Niú. Puede contactarse y seguir a la autora en sus redes sociales de TwitterFacebook y YouTube. También en su blog: Zona de Penal

 

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Loanny Picado

Loanny Picado

Loanny Picado es periodista nicaragüense especializada en deportes, viviendo en Holanda. La columna “Dentro y fuera de la cancha” es una colaboración con la Revista Niú. Puede contactarse y seguir a la autora en sus redes sociales.

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