13 de diciembre 2022
A mi hermana, Suyen:
Un 7 de diciembre: la doceava visita familiar, finalmente con la presencia de niños y niñas, después de más de un año y medio reclamando ese derecho. Por fin pudieron verse y abrazarse. ¡Cómo me hubiera gustado estar ahí!
Aunque no pudiste tener el gozo de su presencia, sin lugar a dudas, lo más inesperado y conmovedor fue cuando mi mami te mostró las cinco fotos del niño después de 542 días sin verle, más que en tus sueños. Imagino las lágrimas opacando tus ojos, la mezcla del gozo al ver su carita y el dolor de no poderle hablar ni abrazar en 17 largos meses. Me dicen que comenzaste a mostrar las fotos a quienes estaban a tu alrededor. “¡Miren, es mi hijo!”, decías con orgullo y emoción, las lágrimas cayendo sobre tu rostro. Viste lo mucho que ha crecido. “Ya tiene facciones de un niño grande”, comentabas. Sé que no pudiste quedarte con ellas. Igual, imagino tu corazón repleto de amor, de la necesidad de estar con él, de decirle cuánto lo amás y que no estás con él por voluntad propia... que pueda oírlo de tu voz.
Sé que tu desbordante amor por el pequeñín es parte de tu fortaleza. Sé que te llena de fuerza pensar en él: en sus correderas, en los besos de esquimal, los ataques de cosquillas, en esa risa libre y contagiosa que sacó a vos. Me duele pensar lo que sentís a diario sin escuchar: “Vamos a jugar, mamá”. “Te amo, mamá”, o sus “Santitos, buenas noches mamá”.
No sé si fuiste testigo del encuentro tan anhelado, después de más de un año, entre otros padres y madres y sus hijos e hijas; no sé si viste cuando se tiraban al abrazo y platicaban. Me pregunto si sentiste como una espinita en tu cuerpo, chiquita. Al fin sos humana. Pero jamás has sido envidiosa de la alegría ajena. Tu corazón está lleno de empatía, de solidaridad. Siempre quisiste que quienes pudieran, tuvieran a sus hijos e hijas en sus brazos. Realmente, ha sido tu sentido de justicia lo que te ha guiado en todo momento.
Supe que hay un compromiso de visitas para el 24 y 31 de diciembre por motivo de Navidad y año nuevo. Es una nueva oportunidad para el cumplimiento de ese derecho sagrado de tener comunicación con tu pequeño. Que podás oír su voz a través de una llamada; que escuchés ese “Te amo mamá”. No sería raro que te cante una de sus nuevas canciones favoritas: “Baby Shark, doo-doo, Mommy Shark, doo-doo”.
¡Que él pueda escuchar tu voz! ¡Que pueda llenar su corazón con tus palabras de amor, ternura y seguridad! Cuando hablo con él, siempre me dice: “Tía, poné la cámara, quiero verte”. Él necesita verte, una llamada con video es factible en estos tiempos de tecnología, solo se necesita voluntad. En medio de todo, poder verte es lo que le dará un tanto de confianza de que estás aquí en este mundo y no solo en sus recuerdos.
Si algo tan básico como una fotografía te alegró el alma, escuchar nuevamente su voz y verle a través de una cámara sería indescriptible. Sin embargo, no puedo callar el grito de libertad, porque eres inocente y tu hijo tiene el derecho de crecer con su mamá. Quiero verte abrazar al niño en libertad y que sea así para las más de 235 familias en estas injustas condiciones. Una Navidad, una vida sin presos políticos.
Te amo, hermana querida.