1 de diciembre 2022
El grupo hacktivista Guacamaya ha vulnerado los sistemas de información policiales y militares de Chile, Colombia, El Salvador, México y Perú, así como los de empresas minero-energéticas presentes en varios países de la región en el 2022. Por el momento, han revelado información gubernamental y privada de interés público sobre las violaciones de derechos humanos contra civiles, activistas, periodistas, asuntos de seguridad nacional y crímenes medioambientales. Estos ataques cibernéticos son aún más llamativos, debido a que los llevan a cabo los que podrían ser los primeros hackers latinoamericanos con un manifiesto anticolonialista, que busca la liberación de los pueblos mediante el combate del “imperialismo” desde la red.
El comportamiento de Guacamaya puede ser catalogado de diferentes maneras, tales como ciberterrorismo, guerrilla de comunicación o culture of jamming, filtradores o slacktivismo. Sin embargo, el más acertado es hacktivismo, el cual consiste en un conjunto de acciones intencionales y coordinadas en la red que pueden ser legales o ilegales para lograr un objetivo político, como atacar o subvertir alguna estructura de poder existente.
Pero no todos los comportamientos hacktivistas han sido iguales históricamente; existe una primera oleada en la década de los noventa, y una segunda con la aparición de Anonymous. Respecto a la primera oleada, estos ataques cibernéticos luchaban principalmente por la libertad de expresión y la del internet, y lo hacían por medio de dos tácticas: la desfiguración (defacement), que consistía en atacar un sitio web modificando su apariencia estética, casi como un graffiti virtual. Mientras tanto, la “sentada virtual” (net strike o virtual sit-in) era una acción coordinada para ralentizar el servicio de una página web hasta saturarla.
Guacamaya forma parte de la segunda oleada, pues sus objetivos y tácticas son equiparables a las de Anonymous, quienes, además de inclinarse hacia la libertad de expresión, les preocupan los sistemas de vigilancia impuestos por las instituciones privadas y gubernamentales a los ciudadanos a costa de su seguridad. Una de sus tácticas más populares es el doxxing o doxing, es decir, la revelación pública de información en internet sobre una persona u organización.
¿Poetas de la resistencia y la programación?
Este grupo de hackers presuntamente latinoamericano se muestra en internet con un discurso poético anticolonialista. Este busca reivindicar la libertad de todas las comunidades de Abya Yala (denominación empleada por los pueblos kunas de Panamá y Colombia para referirse al continente americano antes de la llegada de Cristóbal Colón) del extractivismo del norte global. Su aparición en internet ha sido contundente, puesto que, además de sus filtraciones, también han desarrollado un concepto estético con cuatro contenidos web: un sitio, un video, un comunicado y un poema.
El primer contenido es la página web, la cual es similar a una wiki y ofrece varios servicios como información general sobre el grupo, recopila históricamente algunas de sus acciones en internet, contiene herramientas de aprendizaje para interesados en ser futuros hackers, posee un enlace para comunicarse con ellos y algunas aclaraciones; la más llamativa de ellas es la cuenta de Twitter @guacamayahacks, que es falsa y no los representa. El segundo contenido es un video de corta duración ambientado con canciones tradicionales y de rap que tienen voces femeninas y letras que aluden a la resistencia y al respeto por la madre tierra. Estas están acompañadas de tres imágenes que representan los ideales y acciones de este grupo, y a las que se sobrepone el código que han empleado en sus ataques cibernéticos.
El tercer y cuarto contenido son el comunicado y el poema en el que manifiestan de forma escrita y sintética su propósito: luchar contra las formas heredadas e impuestas del colonialismo e imperialismo norteamericano y europeo en la región, a saber: el extractivismo del norte global, junto a las actuales fuerzas racistas policiales y militares del Estado-nación. Para ello reivindican el conocimiento y los saberes tradicionales de los pueblos originarios, para lo que recurren al lenguaje del cuidado y el respeto por la matria común: Abya Yala y la temporalidad en espiral.
El troyano anticolonial
A pesar de la aparente coherencia entre sus acciones y su discurso anticolonialista, algunos periodistas son cautelosos frente a Guacamaya, debido a que lo consideran un troyano a favor de los intereses geopolíticos de los Estados Unidos en la región. Sus filtraciones se han localizado en países como Venezuela, Ecuador y Colombia, que, ciertamente, se han distanciado del gigante. Al atacar empresas minero-energéticas como Solway, Enami y Masarov Energy, presentes en estos países, las cuales tienen nexos económicos con China, Rusia e Irán, no perjudican el “imperialismo norteamericano”, sino todo lo contrario: lo favorecen.
Si esto se llegara a comprobar, Guacamaya sería parte de una operación de influencia estatal gestada desde el mismo “imperio” y amparada estratégicamente en un discurso “anticolonialista” con el objetivo de desalentar el creciente apoyo que han logrado China, Rusia e Irán en las audiencias latinoamericanas. Lo cierto es que esta conjetura podría catalogarse fácilmente como una “narrativa conspirativa” y, mientras no se cuente con suficiente evidencia, no dejará de ser más que eso. Sin embargo, este señalamiento nos recuerda ciertamente el fenómeno de WikiLeaks, que en su momento fue considerado un símbolo de la libertad de información, y luego pasó a ser acusado como recurso del Gobierno ruso para desestabilizar la legitimidad del Gobierno de los Estados Unidos.
#GuacamayaLeaks
La presunta existencia de estos hacktivistas del sur global latinoamericano es todo un hito no solo por su origen y objetivos anticoloniales, sino también eventualmente por el alcance de sus filtraciones, las cuales harían tambalear a más de una institución estatal y privada. Además, sus acciones señalan, por un lado, que en la región hay programadores capacitados y con gran experiencia en el campo de la tecnología, desdibujando, así, lugares comunes como la mano de obra poco calificada, con el que Andrés Manuel López Obrador (AMLO) intentó tildar este ataque cibernético. Por otro lado, pone en alerta a los Estados vulnerados y su ciberseguridad, pues esta fue eludida, y sus protocolos de manejo de crisis cibernética son débiles, por no decir inexistentes, como lo muestran el índex en ciberseguridad 2022 y las reacciones gubernamentales.
Gustavo A. Rivero es profesor adjunto en la Universidad de la Salle, Colombia. Magíster en Estudios Internacionales de la Universidad de los Andes. Seleccionado por el Programa de Formación 360/Digital Sherlocks (DFRLab) del Consejo Atlántico para combatir la desinformación.
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