17 de noviembre 2022
La crisis migratoria, que ha significado la salida de más de 200 000 nacionales del país en los últimos dos años, es “un drama que nos interpela” según los obispos de la Conferencia Episcopal de Nicaragua (CEN) que pusieron en la cúspide de sus preocupaciones en su mensaje de Adviento, publicado en su página de Facebook el 16 de noviembre pasado.
En un documento de dos páginas, los obispos muestran sus preocupaciones sobre el acontecer social, político, económico “de nuestra patria”, sin embargo, guardaron silencio sobre la feroz persecución del régimen de Daniel Ortega contra la Iglesia católica que mantiene bajo un régimen de casa por cárcel en Managua al obispo de Matagalpa, Rolando Álvarez, desde el 19 de agosto pasado.
Siete obispos, encabezados por el cardenal Leopoldo Brenes y monseñor Carlos Enrique Herrera, vicepresidente y presidente de la CEN respectivamente, explicaron que como Iglesia se encuentran en un proceso sinodal por orientaciones del papa Francisco y alentaron a que “todos debemos tener las posibilidades de desarrollarnos y hacer de Nicaragua un país de hermanos”.
“Busquemos siempre hacer el bien, de modo que cada vez que hablemos más como hermanos y dejemos fuera el individualismo. Según las prioridades pastorales de nuestra Conferencia Episcopal, buscamos profundizar en nuestras exigencias de nuestra conversión personal y pastoral, para estar como Iglesia a la altura de la misión que el Señor nos ha encomendado. Llamamos a nuestro pueblo a participar de esta búsqueda y a unirse en oración por el buen desarrollo de nuestras cinco prioridades pastorales en nuestra provincia eclesiástica”, afirma el comunicado.
Antes de la publicación de este pronunciamiento eclesial, se conoció un nuevo estudio sobre los ataques de la dictadura a la Iglesia, elaborado por la investigadora Martha Patricia Molina, una abogada nicaragüense que afirmó que los religiosos fueron objetos de 396 agresiones desde 2018, dándose una intensificación de la represión estatal durante 2022.
Además del secuestro del obispo Álvarez, según el informe Nicaragua: ¿Una Iglesia Perseguida?, los religiosos han sido objeto también de 14 procesos penales. Actualmente hay siete sacerdotes encarcelados o condenados, dos seminaristas y un diácono presos, a lo que habría que sumar la situación del obispo auxiliar de Managua, Silvio Báez, en el exilio desde 2019 por recomendación del papa tras amenazas de fanáticos orteguistas.
Ortega también expulsó en marzo pasado al nuncio apostólico y en julio a 18 monjas de la orden de la Caridad, fundada por la madre Teresa de Calcuta, ha impedido la salida del país a un sacerdote y el ingreso a otros ocho en una serie de acciones que se corresponden con un discurso de odio oficial, en que Ortega y la vicepresidenta Rosario Murillo—su esposa— llaman “golpistas” a los sacerdotes y los acusan de haber instigado al asesinato del tirano en 2018.
Hace cuatro años, en realidad, la Iglesia católica denunció la represión del Estado contra los ciudadanos y recibió a las víctimas de la misma en las parroquias, fueron promotores de un diálogo en que el Ejecutivo se comprometió a no seguir atacando a la ciudadanía, lo que nunca cumplió.
Actualmente en Nicaragua hay más de 200 presos políticos, encarcelados en las peores condiciones posibles, según sus familiares y los organismos de derechos humanos que han denunciado el aislamiento al que son sometidos y las condiciones de tortura que les han impuesto las autoridades del régimen.
Según los obispos, el tiempo de Adviento—inicia el 27 de noviembre— se caracteriza por la “espera vigilante”, es decir un tiempo de esperanza y vigilia, arrepentimiento, perdón y alegría. Contrario a esta etapa de silencio, frente al recrudecimiento de la represión, los líderes católicos han sido una voz de denuncia permanente de las violaciones de derechos humanos y han velado por el respeto a las instituciones como han expresado en cartas pastorales en el pasado.
El cardenal Brenes, arzobispo de Managua, viajó recientemente a Roma para reunirse con el papa Francisco. En sus declaraciones públicas, insistió en la necesidad de mantener un diálogo con el Ejecutivo, sin embargo, sus más críticos señalaron que el ejecutivo ha intensificado la represión contra los sacerdotes, lo que ha provocado la solidaridad de las Conferencias Episcopales en toda la región.
Los obispos invitan a los feligreses a celebrar como “Iglesia doméstica”, en cada parroquia, en sus sectores y en familia los novenarios a la Inmaculada Concepción, la fiesta católica por excelencia de los nicaragüenses.