10 de noviembre 2022
La mañana del 10 de enero de 1978, mientras el cadáver de Pedro Joaquín Chamorro Cardenal (PJChC) yacía en la morgue del Hospital Oriental de Managua, el jefe de la redacción del diario La Prensa, Danilo Aguirre Solís, estaba al mando de la edición del magnicidio.
Según los testimonios de entonces, Ernesto Aburto acompañó a las 8:25 de la mañana en su carro a Aguirre Solís, hasta el lugar donde fue asesinado el entonces director del periódico, un crimen que ocurrió en los alrededores de lo que hoy son las instalaciones de la Asamblea Nacional.
Vieron el carro café placa MA-2C454 marca Saab estrellado contra un poste tras el atentado. Después salieron para el centro hospitalario para confirmar el desenlace de aquel ataque a balazos contra un hombre que sigue siendo un símbolo continental de la lucha de Nicaragua contra la tiranía de la dictadura somocista.
Aburto recuerda a Aguirre Solís en la redacción, repartiendo asignaciones entre los reporteros, preguntando sobre los acontecimientos y pendiente de la carpintería de lo que hubiera sido un día imposible en cualquier redacción del mundo. “Debió echarse el dolor en un bolsillo”, describe Aburto, de 74 años, cuando han trascurrido 44 desde el asesinato.
La edición vespertina circuló con un título principal a dos líneas, escrito por el doctor Aguirre Solís: “¡Mandaron a asesinarlo!”. La segunda nota de aquella portada histórica advirtió: “Conciencia nacional reclama justicia”.
El día del entierro de PJChC, el jefe de redacción tituló: “Los enterrados serán ellos”, que resultó ser premonitorio porque la revolución popular contra la dictadura somocista triunfó un año y medio después. Titulares como esos —altamente impactantes para los ciudadanos— relataron páginas de las más memorables de la historia de Nicaragua. Erigieron también al autor de los mismos encabezados en uno de los maestros del oficio.
Danilo Aguirre Solís entró con su esfuerzo a una galería de los grandes periodistas que ha dado Nicaragua, entre los que se cuenta Rigoberto Cabezas, Enrique Gottel, Anselmo Rivas y Pedro Joaquín Chamorro Cardenal. Fue hijo también de una época con nombres destacados como el poeta Pablo Antonio Cuadra, Jaime Chamorro Cardenal, Filadelfo Martínez, Agustín Fuentes, Anuar Hassan, Manuel Eugarrios, Horacio Ruiz, Ernesto Aburto, Ángela Saballos, Filadelfo Alemán y otros más.
El periodismo “combativo” de Danilo Aguirre Solís
Ese tipo de periodismo crítico al poder, Aguirre Solís lo llamó “combativo” en varias entrevistas a lo largo de su vida. “Danilo era un periódico con cabeza, tronco y extremidades. Desde la mañana en que se levantaba en su casa, estaba pensando en el periódico que iba a hacer. Él vivía la pasión del periodismo”, afirma Aburto sobre este hombre, con quien compartía el buen humor, cantaba tango y boleros en reuniones fuera del diario.
Según tres excolegas del doctor Aguirre Solís, consultados para este perfil, su valentía fue una marca personal durante más de medio siglo ejerciendo el periodismo, desde inicios de 1960, cuando fue un reportero desconocido de Radio Mundial.
La fiscalización al poder la ejerció con firmeza como jefe de redacción de La Prensa y después de la revolución que apoyó desde las páginas de El Nuevo Diario, el periódico que fundó el 19 de mayo de 1980 con Xavier Chamorro Cardenal, y que fue su última casa editorial.
Si García Márquez dijo alguna vez que para escribir sus novelas solo necesitó las letras del alfabeto, el maestro nicaragüense ocupó su máquina de escribir para plasmar la crónica de Nicaragua. Sus armas para cumplir ese cometido fueron su talento, una inteligencia nata para adelantarse a los acontecimientos inmediatos y su conocimiento enciclopédico.
Resistió a la dictadura de los Somoza, sobreviviendo a la masacre de los estudiantes el 22 de enero de 1967 con su hermano Sergio Aguirre Solís. Perdió a su hijo, Danilo, asesinado a manos de la Guardia Nacional en 1979.
En su caso, periodismo y política fueron de la mano a lo largo de su vida. Fue diputado entre 1984 y 1997, la primera parte como miembro de la bancada del Frente Sandinista y la segunda del Movimiento Renovador Sandinista, disidente del FSLN. Por un lado, fue uno de los firmantes de la Constitución Política de 1987, que concentró el poder en el Ejecutivo, pero ocho años después respaldó la prohibición de la reelección presidencial reformando la carta magna. Un hito.
Aguirre Solís se desencantó con el FSLN, criticó a Daniel Ortega y denunció la instalación de una nueva dictadura. Se retiró en 2012, después de la venta de El Nuevo Diario en mayo de 2011 —confirmada por la familia Chamorro— al empresario Ramiro Ortiz Gurdián, propietario del Banco de la Producción (Banpro).
Ortiz es uno de los grandes capitales de Nicaragua que respaldó el entendimiento del sector privado con el régimen promoviendo el modelo de “diálogo y consenso”, compró el diario y mantuvo una relación no confrontativa hasta el día en que los empresarios cuestionaron la represión en 2018 y pidieron un adelanto de elecciones para resolver la crisis.
En 2019, END cerró víctima de las presiones de una dictadura cada vez más radicalizada. Muchos entonces recordaron a Aguirre Solís y su legado de denunciar al poder, fomentando de manera paralela el desarrollo social con justicia para Nicaragua.
“Fue un hombre de ideas, comprometido con el cambio social en Nicaragua, proclamando que la justicia social es inseparable de la democracia con libertad”, dijo Carlos Fernando Chamorro, director de CONFIDENCIAL y el programa televisivo Esta Semana, el 11 de noviembre de 2015, un día después del inesperado fallecimiento del maestro, producto de un infarto.
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Su muerte fue una sorpresa para todos los que lo conocieron. En la redacción de El Nuevo Diario, lo llamaban Bananón, Danilo, el maestro, o el doctor a secas —incluido en este último caso Félix, Erick y Sergio, tres de sus hijos— porque era abogado. Su periódico estuvo poblado de personajes como una señora que se dedicaba a recibir las denuncias de los pobladores, que muchas veces le decían que solo habían llegado porque querían ser escuchados. También ahí laboró el asistente Carlos Gutiérrez “el tranquilo”.
“Extraño a los dos (al padre y al periodista). Al segundo porque, si bien en mis primeros 15 o 16 años como periodista traté de formarme algo alejado de él, nunca pude de verdad alejarme de su influencia y sus enseñanzas, y al final terminamos trabajando juntos en El Nuevo Diario. Pero extraño más al segundo. Las pláticas en reuniones familiares, las tertulias, la cantadera y esa costumbre que él tenía de reírse de todo”, cuenta el escritor Erick Aguirre.
Despertaba tanto respeto en la competencia, que conocí periodistas que me dijeron que les hubiera gustado que Aguirre Solís titulara sus notas, aunque hubiese sido solamente una vez, como aquel bolero de Agustín Lara.
El director que de niño fue voceador de periódicos
El doctor nació el 22 de octubre de 1939 en Managua, una ciudad que ya no existe y que creció desordenada después del terremoto de 1972.
Según Erick Aguirre, su padre creció viendo de cerca a las catedrales de la información en el barrio San Sebastián de Managua, en referencia a Radio Mundial y los diarios La Flecha, La Estrella de Nicaragua y La Prensa.
Lo crió su madre Donatila Aguirre, igual que a su hermano Sergio. Desde muy pequeño fue un lector voraz. Trabajaba para colaborar en casa. Según Erick, a los nueve años el doctor tomaba la Calle 15 de Septiembre de la vieja Managua y regresaba por la calle paralela en la noche, después de haber voceado los principales diarios del país.
Recorría los últimos confines de la capital. Así se enamoró del periodismo y de la ciudad que se alojó para siempre en su corazón. Con mucho esfuerzo, se graduó de primaria alimentando su conocimiento con la lectura exploratoria de los diarios que voceaba, y lo que aprendía en sus libros, fuente para su memoria prodigiosa. En las calles, en sus tiempos libres, se divertía jugando béisbol, sin guante, porque no había dinero para comprar uno.
“Se graduó como contador y trabajó como tal en el ferrocarril. Pero pronto dejó eso para trabajar como periodista en Radio Mundial y estudiar Derecho por las noches en la Universidad Centroamericana (UCA). Fue el mejor alumno de la primera graduación”, explica Erick.
Las instituciones democráticas en la historia de Nicaragua y de su clase política. Por Danilo Aguirre Solís https://t.co/vCkgoP9n1p #ENSAYOS
— Erick Aguirre Aragón (@ErickAguirreA) April 15, 2020
Ángela Saballos, una de las periodistas más respetadas de la generación de Aguirre Solís en La Prensa, lo describe como sagaz y agudo periodísticamente, pero también como un hombre de mundo, metido en la bohemia, que compartía con los redactores a su mando ricas discusiones sobre la vida y la profesión.
Para Saballos, el doctor hizo una dupla extraordinaria con Pedro Joaquín Chamorro Cardenal, a la que se sumó el poeta Pablo Antonio Cuadra, convirtiendo la sala de redacción en “un posgrado” para los periodistas.
Aguirre Solís fue un “hombre de bien”, que era el mejor reconocimiento que se podía hacer a cualquier ser humano según el periodista y abogado. Así se lo dijo en una larga entrevista a Saballos que ella tituló “Al maestro con cariño”, y que él enmarcó y colgó orgulloso en las paredes de su oficina de El Nuevo Diario.
“Alto, voluminoso, exuberante, pícaro, Danilo Aguirre tenía un extraordinario sentido del humor; se reía con frecuencia, mostraba fuerza y vitalidad en sus decisiones noticiosas”, agrega Saballos.
Siete años después de su fallecimiento, Aburto asegura que extraña su manera de analizar los acontecimientos. Para él, Aguirre Solís le enseñó a cultivar su instinto y audacia discutiendo las noticias.
Aburto opina que su mentor era asombroso, porque tenía una capacidad de lectura que duplicaba el número de palabras por minuto que absorbe alguien normal. En un día cualquiera, poco a poco el escritorio del doctor se iba llenando con las impresiones de las notas que los redactores dejaban para su corrección manual.
Después de dedicarles el tiempo necesario a la edición de cada noticia, estas regresaban con sus respectivas anotaciones a Aburto y en hojas engrapadas venían también los títulos para que lo digitalizaran, porque el maestro no usaba computadora.
En 2017, el reportero Joaquín Tórrez Arauz, de 46 años, se encontró con media página amarillenta en una caja llena de libros en su casa en Managua. Esa es una prueba de ese sistema de trabajo del maestro del periodismo. La media cuartilla encontrada dice “EmbUSA corta cabezas” como título y tiene tres asteriscos informativos.
Aguirre Solís se refería a la cancelación de visas de Estados Unidos a dos exfuncionarios del Gobierno corrupto de Arnoldo Alemán (1997-2002): el expresidente del Banco Central, Noel Ramírez, y al exdirector del Instituto de Desarrollo Rural, Eduardo Mena.
Un memorioso y conocedor de los deportes
Edgard Tijerino, el gran cronista deportivo, asegura que no ha conocido un periodista, en sus 52 años de vida profesional, como Aguirre Solís: un hombre polifacético, que le podía hablar de deportes con la misma propiedad con que contaba la revolución francesa. Fue él quien le conversó sobre Danton, Marat, Robespierre, Camilo Desmoullins, Mirabei y María Antonieta.
Antes de compartir una redacción como compañeros de trabajo, Tijerino fue un lector de la columna de deportes “Calentando el brazo”, que Aguirre Solís publicaba en el diario La Flecha o La Noticia.
Fue testigo también de cómo, por su conocimiento, podía sugerir ángulos en deportes o advertir sobre vacíos informativos. En su libro De Cayasso a Nemesio, el cronista deportivo asegura que el prólogo de Aguirre Solís se convirtió en un libro dentro de otro. Relató cincuenta años del béisbol en Nicaragua.
“Se jactaba de poder realizar una evaluación precisa sobre cada uno de los redactores. Por las noches durante años era el último en irse: 'Es obligación de un jefe de redacción', decía, y Pedro Joaquín (Chamorro) confiaba en su capacidad y verlo combinar su capacidad de esfuerzos con Horacio Ruiz. Para mí, Danilo es el periodista más completo que ha producido Nicaragua”, afirma Tijerino.
El paseo semanal con los nietos
El otro Danilo Aguirre era el de pater familias. Conoció jovencito a Alba Luz Aragón Dávila, quien se convirtió en su esposa y convivieron durante 56 años hasta 2015. Ambos procrearon diez hijos.
La descendencia creció. Tuvieron diez nietos y tres bisnietos, con quienes solía llenar el microbús blanco cada fin de semana para visitar los Pueblos Blancos, en el oriente de Nicaragua.
Danilo Aguirre Sequeira, periodista como el abuelo y su padre Erick, asegura que el doctor sabía diferenciar los espacios profesionales y personales. Estuvo pendiente siempre de sus travesuras y las comparaba con la de otros miembros de la familia, valiéndose de su memoria.
A medida que fue creciendo, Danilo nieto convirtió el domingo en un desayuno con el abuelo para analizar las noticias. A él le debe el razonamiento de porqué se hizo periodista. “¿Y cómo no vas a serlo?, si desayunás, almorzás y cenás noticias”, asegura que le dijo.
Consejos para editar un texto
También conoció al editor. Corregía con humildad, pero con firmeza, a quienes mandaba a llamar a su despacho. Aún le parece escuchar a su abuelo cuando le señaló sus equivocaciones: “Usá oraciones cortas. Ideas cortas. Trata de contarlo lo más simple posible, que todo mundo te pueda entender” y el clásico de todos: “¡No perdás de vista cuál es la noticia!”.
Aunque Aburto dice que los titulares—que algunos llaman “danilescos” en el gremio— buscaban cómo impactar e informar a los lectores para atraerlos a comprar el ejemplar de El Nuevo Diario, el escritor y periodista Erick Aguirre Aragón asegura que la poesía fluía en los mismos. Su padre le dijo una vez, sin embargo, que ese arte no le atraía mucho.
“Yo le decía: ‘¿Cómo es eso?, si sos un poeta consumado’. Porque para titular como titulaba había que tener dotes de poeta. A lo mejor no le gustaba mucho la comparación, pero es cierto: se requiere de dominio del lenguaje y del tema tratado, inspiración y una gran capacidad de síntesis”, afirma.
Cinco años después de que encontró la media cuartilla amarillenta con el titular de Aguirre Solís en su caja de libros, el periodista Joaquín Tórrez Arauz está convencido de que ese documento debe ser parte de un museo sobre la libertad de prensa donde quepan fotografías, grabadoras y otros objetos, grandes nombres y, por supuesto, ¡encabezados periodísticos!... como aquel “Mandaron a asesinarlo!” que resuena en nuestros oídos más de cuatro décadas después.
Alba Aragón, viuda del Danilo Aguirre Solís: “Su esencia fue el periodismo”
El exdirector de El Nuevo Diario fue un hombre entregado durante su vida al oficio, y su familia
Alba Luz Aragón Dávila, de 82 años, compartió 56 años de matrimonio con Danilo Aguirre Solís hasta que él falleció el 10 de noviembre de 2015. Se conocieron cuando eran estudiantes del Instituto Miguel de Cervantes en Managua y entonces iniciaron su historia de amor. “Todo él me gustó, yo lo vi primero y dije ese es el mío”, recuerda entre risas.
¿Qué era la familia para el doctor Aguirre?
Era casi todo. Tenía también otras cosas en que ocuparse. Le importaba la gente, su entorno, lo que podía hacer por el país.
¿Qué era lo que más alegría le daba?
Su cumpleaños era alegrísimo. Siempre se preparaba todo el año para celebrarlo. Las cosas que lo alegraban era reunirse con sus amigos, cambiar impresiones con ellos. Conversar. Le gustaba cantar cuando hacían sus reuniones.
¿Su canción favorita?
Tenía tantas. No puedo decir de alguna, pero me cantaba una canción y yo a veces le cantaba otra. Le gustaba mucho últimamente la Luna Tucumana (Mercedes Sosa) y la Samba de mi Esperanza. Le encantaba escuchar tango y rancheras mexicanas.
¿Qué era lo que más le disgustaba?
Que sus hijos no hicieran lo correcto. Eso le molestaba mucho.
¿Cuál era su principal manía?
Al principio no le gustaba el Internet, no se acercaba a la computadora. Después le fue agarrando gusto, pero casi no usaba el correo. Solo lo ocupaba para informarse.
¿Cuál era su esencia?
El periodismo. Fue abogado, pero se dedicó al periodismo. Le gustaba tanto que trabajó en eso toda su vida. No lo sentía como un trabajo, no se sentía cansado.