16 de octubre 2022
Víctima de una persecución sin precedentes en la historia de Nicaragua, la Iglesia católica nicaragüense se mantiene fiel a su misión y lucha por elevar su voz en defensa de la dignidad humana. “La Iglesia se fortalece, y sigue adelante con su misión profética. Sea adentro, sea afuera, la voz siempre está ahí”, destaca el sacerdote Erick Díaz, quien se exilió en Estados Unidos por la persecución de la dictadura.
Aunque desde hace años, el régimen que encabezan Daniel Ortega y Rosario Murillo mantiene un discurso de confrontación en contra de una Iglesia que dejó atrás el estilo que usó el cardenal Miguel Obando y Bravo durante sus últimos años, aumentó sus ataques a partir de junio, acusando a sacerdotes y reteniéndolos después, hasta pasar a la detención abierta, y el sometimiento a juicios espurios idénticos a los que aplica a los presos políticos.
En una entrevista con el programa Esta Semana, que se transmite en línea para burlar la censura televisiva del régimen, Díaz recordó: “En todos los tiempos, la Iglesia ha sido perseguida pero nunca nadie la ha podido callar. Al contrario: la Iglesia se fortalece, y sigue adelante con su misión profética. Sea adentro, sea afuera, la voz siempre está ahí, aunque estén encarcelados, su voz —o su silencio— retumba como un rayo. Aquí estamos”.
Destacó que tanto la feligresía como el resto de sacerdotes, tiene derecho a constatar cuál es la situación real de monseñor Rolando José Álvarez, obispo de la diócesis de Matagalpa y administrador apostólico de Estelí, que tiene casa por cárcel desde el 19 de agosto.
“Lo que conocemos únicamente de la situación de su excelencia, monseñor Rolando José, es que está en su casa de habitación, pero no está con su familia”, aseguró, explicando que el religioso está en la que era casa de sus padres, pero está solo, porque ellos ya murieron. “Mucha gente pensó: ‘qué bueno. Está en casa de sus padres. Monseñor está bien. Está atendido por su familia. No. Monseñor Rolando está en casa de sus padres, pero está sin comunicación… solo le acompañan los agentes policiales”, insistió el sacerdote, párroco de la iglesia San José Obrero de El Tuma – La Dalia, en Matagalpa.
Graficando lo que sienten otros sacerdotes y muchos feligreses, el padre Díaz dijo que el estado de monseñor Álvarez “es incierto”, porque no lo han visto desde el 19 de agosto, cuando fue secuestrado junto a otros sacerdotes. “Nos gustaría verlo, para realmente decir ‘monseñor está bien’, pero no lo hemos visto”, para confirmar cuál es su estado físico.
“Quisiéramos verlo, pero hasta el día de hoy no tenemos ningún conocimiento suyo, así que esa es nuestra demanda. Siempre hemos dicho ¿dónde está monseñor? ¿Cuál es su condición? Porque los fieles, la diócesis, el pueblo, los sacerdotes, todos tenemos derecho y queremos saber cuál es su condición, pero no hay mucha información. Solo se dice ‘está bien’, pero ese ‘bien’, no sé a qué se refiere”, reiteró.
Más juicios espurios
Desde su condición de exilio, Díaz consideró “insólito” que sus hermanos en la fe, Ramiro Tijerino, José Luis Díaz, Sadiel Eugarrios, Raúl Vega, Darwin Leiva, Melking Centeno y Sergio Cadena, estén programados para ir a juicio el 1 de diciembre, por “conspiración contra la integridad nacional, y por propagar noticias falsas”.
“Ya sabemos que la justicia de nuestro país está secuestrada. Todos… sabemos que la situación y las leyes de nuestro país están sesgadas”, aseguró recordando que, desde su condición humana, los sacerdotes pueden pecar, “pero no somos delincuentes. No hemos atentado contra la justicia”.
Su posición es que “si la justicia fuera correcta, ciega, y no estuviera sesgada, nosotros nos sometemos también. Si cometemos un delito, nos sometemos a las leyes, porque no estamos por encima de la ley de ninguna manera. Somos ciudadanos, y estamos también para acatar las leyes”.
Díaz consideró “insólito”, e “injusto”, que monseñor Álvarez y los demás sacerdotes estén presos, insistiendo en que “todos son inocentes. No han cometido ningún delito, y están siendo juzgados simplemente por ser voces que han defendido al pueblo, que han estado acompañando al pueblo, y siempre han tenido presente la Doctrina Social de la Iglesia. Son inocentes”, repitió.
Aunque no es delito aspirar a un cargo público, el sacerdote recordó que él y sus hermanos en la fe están abocados a predicar sus creencias religiosas, lo que incluye la defensa de la dignidad humana, y que ninguno de ellos aspira a ser alcalde, diputado, y menos presidente, además de relatar cómo la diócesis matagalpina tuvo que detener la preparación del sínodo diocesano que estaba en proceso.
Y ‘Nicodemo’ le dijo ¡huye!
A pesar de su investidura, y de que por ley, ninguna de sus actividades es contraria a la normativa legal vigente en Nicaragua, el padre Erick Díaz tuvo que tomar la decisión de dejarlo todo atrás, y huir del país para no sufrir el mismo destino que centenares de ciudadanos que llenan las cárceles del régimen por pensar distinto.
Recuerda que el hostigamiento en su contra inició el 14 de agosto, cuando se preparaban para recibir a la imagen peregrina de Nuestra Señora de Fátima, para distribuirla en la diócesis, que ese día tenía previsto clausurar el Jubileo Mariano, pero a las seis de la mañana, mientras se estaba preparando, “llegó una patrulla de la Policía, a decirme que tenía estrictamente prohibido salir hacia Matagalpa, hacia la catedral”.
Su reacción al saber que tenía que quedarse encerrado en la parroquia fue de “sorpresa, porque yo no había hecho absolutamente nada”, así que pasó encerrado todo el día, con una patrulla policial aparcada en la entrada de la parroquia. Al día siguiente, él tenía una misión en una comunidad, y la patrulla llegó hasta la comunidad donde él tenía que estar.
El día sábado logró salir cuando los agentes policiales apenas estaban llegando, por lo que solo pudieron tomarle fotografías y lanzarle improperios. Al día siguiente, domingo, dijo misa con la presencia de agentes policiales vestidos de civil, que tomaban fotografías y hacían videos, lo que lo convenció de que “la situación se iba agravando”.
Añade que “alguien de adentro” -a quién él denomina ‘el buen Nicodemo’- le había dicho que “por seguridad no podemos exponer a las personas”, además de informarle que lo tenían en una lista de sacerdotes, hasta que el día martes le confirmó que ese día iban a capturarlo, y que lo mejor era que escapara, por lo que en término de media hora salió “prácticamente a como estaba. Solo con mis cosas personales, lo más básico, pero sin ropa, sin nada. Me tocó salir para resguardar mi vida y mi seguridad”, relató.