11 de octubre 2022
En la última conferencia de la OEA en Lima, en su resolución del 7 de octubre del 2022, fue la enésima resolución acerca del Gobierno dictatorial Ortega y Murillo, por su constante violación de los derechos humanos de los nicaragüenses. Cuando ya parecía íbamos a conocer otra de las resoluciones rutinarias, se impuso el galopante empeoramiento nuestra situación política y, por primera vez, incluyó el reclamo por la libertad inmediata de los presos políticos, más la Comisión de Alto Nivel para investigar, mediar y buscar alternativas. Todo fue aprobado casi unánime, pero fue aprobado por aclamación.
El “casi” –adjetivo simulador de la totalidad— lo pusieron dos vecinos, El Salvador y Honduras, más San Vicente y Las Granadinas, con aclaraciones “al pie de página”, como hojas de parra para tapar sus vergüenzas, porque saben que todas las denuncias son ciertas. Prefirieron hacer aclaraciones acerca del sabor neutro de lo que no sabe ni a chicha ni a limonada.
Y quién sabe, sino también lo hicieron: Bukele por aquello de las barbas del vecino; doña Xiomara por aquella ayuda de Ortega a Zelaya; y el míster de Vicente y Las Granadinas… por aquello de los dólares de Taiwán que ya no recibe Ortega. Nada por principios, solo cosas con un fin oportunista.
Como fuere y por lo que fuere, quien se hace el ausente no puede ocultar la realidad que le circunda. Esa realidad, es la de nuestro país, de la cual para nadie en el exterior es difícil no imaginársela: los derechos del pueblo aplastados por las botas de quienes, además, tienen un fusil apuntando a su cabeza, solo oyendo de lejos las voces de la solidaridad en respuesta a sus SOS cotidianos. Y tanto los presidentes de Honduras como de El Salvador, no pueden dejar de oír esas voces del pueblo, aunque pretendan hacer que no las oyen, pues sus países están al otro lado de esta sala de torturas que es Nicaragua.
Saben que estamos aquí, en el drama en el escenario de siempre, y con mismos actores. Los que hacen de bandidos, desempeñan su papel de malos con la naturalidad que sus capacidades histriónicas se lo permiten. Y el chavalo-pueblo –pese a las condiciones de inmovilidad en que lo tienen— se mueve, mereciendo el Sin embargo se mueve vivificador de un Galileo-mundo solidario.
Aquí, para dominar mejor, al pueblo nicaragüense lo han dispersado por el mundo con la falta de trabajo, la persecución y hasta con la ilusión de que, siendo más verde la yerba del vecino, hallará aires más frescos para su vida en peligro, tratar de ver cómo ayudar a la familia que atrás se quedó y quizás hasta buscando un mejor zacate para su mula. Es decir, para su futuro, porque están sin tierra, desterrados.
II
Todo está en movimiento, porque si no, la dialéctica no fuera lo cierta que es, y los nicaragüenses que aspirar tener libertades y el goce de sus derechos, estarían soñando y no sufriendo. Pero esté en donde esté, cada nicaragüense se mueve de algún modo en su realidad para lograr un lugar digno, que se merece. Su movimiento contra la opresión, de la cual sus opresores son causantes y también objetivos de condenas, tiene ante el futuro inmediato varias posibilidades y consecuencias obligatoriamente compartidas:
- Las del pueblo opositor es encontrar con urgencia la unidad, sino en la acción conjunta, por ahora, puede hacerla en propósitos que signifiquen mantener la denuncia de los actos violatorios de los dictadores;
- Seguir reclamando la libertad de las presas y presos políticos.
- No dispersar sus energías en disputas personalistas encubiertas con las diferencias políticas;
- Coordinar los actos de la solidaridad para evitar el oportunismo que divide (peor cuando es por encargo);
- Fortalecer la convicción de que lo fundamental de la lucha corresponde hacerla a los nicaragüenses;
- Evitar exagerar su confianza en que la solidaridad internacional es lo determinante en la lucha contra la dictadura.
- Evitar darle credibilidad a cualquier rumor disfrazado como informe sobre hechos que puedan conducir a tomar actitudes no convenientes a la causa que se defiende.
Como nada ni nadie puede permanecer en estado fijo, sin moverse, los dictadores no pueden ser indiferentes a lo que ocurre dentro y fuera del país, pero se mueven al contrario de una posible solución, ni dejan su actividad opresora habitual, pero sus posibilidades son:
- Apretar aún más sus medidas represivas con las fuerzas que aún les quedan (las militares y paramilitares) y empeorar la crisis;
- Seguir aparentando hacia el exterior –y solo aparentan creérselo sus amigos— su condición de víctima de una “agresión imperialista”, como si fuera posible en este mundo súper intercomunicado ignorar cuál es la verdadera causa de la situación política en que mantienen a nuestro país, al pueblo en general y a los opositores en particular;
- Aparentar alguna disposición a resolver la crisis con medidas democráticas formales, dándoles la libertad –más condicional, que real— a los presos políticos con una amnistía que, como otras amnistías, incluya a sus paramilitares que no pueden de ningún modo ocultar sus delitos.
- Seguir insistiendo en su cuento sobre el “golpe de estado” y el “terrorismo”, con el cual ha querido distorsionar la realidad de los asesinatos del 2018 y engañar a la opinión pública internacional, lo que les ha sido imposible.
III
Después de la última resolución de la OEA sobre la libertad de las presas y los presos de conciencia –una demostración de lo inequívoca que puede ser una votación de 32 gobiernos latinoamericanos con muchas diferencias políticas entre sí— a los dictadores les quedan las posibilidades indicadas, cuyas causas ya fueron previa y definitivamente por todo el mundo. Pero hay posibles salidas y esas las ofrece la Comisión de Alto Nivel.
A ninguna de las posibilidades mencionadas se le puede otorgar capacidad de darle solución razonable menos definitiva a esta crisis política demasiada prolongada, y para nadie conveniente, menos para el pueblo nicaragüense.
Aunque esta situación sigue teniendo una posible solución, porque si todo lo que es político tiene una causa, también tiene causantes y, estos estando bien identificados como están, ¿por qué pensar que van a ignorar que existe medidas que pueden ser la solución inmediata de la crisis, así tenga que esperar la solución definitiva? No lo ignoran, pero temen perder los privilegios creados… y bien criados que los tienen.
Pero todo en la vida tiene límites y la vida humana, sobre todo, lo más limitado que tenemos, por eso también tenemos derecho a llevarla lo menos ingrata posible, exigiendo a los dictadores lo más racional como inicio para acometer lo fundamental, que la libertad:
- La Paz social para la patria, la cual solo se lograría sin presas ni presos de conciencia.
- La Tranquilidad a las familias, no persiguiendo a ningún ciudadano por pensar diferente a quienes ejercen el poder.
- Garantizar Seguridad para todos los ciudadanos en todas sus actividades legales necesarias para hacer una vida normal que, es lo mismo que decir, una vida más humana.
Al margen de estas cuartillas
*Lo menos que los Ortega Murillo pueden hacer si tuvieran algún interés en buscarle comienzo de solución a esta crisis, es reconocer a la Comisión de Alto Nivel acordada en la Conferencia de Lima, Perú…
*Poner a un lado, aunque sea solo para la ocasión, su obcecada patriotera, que no patriótica, idea de que todo lo que viene del exterior que no sea de sus amigos, viene del imperialismo…
*Lo cual no significa, desconocer que los Estados Unidos tiene, como todos poder transnacional, sus intereses particulares en juego…
*Pero reconocer que si es verdad que el juego estadounidense no solo es el béisbol de Grandes Ligas, también los amigos de Ortega tienen su juego político, como lo tiene todo el mundo…
*Lo válido, más en estas malas condiciones en que está el juego para el pueblo nicaragüense, es la importancia del trabajo que puede hacer la Comisión de Alto Nivel como un juez imparcial…
*Y aunque no haya imparcialidad absoluta, el papel a desempeñar por la Comisión de Alto Nivel no es bueno porque venga de la OEA, sino porque viene con la buena voluntad de gobiernos de 32 países latinoamericanos…
*Además, que no es lo menos en este caso para los nicaragüenses, es que –como decía mi abuela (quien ya tuviera 175 años)— en situaciones difíciles… ¡hasta con el agua tibia se ayuda!