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Bolsonaro pone a prueba a Brasil

Aunque el reto de Bolsonaro para una victoria en la segunda vuelta es mucho mayor, Lula todavía se enfrenta a algunos obstáculos locales

Hay una emergencia de políticos outsiders ampliamente difundida en América Latina. Es la aparición y consolidación de nuevos actores en la arena política

Leonardo Magalhães

5 de octubre 2022

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La derecha moderada ha sido enterrada, como dijo la periodista Andrea Sadi de GloboNews. En el Senado se disputó un tercio de los escaños y los que más perdieron fueron los partidos de centro como el PSDB, el PROS, el PSD y el MDB. El bolsonarismo ha crecido tanto en el Senado que, según una encuesta de la revista Piauí, ya tiene los números necesarios para votar los casos de impeachment de los ministros del Supremo Tribunal Federal (STF). De hecho, de los 20 candidatos al Senado apoyados por Bolsonaro, 14 fueron elegidos. De los 27 apoyados por Lula, no siempre tan explícitamente, solo ocho obtuvieron escaños.

El bolsonarismo salió aún más fortalecido en el Congreso respecto a 2018, al obtener 99 escaños y lograr la mayor bancada de la cámara. Entre los nombres más conocidos se encuentran perseguidores de la izquierda vía lawfare, parlamentarios y exministros del Gobierno de Bolsonaro con posturas religiosas fundamentalistas, anti derechos humanos, antidemocráticas y negacionistas de la ciencia, la pandemia y el cambio climático.
La campaña fue guiada principalmente por el antibolsonarismo y el antipetismo y no hubo confrontación de ideas sobre los problemas reales del país. Y los relatos de los candidatos fueron abstractos en lugar de explicar cómo se harían las cosas.

Estas fueron unas elecciones basadas casi exclusivamente en la aniquilación política del adversario, atontando a la población y alejándola de su realidad, reforzando aún más todo lo que hay detrás de la lógica bolsonarista. En esta línea, el estilo de campaña corrosivo utilizado por Ciro no hizo sino amplificar esta tendencia, provocando su peor resultado con apenas 3%.

El bolsonarismo oscurantista se fortaleció en el Senado y el Congreso, porque sin el debate de problemas, ideas y soluciones, la lógica de la oposición a figuras y partidos concretos premia a líderes de subculturas que despiertan pasiones viscerales en los votantes.


Por otro lado, la federación del PT, el PCdoB y el PV también obtuvo un gran resultado, con 80 escaños, 12 más que la bancada actual. La bancada de la federación del PSOL y de la Rede Sustentabilidade también creció, obteniendo 14 diputados, cuatro más que la actual. Los más votados, tanto de la derecha como de la izquierda, fueron los que más radicalizaron su discurso, sin miedo a perder votantes.

Pero solo la influencia en los medios digitales no es suficiente para explicar el resultado de esta primera ronda. Candidatos como actores, cantantes de éxito o influencers digitales no fueron elegidos. A las figuras de la política les fue mejor que a las celebridades. Ni siquiera la movilización masiva de personas famosas le dio a Lula la fuerza necesaria para vencer a Bolsonaro en el primer turno, aunque eso no haya ocurrido por un porcentaje mínimo: 1,57%.

En estados como São Paulo y Río de Janeiro, dos de los tres mayores centros electorales del país donde Bolsonaro es más fuerte, la participación de los famosos en las campañas de la izquierda tampoco tuvo el efecto esperado. En ambos estados, los candidatos famosos no fueron elegidos y las encuestas no predijeron la fuerza de la derecha en las urnas.

Aunque la baja efectividad de la participación de los famosos también se dio en otros estados, afectando el desempeño de los candidatos al Senado, al Congreso, a las asambleas legislativas y a los Gobiernos estatales, la nacionalización de las campañas estatales, así como una campaña basada solo en la necesidad de aniquilar la política del otro, también generó un encuadre de la realidad que terminó por limitar el crecimiento de muchos candidatos de izquierda y centro.

En São Paulo, por ejemplo, habrá una segunda vuelta. El candidato de Bolsonaro, Tarcísio de Freitas (republicanos), quedó inesperadamente en primer lugar con el 42% de los votos, frente al 36% de Fernando Haddad (PT). Tarcísio ni siquiera tiene carrera política en São Paulo. Es de Río de Janeiro y cambió de estado solo para presentarse a gobernador. Habiendo hecho su cambio de domicilio electoral recientemente, en una entrevista con Rede Vanguardia, Tarcísio no pudo responder en qué lugar y barrio de São Paulo está registrado para votar.

En Río de Janeiro, Cláudio Castro (PL) se impuso en la primera vuelta a Marcelo Freixo (PSB) con el 59%. En el estado, uno de los actos de campaña de Marcelo Freixo sin la presencia de Lula con mayor potencial mediático tuvo poca asistencia, aunque contó con la presencia de artistas como Caetano Veloso, Gilberto Gil, Fábio Porchat, Gregório Duvivier, entre otros. En Río de Janeiro, Freixo fue ampliamente votado solo en la capital del estado, lo que demuestra que ni siquiera los influenciadores que apoyaron la campaña fueron capaces de dar capilaridad a las ideas del candidato en otras regiones del estado, a pesar de que su oponente, el actual gobernador del estado, está envuelto en varios escándalos de malversación y corrupción.

En la mayoría de los estados, la campaña nacional parasitó las campañas estatales, nacionalizando un debate que debería haber permanecido en el ámbito local. Tanto en Río de Janeiro como en São Paulo, por ejemplo, los candidatos de izquierda dieron demasiada importancia al antibolsonarismo en sus campañas. Esto terminó perjudicando sus respectivas campañas al reactivar el antipetismo de 2018.

Por otro lado, al nacionalizar la campaña estatal, especialmente en Río de Janeiro, la campaña local se vio deshidratada. Los propios candidatos de la izquierda sugirieron implícitamente a los votantes que el terreno de lucha más importante era el nacional, lo que hizo que las acciones espontáneas en las redes sociales convergieran casi exclusivamente en el enfrentamiento Lula vs. Bolsonaro. Ellos mismos se encargaron de drenar la energía de la militancia del debate estatal, dirigiéndola sobre todo al debate nacional. Como resultado, las campañas estatales se volvieron abstractas, ininteligibles y perdieron alcance y capilaridad en el territorio.

Aunque el reto de Bolsonaro para una victoria en la segunda vuelta es mucho mayor, Lula todavía se enfrenta a algunos obstáculos locales, especialmente allí donde sus aliados perdieron las elecciones y no podrán hacer campaña.


*Leonardo Magalhães es investigador en opinión pública, encuadre del discurso y ciencias sociales computacionales y miembro del Grupo de Investigación en Comunicación, Internet y Política de la PUC-Rio.

** Texto original publicado en Latinoamérica21

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