1 de octubre 2022
La dictadura de Nicaragua abrió este viernes 30 de septiembre una nueva crisis diplomática con Europa, luego de declarar non grata a la embajadora de la Unión Europea, al romper relaciones diplomáticas con Holanda, durante un discurso en un desfile policial.
Daniel Ortega dijo que el canciller Denis Moncada Colindres le comunicó a la embajadora de Holanda para Centroamérica, Christine Pirenne, que “¡no queremos relaciones con ese Gobierno intervencionista!”.
Sin mencionar a la embajadora por su nombre, agregó “como bien dice la canción, allá afuera que vaya a gritar lo que quiera”. Unas horas después, el Ministerio de Relaciones Exteriores confirmó la decisión de “descontinuar inmediatamente las relaciones diplomáticas”, a la vez que llamó a la representación de Holanda “neo-colonial” y “pro-imperial” (sic).
El dictador reveló en su discurso que la representante de ese país se reunió este jueves 29 de septiembre con Moncada para informarle que no financiarán un centro de atención médica en la Costa Caribe, como se habían comprometido hace años, lo que Ortega describió como un acto de “miseria humana” y un irrespeto al país.
Fuentes diplomáticas revelaron a CONFIDENCIAL —ante los escasos detalles ofrecidos por Ortega y su versión sesgada del encuentro con la diplomática— que en la reunión Pirenne informó a la cancillería que Holanda cortaría la la ayuda financiera, que incluía el cofinanciamiento de un hospital, por la ausencia de transparencia, el mal manejo de los fondos y la grave situación de derechos humanos que enfrenta Nicaragua.
Según el informe de Cooperación Externa de Nicaragua en 2021, publicado por el Banco Central de Nicaragua, Holanda prestó al sector privado 32.7 millones de dólares, mientras en donaciones al sector público acumuló 103.8 millones de dólares entre 2007 y 2017.
“Estuvo de visita la embajadora de ese país. La recibió nuestro canciller, ayer, ¿y qué fue lo que escuchó? La embajadora venía a hablarle a los nicaragüenses, como que Nicaragua era una colonia holandesa, y luego de lanzar aquel discurso atropellante para la dignidad de nuestro pueblo, comunicó que no iban a construir el famoso hospital”, contó Ortega.
En el comunicado oficial, Cancillería de Nicaragua agregó que ellos tomaban la medida obligados para defender el honor “que nos caracteriza”, debido a “la ofensiva permanente de la representación holandesa, nada diplomática y violatoria de la Convención de Viena”, en lo referido a “amenazas y suspensiones de obras de bien común”.
Ortega participó en el desfile por el 43 aniversario de la Policía, realizado en la Avenida de Chávez a Bolívar, en Managua. Fue acompañado por su esposa, vicepresidenta y vocera, Rosario Murillo; el jefe del Ejército, general Julio César Avilés, y el director de la Policía, primer comisionado Francisco Díaz.
Nuevo embajador de Estados Unidos non grato
Ortega la emprendió también contra los senadores estadounidenses que confirmaron como embajador en Nicaragua a Hugo F. Rodríguez.
Rodríguez, quien fue rechazado a finales de julio, bajo acusaciones de injerencismo por parte de la dictadura, luego que el diplomático prometió trabajar en el cargo para contribuir a que Nicaragua retornara a la democracia y, además, pidió la libertad de los presos políticos.
En su alocución al mediodía, Rosario Murillo aseguró que Rodríguez no sería admitido “bajo ninguna circunstancia”, a lo que Ortega agregó en su nuevo discurso que los senadores se sienten dueños del mundo y consideran que pueden “comerse” a los pueblos, mientras criticó al embajador nominado por Biden porque, según él, fue irrespetuoso y “llegó a hablar como que venía de nuevo William Walker a Nicaragua”.
Ortega se refirió al filibustero que llegó al país centroamericano en el siglo XIX para apoyar a uno de los bandos locales en conflicto, se declaró presidente, impuso el inglés como idioma, quemó Granada, y fue expulsado en la Guerra Nacional de 1856.
En las últimos semanas, la dictadura ha elevado su tensión contra la comunidad internacional, que le pide rendición de cuentas por los abusos de derechos humanos cometidos desde 2018, en los cuales la Policía fue uno de los principales protagonistas, junto a los grupos paramilitares simpatizantes de Ortega, a los que el Ejército se ha negado a desarmar.
La acusación contra la embajadora de Holanda se da también, menos de veinticuatro horas antes de que la representante de la Unión Europea, Bettina Muscheidt, saliera del país este sábado expulsada también bajo señalamientos de supuesto injerencismo. A ella le fue notificada su expulsión, según fuentes del Parlamento Europeo.
El 28 de septiembre, Ortega también atacó públicamente al presidente de Chile, Gabriel Boric, uno de los líderes de la izquierda democrática de la región, por pedir la liberación de los reos de conciencia. Lo llamó “perro faldero”. Y fue más soez con el embajador Brian Nichols, subsecretario para el hemisferio occidental de los Estados Unidos, a quien llamó “bulldog” y dijo que “ladra contra Venezuela, Cuba y Nicaragua, en eso han puesto al pobre negro”, exhibiendo un discurso racista.
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En esa intervención, una de los más virulentas que se recuerde de Ortega, también atacó al secretario general de Naciones Unidas, António Guterres. De él, dijo, que era un “pelele de los yankis”. Igual la emprendió contra el papa Francisco y la Iglesia católica, a la que persigue de manera implacable desde meses atrás.
Para Ortega, la Iglesia católica es “la dictadura perfecta”, mientras se preguntó el 28 de septiembre quién elegía a los sacerdotes, a los obispos y el Papa, intentando restarles autoridad moral a la demanda de democracia y respeto de derechos humanos que los obispos y sacerdotes han mantenido desde hace años.
El tirano llegó incluso a acusar sin pruebas a los obispos de pedir que “le metieran plomo” durante las protestas de 2018, cuando la Policía y los paramilitares dispararon contra los ciudadanos que demandaron su salida del poder y elecciones anticipadas tras una reforma fallida de la Seguridad Social, pero sobre todo por la indignación provocada por el asesinato de ciudadanos desarmados.
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El obispo auxiliar de Managua, Silvio Báez, lamentó desde el exilio que un dictador estuviera dando lecciones de democracia. “¡Cuánta ignorancia, cuánta mentira y cuánto cinismo!”, criticó desde su cuenta de Twitter.
El “desfile en fuerza de victorias” se realizó este viernes en honor al general Augusto C. Sandino, Rigoberto López Pérez, Carlos Fonseca y al comandante Tomás Borge Martínez, exministro del Interior y fundador de la Policía sandinista. Un total de 2384 policías participaron en el mismo, de los cuales 606 fueron mujeres, según los datos de la institución.
Ortega saludó a cuerpo diplomático
El evento se desarrolló bajo lluvia con la presencia de un parte del cuerpo diplomático, representado en su mayoría por aliados del régimen como China, Rusia, Cuba, Irán, Venezuela, y Abjasia y Argentina. Entre los presentes destacó al nuevo embajador de Colombia en Nicaragua, León Fredy Muñoz, y a los embajadores de México y El Salvador.
A algunos los llamó “hermanos” y en el caso de Cuba pidió el fin del bloqueo estadounidense como ha hecho en otras ocasiones.
Por su parte, la Policía aprovechó la ocasión para adular al gobernante, su jefe supremo, y a la vicepresidenta Murillo, justo cuando se cumplen cuatro años desde la instauración del estado policial de facto que ha conculcado los derechos de reunión y movilización de los ciudadanos nicaragüenses.
“Hoy desfilamos con orgullo, ratificando lealtad y obediencia a la jefatura suprema, al comandante Daniel Ortega y la compañera Rosario Murillo. Hoy desfilamos con el compromiso de continuar trabajando por la paz, seguridad y tranquilidad de personas, familias y comunidades. Fieles a nuestros principios y valores”, afirmó el primer comisionado Francisco Díaz, también consuegro de la pareja presidencial.