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Ortega ataca al presidente de Chile por demandar liberación de presos políticos

Discurso de odio contra la Iglesia católica, el papa y el secretario general de la ONU, mientras exalta la represión a cuatro años de estado policial

Daniel Ortega y Rosario Murillo junto al jefe de la Policía, Francisco Díaz, en el acto del aniversario de la institución policial, en septiembre de 2022. Foto: Presidencia

Octavio Enríquez

29 de septiembre 2022

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El dictador Daniel Ortega atacó con virulencia al presidente de Chile Gabriel Boric, de la izquierda democrática, y a Brian Nichols, subsecretario de Estados Unidos, y los calificó de  “perros falderos” porque ambos han demandado la libertad de los presos políticos de Nicaragua en foros internacionales.

Ortega describió como “terroristas” a más de 200 presos políticos que mantiene en la cárcel bajo un régimen de tortura y aislamiento,  y dijo que hay un Gobierno que sale ahí como “perrito faldero”, queriendo recibir aplausos del imperio estadounidense y de algunos Gobiernos europeos, refiriéndose al presidente Boric, a quien señaló de mantener una cantidad de presos políticos en Chile. Esos detenidos, según él, son jóvenes que protestaban en las calles buscando un cambio profundo en el sistema.

“Hay un estado de sitio en las zonas en que se encuentran las comunidades indígenas de los mapuches. Hay presos, y entonces, con qué autoridad se pone a hablar de que en Nicaragua pongamos en libertad a los presos políticos. Llegó a la presidencia y no ha podido, o no ha querido, porque está dominado por la tiranía pinochetista. Ahí no hay democracia”, sostuvo.

El gobernante fue más soez cuando se refirió al representante del Departamento de Estado. “Lo han puesto a ladrar. Ladra contra Cuba, Venezuela y Nicaragua, en eso han puesto al pobre negro, —como que fue bien escogido— tiene rostro de perro bulldog, ladrando”, insultó.


El dictador participó en el acto del aniversario 43 de la Policía, a la que exaltó por la ejecución de la brutal represión durante las protestas cívicas de 2018. Lo acompañaron, presidiendo el acto, su esposa y vicepresidenta Rosario Murillo, el jefe del Ejército Julio César Avilés, el director de la Policía Francisco Díaz, el subdirector Ramón Avellán—señalado de la comisión de delitos de lesa humanidad— y el comisionado general Adolfo Marenco, el jefe de la inteligencia de la institución, usualmente en las sombras.

La represión estatal, ordenada por Daniel Ortega, dejó 355 fallecidos en 2018, miles de heridos, más de 1300 detenciones arbitrarias, y centenares de miles exiliados, según organismos de derechos humanos internacionales, pero Ortega y su clan siguen justificando sus violaciones de derechos humanos acusando sin evidencia a los manifestantes de haber promovido “un golpe de Estado”.

También contra la Iglesia católica y la ONU

Daniel Ortega atacó al secretario general de Naciones Unidas, António Guterres, a quien acusó de ser un “pelele de los yanquis, ahí lo andan de aquí para allá”. Estas palabras fueron la respuesta del régimen de Nicaragua, luego que, el 13 de septiembre pasado, 45 países en la ONU condenaron a Ortega por represión y demandaron nuevamente la libertad de los reos de conciencia.

El caudillo defendió a Corea del Norte y se quejó de que se haga un escándalo si “nuestro hermano Kim Jong-un hace una prueba nuclear”.

El dictador atacó también a la Iglesia católica, mientras guardó silencio por el encerramiento forzoso que padece el obispo de Matagalpa, Rolando Álvarez, en su residencia en Managua, acusado falsamente por la Policía por “organizar grupos violentos”. No dijo nada sobre los procesos judiciales irregulares que han permitido el encarcelamiento de tres sacerdotes, y el de otros religiosos y laicos que acompañaban al obispo Álvarez, mientras fue asediado por la Policía entre el cuatro y 19 de agosto pasado.

“Desde cuándo tienen autoridad para hablar de democracia. ¿Quién elige a los curas, quién elige a los obispos, al papa? Es una dictadura perfecta, una tiranía perfecta”, alegó Daniel Ortega, acusando a los religiosos de “golpistas”.

Sacerdotes y obispos abogaron por el respeto a los derechos humanos de los ciudadanos en 2018, lo que irritó al Gobierno sandinista. Este miércoles  Ortega llegó a decir que algunos obispos pidieron que lo asesinaran durante la crisis, sin mencionar nombres concretos.

“Salían de las iglesias armados para lanzar ataques contra cuarteles de Policía. Y algunos curas, obispos, llamando a la gente a que me metieran plomo, qué esperaban para matarme, fíjense qué clases de obispos y curas, lo decían tranquilamente. Eh, decir una banda de asesinos, encubierta con la Iglesia católica”, afirmó.

Ortega no dijo nada de la persecución contra la Iglesia católica que ha provocado decenas de religiosos exiliados, entre ellos el obispo auxiliar de Managua, Silvio Báez, desde 2019 por orientación del papa Francisco, ante la amenaza entonces de fanáticos del FSLN, rechazó las mentiras del tirano.

“¡Cuánta ignorancia, cuánta mentira y cuánto cinismo!”, dijo el obispo en su cuenta de Twitter y lamentó que Ortega estuviese intentando dar lecciones de democracia.

En su discurso de odio, el dictador no se refirió a las huelgas de hambre que mantienen los presos políticos en la cárcel, para demandar el cese de la tortura, ni a las órdenes de destierro, ejecutadas por el Ministerio de Gobernación  que han afectado a decenas de ciudadanos. Tampoco mencionó nada sobre la expulsión de facto de la embajadora de la Unión Europea, Bettina Muscheidt, cuya declaración de non grata  empezó a provocar reacciones de condena a nivel internacional. Rodeado de policías, y acompañado de la cúpula militar, el caudillo apostó seguir ejerciendo la fuerza para sostenerse en el poder.

Díaz repite discurso partidario

El director de la Policía Francisco Díaz, consuegro de la pareja presidencial, les juró lealtad y obediencia a Daniel Ortega y Rosario Murillo, mientras advirtió que con la paz no se juega, repitiendo posteriormente la consigna oficialista de “no pudieron ni podrán”.

Ortega destacó que la Policía y el Ejército son “instrumentos para garantizar la vida de los nicaragüenses”, después de un acto en que ascendió a nueve oficiales al grado de comisionados generales y prometió fortalecer a la institución.

También ascendió de manera póstuma a  22 oficiales que fallecieron durante las jornadas represivas de 2018, sin importar si al momento de su deceso eran capitanes, o inspectores. Al leer la orden presidencial, Murillo destacó en este caso que reconocían en ellos el “acto heroico y de lucha con aliento de vida y esperanza, hasta la última sangre, de sangre santa de nuestros hermanos policías”.

El régimen Ortega-Murillo celebró el aniversario de la institución policial 23 días después de la fecha oficial este miércoles  28 de septiembre, cuando se cumplieron cuatro años de la imposición a la fuerza de un régimen de excepción de facto que anuló el ejercicio de las libertades democráticas, un estado policial en que las fuerzas de seguridad juegan un papel fundamental, junto a los paramilitares.

De ese modo, el Estado conculcó los derechos civiles en el país, entre ellos los de reunión y movilización, y se colocó también bajo vigilancia a todos aquellos que la inteligencia policial consideró una amenaza, entre políticos, periodistas o cualquier miembro de la sociedad civil.

Sin embargo, Díaz destacó lo que considera “logros” de la institución en el área de la seguridad pública como el índice de siete homicidios por cada 100 000 habitantes, uno de los más bajos de la región.

El director policial informó también del decomiso de 4.6 toneladas de cocaína y la incautación de 8.5 millones de dólares. Según el informe anual de la Policía del año 2021, el decomiso de ese año fue de 6.7 millones de dólares, lo que significa que hubo un incremento de casi dos millones de dólares.


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Octavio Enríquez

Octavio Enríquez

Periodista nicaragüense, exiliado. Comenzó su carrera en el año 2000, cuando todavía era estudiante. Por sus destacadas investigaciones periodísticas ha ganado el Premio Ortega y Gasset, el Premio Internacional de Periodismo Rey de España, el Premio a la Excelencia de la Sociedad Interamericana de Prensa, y el Premio Latinoamericano de Periodismo de Investigación del Instituto Prensa y Sociedad (IPYS).

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