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Rusia va ganando-perdiendo la guerra contra Ucrania

Las tropas rusas tuvieron éxito en Georgia (1978), Crimea (2014) y en Siria (2015), pero no habían sido exigidas como lo hacen los ucranianos

Las tropas rusas tuvieron éxito en Georgia (1978)

Guillermo Cortés Domínguez

3 de septiembre 2022

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Si me preguntaran, ¿quién va ganando la guerra contra Ucrania?, respondería sin dudarlo: “Rusia va ganando-perdiendo”.

Los rusos están estancados en todas las líneas del frente, y los ucranianos iniciaron una contraofensiva en el sur para recuperar el flanco occidental del río Dnieper, que incluye Jersón, la segunda ciudad del país, ocupada el 3 de marzo, solo unos días después del inicio de la invasión el 24 de febrero.

¿Cómo no va ir ganando la guerra Putin si sus tropas han ocupado el 20% del territorio ucraniano?, venciendo una heroica resistencia de medio año de Ucrania. Pero a la par a Rusia se le han abierto peligrosos flancos estratégicos con cuantiosas pérdidas que deben ir en la balanza para responder la pregunta de ¿quién se va haciendo con la victoria?

La pérdida mayor, porque golpea la estrategia de Putin de reconstruir el imperio ruso de Pedro El Grande o la gran nación de Lenín y el Partido Comunista de la Unión Soviética, es el desmoronamiento de la imagen de grandiosidad del Ejército ruso, heredada de sus victorias sobre las tropas de Hitler durante la segunda guerra mundial y sus avances en armamento de alta tecnología.


Contrario a lo que los especialistas esperaban, en los campos de batalla de Ucrania el Ejército ruso se ha mostrado poco profesional, sin logística adecuada, desorganizado, indisciplinado y con baja moral combativa, lo que ha mermado su efectividad y aumentado sus bajas que ya alcanzan de cincuenta a ochenta mil, entre muertos y heridos, en seis meses, el triple que en Afganistán, en cerca de diez años.

Las tropas rusas tuvieron éxito en Georgia (1978), Crimea (2014) y en Siria (2015), alimentando el mito de su alta combatividad, pero no habían sido exigidas como lo hacen los ucranianos, dispuestos a defender su patria hasta morir, excepto en Afganistán (1989), de donde salieron derrotadas.

La consecuencia principal de su gran cantidad de bajas es la dificultad para reponer sus tropas, lo que ha obligado a Rusia a contratar mercenarios del llamado “Grupo Wagner”, a reclutar en lejanas áreas rurales del país a gente de muy baja educación, así como a combatientes sirios y georgianos. Después Putin eliminó la edad máxima para ingresar a las fuerzas armadas, y ofreció un atractivo paquete de estímulos para ir a combatir a Ucrania.

La “invencibilidad” de las tropas rusas fue golpeada de manera contundente y humillante cuando en los primeros días de abril los soldados ucranianos los obligaron a retirarse de las ocupadas poblaciones cercanas a Kiev, el ansiado objetivo de la fracasada “Operación Especial” rusa que pretendía conquistar el país en unos días, lo que reveló fallas descomunales en la estrategia. Habrá películas y libros que contarán esta espectacular derrota a las puertas de la capital de Ucrania.

Las atrocidades de las tropas rusas en Bucha y otras localidades cercanas a Kiev que ocuparon al inicio, pone en pantalla a una horda de salvajes que capturó mujeres para violarlas y a hombres para torturarlos en busca de información. Su brutalidad quedó expuesta cuando al ser desalojados, fueron descubiertas múltiples fosas comunes donde semienterraron a sus víctimas civiles, muchas de ellas torturadas antes de su ejecución. Este capítulo ha sido investigado y documentado de manera impecable por organismos de derechos humanos de Europa y Naciones Unidas.

Testimonios de combatientes rusos capturados o desertados muestran a unos soldados con deficientes líneas de aprovisionamiento que desesperados entraban a los pueblos conquistados a robar alimentos; y a otros, que sorprendidos del nivel de vida de los ucranianos, los despojaban de sus celulares e incluso electrodomésticos que saqueaban en los hogares.

Otro impactante aspecto que ha erosionado la percepción sobre el Ejército ruso, es su inhumano desprecio por la población civil al utilizar indiscriminadamente su poderosa artillería, pues han matado a miles de ucranianos, incluso ancianos, mujeres y más de quinientos niños, y destruido cientos de ciudades donde derribaron miles de edificios residenciales, hospitales, centros de salud, escuelas, museos, instalaciones artísticas, centros comerciales y supermercados. Las imágenes de centros urbanos devastados en Ucrania curiosamente son iguales a las de Alepo, en Siria.

Además del territorio, la otra victoria del Ejército de Putin fue conseguir la rendición de unos mil soldados del Regimiento Azov, que dio lugar más tarde a una de las más espantosas masacres de la guerra, cuando a finales de julio los rusos dinamitaron una prisión en Olenivka en la que estaba una parte de ellos, matando a más de medio centenar e hiriendo a ciento treinta.

La maltrecha imagen de Rusia ha sufrido un nuevo deterioro con la ocupación de la planta nuclear de Zaporiyia –aunque la operan ingenieros ucranianos—, pues la ha usado tramposamente como escudo a una base de armamentos y tropas, a sabiendas de que ahí no pueden ser atacados. La presión internacional obligó a Moscú a aceptar una inspección de especialistas del Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA), que llegó a la central el jueves 1 de septiembre.

Lo peor para Putin es que su invasión a Ucrania más bien ha consolidado el Estado nacional ucraniano cuya existencia él mismo negaba, concepto que apuntaló su colosal error de creer que la invasión sería un paseo; y ha favorecido la cohesión  de la Unión Europea y la ampliación de miembros del Tratado de la Organización del Atlántico Norte (OTAN).

Desde el mes de julio Ucrania ha recuperado medio centenar de pequeños poblados en el sur, con sus misiles de mediano alcance ha eliminado centros logísticos y de comando tras las líneas enemigas y con las afectaciones a los puentes Antonivskyi y Kajovsky, ha cortado casi en su totalidad el abastecimiento para los ocupantes de Jersón.

Ya veremos como avanza la contra-ofensiva ucraniana. Mientras tanto, Rusia está ganando-perdiendo la guerra.

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Guillermo Cortés Domínguez

Guillermo Cortés Domínguez

Periodista nicaragüense. Escribió prensa clandestina y fue redactor y editor del diario Barricada. Coautor de "Corresponsales de Guerra". Fundador y director de la revista Medios y Mensajes y la editorial Editarte. Ganó el Premio Latinoamericano de Periodismo José Martí, de la agencia de noticias Prensa Latina S.A. Además, es autor de "Huérfanas de Guerra" y "El oráculo de la emperatriz", entre otros libros.

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