11 de agosto 2022
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Tras seis días sin realizar transmisiones en vivo en sus redes sociales, el obispo Rolando José Álvarez, desde la capilla Las Misericordias, en la Curia Episcopal de Matagalpa, reflexionó sobre la importancia del perdón y la esperanza este jueves 11 de agosto, cuando se cumplen ocho días del “secuestro” al que el prelado, cinco religiosos y cinco laicos han sido sometidos por la Policía del régimen orteguista.
El obispo Álvarez, encargado de la Diócesis de Matagalpa y administrador apostólico de la Diócesis de Estelí, reapareció en una transmisión en vivo celebrando la misa del jueves eucarístico y reafirmó que sus vidas “están en las manos del Señor”.
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Aseguró que los once —seis sacerdotes, dos seminaristas, un coristas y dos camarógrafos— están bien de salud, viviendo en comunidad, rezando, celebrando la eucaristía, dialogando, con fuerza interior, con paz y serenidad en el corazón. Los ciudadanos están “secuestrados” en el edificio de la curia, que la tarde del miércoles fue merodeada por un dron, cuyo uso es restringido en Nicaragua.
“Nosotros estamos convencidos totalmente que todo ocurre para nuestro bien porque Dios nos ama y porque nosotros le amamos”, expresó el obispo.
El grupo quedó encerrado, desde el pasado jueves 4 de agosto, cuando Policías y antimotines impidieron que saliera de la curia; posteriormente, la Policía informó que los ciudadanos estaban bajo “casa por cárcel” y que abrieron una investigación contra monseñor supuestamente por “organizar grupos violentos” que buscan “crear zozobra y desorden”, “alterar la paz” y “desestabilizar al Estado de Nicaragua y atacar a las autoridades constitucionales”.
Perdón y esperanza
El obispo Álvarez, citando el evangelio sobre el perdón, señaló que no se debe guardar resentimientos ni pagar mal por mal, más bien, “vencer el mal con la fuerza y el poder del bien”, evitar que “nuestro corazón alcance aún la mas mínima intención de desearle daño a una persona porque cuando en el corazón ya se desea daño a alguien, quiere decir que el demonio ha logrado penetrar tu corazón y ha logrado entrar infectando tu corazón. Eso no hay que permitirlo”, exhortó. “A la primera persona que el odio destruye es así misma”.
Recordó que el mal es “tremendamente limitado”, mientras que el bien “eternamente poderoso”, aunque el primero es “ruidoso” “hace mucha bulla”, y “dentro de su naturaleza demoníaco siempre trata de confundir haciendo pensar que es el que vence, y que es mayor que el bien, pero esa es una tentación de Satanás para desesperarnos, para desesperar al hombre, a la mujer de buena voluntad”, expresó el obispo, quien en la última semana ha enfrentado ataques directos por parte de la maquinaria propagandística del régimen, liderado por la vicepresidenta Rosario Murillo, que sin decir su nombre explícitamente, ha mantenido un discurso confrontativo contra la Iglesia y los sacerdotes.
El pasado 5 de agosto, Murillo dijo en su alocución de mediodía que el país está lleno de Cristo, mientras amenazaba con que había leyes en el país y cuestionó a quienes siembran, según ella, “odio o discordia”. “No estamos, como decíamos, para actividades o bufonismos, o bufonescos gestos que quedaron atrás y que además representan el absoluto desprecio de las familias”.
Fuentes eclesiásticas han informado a CONFIDENCIAL que el régimen busca lograr el destierro del obispo Álvarez crítico de la Administración Ortega-Murillo. Sin embargo, esas mismas fuentes dijeron que Álvarez no aceptó. En 2019, la dictadura forzó el exilio del obispo auxiliar de Managua, Silvio Báez, después que el papa Francisco le pidió que saliera del país para protegerlo de las amenazas de fanáticos oficialistas.
“Un pueblo sin esperanza es un pueblo autosepultado, es un pueblo que ya no logra ver hacia adelante, hacia el futuro o que piensa que ya no tiene futuro”, expresó por lo que llamó a la población a seguir orando, confiando, a perdonar, a seguirlos acompañando a través de las plegarias.
El grupo de once personas, rodeados de antimotines y policías armados e impedidos de salir de la Curia, aseguró monseñor Álvarez están en paz, sus corazones están llenos de perdón.
