3 de agosto 2022
El 23 de febrero de 2021 Valdrack Jaentschke fue destronado de su poder en la Cancillería de Nicaragua después de 14 años como viceministro de Relaciones Exteriores y de ocupar, de manera simultánea, 15 cargos en el escalafón diplomático. Su salida fue una decisión inapelable de Rosario Murillo, vicepresidenta, vocera del régimen y esposa de Daniel Ortega.
Seis meses después, cuando algunos de sus adversarios en el Gobierno lo creyeron caído en desgracia, Jaentschke reapareció como operador político del régimen en Centroamérica, con la venia de Murillo, ocupando puestos de segundo nivel en embajadas de países clave en los que el régimen Ortega-Murillo busca mejorar o afianzar sus relaciones.
De viceministro, miembro del gabinete económico financiero, y representante ante la Asociación de Estados del Caribe, Jaentschke se convirtió en el nuevo “ministro consejero con funciones consulares” en Guatemala, cuando la Administración de Alejandro Giammattei, presionada por Estados Unidos, se debatía entre respaldar a Daniel Ortega en la crisis del SICA, o condenarlo en la OEA por los abusos de derechos humanos.
A Honduras llegó en diciembre de 2021, como embajador de Nicaragua, antes que asumiera el poder Xiomara Castro, una aliada que se mantiene al lado de Ortega en medio de las turbulencias internacionales en su contra. Ahora, el 7 de julio de 2022, fue designado nuevamente como “ministro consejero” en Costa Rica, ante el nuevo Gobierno de Rodrigo Chaves.
El mismo día de su designación en San José, se confirmó la salida del exembajador Duilio Hernández y su renuncia al servicio diplomático —aún sin ninguna explicación— y así —sin necesidad de plácet costarricense— el costeño quedó a la cabeza de la misión diplomática en una sede de especial interés para el régimen, por la posición crítica que ha mantenido Costa Rica ante la deriva autoritaria de Ortega y por los centenares de miles de nicaragüenses que se han refugiado en ese país, huyendo de la represión o buscando una mejoría económica tras el agravamiento de la crisis de derechos humanos.
Valdrack Jaentschke: “Hábil, inteligente y siniestro”
Valdrack Jaentschke es un operador político “hábil e inteligente y yo agregaría —por esas dos razones— un tercer rasgo: peligroso” sostiene una fuente del sector de la sociedad civil que lo conoce desde hace más de dos décadas.
Otras cinco personas que conocen de cerca su trayectoria, y aceptaron hablar bajo condición de anonimato, lo describen como: bailarín y chistoso, pero también puede ser siniestro y conspirativo; con una experiencia en inteligencia, respaldada por su pasado en la extinta Dirección General Seguridad del Estado (DGSE) en los años ochenta, durante el primer gobierno de Daniel Ortega.
Su nombramiento a cargo de la embajada de Nicaragua en Costa Rica lo atribuyen al menos tres “misiones específicas”: la búsqueda de un acercamiento con el Ejecutivo de Rodrigo Chaves; el cabildeo con empresarios y diputados costarricenses para “normalizar” la relación con la dictadura de Ortega; y la menos pública de todas: conspirar contra la oposición y la sociedad civil.
“Tiene capacidad conspirativa; si consigue recursos económicos para ejecutar acciones, lo hará. También aglomerará a la gente que es del FSLN y está en Costa Rica”, dijo uno de los consultados.
Valdrack Ludwing Jaentschke Withaker nació el 22 de agosto de 1959 en la Isla del Maíz (Corn Island), en el paradisíaco Caribe Sur de Nicaragua. Es hijo único de una familia de clase media formada por un contador, Valdrack Jaentschke Hall, quien trabajó en la autoridad portuaria de Corinto y en la embajada de Estados Unidos en Managua, y de Zelda Whitaker Campbell, una señora que “se resistía a hablar en español”, a pesar de “vivir gran parte de su vida en la capital”, según una nota biográfica, publicada en la revista internacional Kreole en mayo de 2019.
Oficial de la Seguridad del Estado
Una fuente que estuvo vinculada al FSLN, describió a Jaentschke como “un militante que se suele subir a la ola para sacar provecho al máximo posible adonde llega”.
Ingresó como oficial en la Dirección General de la Seguridad del Estado (DGSE) del Ministerio del Interior, en el área de “lucha contra bandas” en las zonas rurales de Nicaragua, en 1983.
El jefe inmediato de aquel desconocido joven costeño fue el hoy contralor sandinista Vicente Chávez, un militar leal a Ortega y a la estructura de espionaje instalada en el país bajo asesoramiento cubano.
“Después movieron de cargo a Chávez y quedó como su jefe Rodolfo “Payín” Castillo. Jaenstchke era muy jocoso, pero destacado no. Luego se perdió, porque lo mandaron a la Embajada de Honduras. Esa es la razón por la que hay gente que lo recuerda en la Dirección V”, de operaciones especiales en el exterior, dirigida por el coronel de origen cubano Renán Montero.
Otro integrante de la sociedad civil aseguró que una de las funciones de Jaentschke en Honduras fue recabar información sobre los contras y los somocistas. “Siempre ha estado dispuesto a hacer cualquier chanchada para cumplirle a sus jefes”, agregó, en referencia a un esquema de lealtad que permanece entre los viejos cuadros de la DGSE, aunque hayan transcurrido décadas desde el cierre oficial de esa dirección. “Es una especie de logia, leal a Lenín Cerna, quien es leal también con Ortega, a pesar de sus diferencias con Murillo”, afirma un antiguo miembro del FSLN.
Paralelamente, Jaentschke se dedicó a sus estudios universitarios y era reconocido por su capacidad académica.
Se graduó en la UCA de la carrera de Sociología en 1991 y con el apoyo del rector Xabier Gorostiaga (q.e.p.d.) gestionó una beca para seguir su formación en Estados Unidos, obteniendo una maestría en Administración Pública y Asuntos Internacionales en la Universidad de Pittsburg, en 1994.
Ícono de la sociedad civil en los 90
A mediados de los 90, inició su carrera como consultor y dirigió el Centro de Estudios Estratégicos (CEEN), cuyo objetivo era fomentar el debate cívico-castrense y contribuir al profesionalismo de las Fuerzas Armadas, uno de los grandes temas de Nicaragua después de la guerra civil de los ochenta.
En la directiva del CEEN participaron el exministro de Gobernación Carlos Hurtado, también estuvo José Adán Guerra, exministro de Defensa, el excoronel Javier Pichardo, el exfuncionario de la Alcaldía de Managua, Silvio Plata, y el excontra Salvador Talavera.
Así empezó su carrera como un ícono de las nacientes organizaciones de la sociedad civil durante los Gobiernos de Violeta Barrios de Chamorro, Arnoldo Alemán y Enrique Bolaños, de 1990 a 2006, para convertirse después en un perseguidor implacable bajo el régimen de Daniel Ortega.
El ahora alto funcionario de un régimen que ataca la cooperación internacional y condena a las organizaciones de la sociedad civil como “agentes extranjeros”, del “intervencionismo”, a finales de los años 90 se destacó como un interlocutor de la sociedad civil para gestionar el financiamiento de proyectos con fondos estadounidenses.
Valdrack Jaentschke administró fondos millonarios de USAID en el NDC
En 1999, Jaentschke y su entonces esposa Patricia Gómez asumieron la dirección de la oenegé Nicaraguan for Development Center (NDC), una organización paraguas para canalizar fondos de USAID para promover el desarrollo de organizaciones de la sociedad civil con un presupuesto de ocho millones de dólares.
Según un reporte del 1 de junio de 2000, sobre el programa de participación, fortalecimiento institucional y ciudadano para la Asamblea Nacional, alojado en la página oficial de la agencia estadounidense, NDC fue una “unidad gestora” de un programa para fortalecer las oenegés de derechos humanos y la sociedad civil en Nicaragua.
En ese documento, que versa en términos generales sobre un plan para proveer tecnología al Parlamento, se menciona la necesidad de crear un directorio de organizaciones de la sociedad civil, por lo que el “jefe del partido” consultó con NDC, “una oenegé que está coordinando una importante iniciativa de fortalecimiento de oenegés patrocinada por USAID”.
Un integrante del Consejo Asesor, que revisó proyectos del NDC, explicó que el programa de fortalecimiento a las oenegés surgió en los últimos años del expresidente Arnoldo Alemán (1997-2001). Se comprometieron ocho millones de dólares para un quinquenio en tres áreas de inversión concretas: democracia, gobernabilidad y pueblos indígenas y afrodescendientes.
“Había fondos sujetos al Consejo Asesor, pero otros que podrían usar de manera discrecional. En estos últimos hubo muchas irregularidades. El programa no llegó a los dos años de vida”, indicó.
Otro informante conocedor de la gestión de NDC confirmó que la adquisición de un bien inmueble, sin autorización, causó molestia. “Escuché que la habían cerrado por malos manejos de fondos”, comentó, “y la AID decidió cancelar el programa, sin hacer una rendición de cuentas pública”.
Promotor de sociedad civil en PNUD
Después del descalabro del NDC, en 2003, Jaentschke trabajó en el programa de formación de líderes de gobernabilidad del Programa de las Naciones Unidas (PNUD).
Bajo la dirección de Alfredo Missair, en 2006, es promovido como coordinador del área Costa Caribe, hasta que en enero de 2007, después de las elecciones presidenciales que ganó el FSLN, cuando se integró al Gobierno de Daniel Ortega como vicecanciller.
Jaentschke se sumó a un equipo de funcionarios y ministros originarios de la Costa Caribe que corresponden a una cuota de poder para el magistrado electoral sandinista Lumberto Campbell.
“Su padrino político en el Gobierno de Ortega ha sido siempre Lumberto Campbell.”, dijo la fuente.
Vocero de la represión de Ortega
La nueva lógica del Gobierno sandinista, inaugurada en 2007, fue presionar a los Gobiernos y agencias de desarrollo para centralizar la cooperación y cerrar los espacios de participación de las organizaciones de la sociedad civil.
Jaentschke respaldó activamente la primera oleada contra las organizaciones no gubernamentales en 2007 y 2008, en la que el Gobierno atacó al Centro de Investigaciones de la Comunicación (Cinco), el Movimiento Autónomo de Mujeres (MAM) y la Coordinadora Civil, entre otros.
En 2016, el régimen de Ortega expulsó del país a la representante del PNUD, Silvia Rucks, y canceló los programas de cooperación de este organismo de Naciones Unidas –en el que Jaentschke trabajó más de tres años para fortalecer a la sociedad civil– y le acusó sin ninguna prueba de estar infiltrado por partidos políticos opositores.
A raíz del estallido de la Rebelión de Abril, en 2018, Jaentschke se destacó por sostener una línea de defensa de Ortega en los foros internacionales, justificando la represión que dejó 355 muertos, 2000 heridos, centenares de presos políticos, y centenares de miles de exiliados.
Con el tema de las violaciones de derechos humanos en la agenda informativa internacional, en septiembre de 2018, el exviceministro Jaentschke sostuvo una conversación en Diálogo Interamericano (DI), moderada por Michael Shifter. Entre los asistentes causó indignación cuando dijo que el Ejecutivo de Nicaragua evitaba con su actuación en las protestas “una guerra civil”.
En el vídeo en inglés, que aún puede encontrarse en la página de DI, una mujer del público lo llamó “mentiroso” y denunció los abusos de las fuerzas de Seguridad. Sin embargo, de acuerdo con el imperturbable funcionario, las protestas en Nicaragua “descarrilaron los esfuerzos del pueblo nicaragüense y su Gobierno por lograr la democracia, el crecimiento económico y social”.
Cuatro años después, los casos documentados de violaciones a derechos humanos continúan en la impunidad. El exviceministro de relaciones exteriores Valdrack Jaentschke, siempre como protegido político de Lumberto Campbell, asumió su cargo como nuevo encargado de negocios en Costa Rica, pero su meta es mucho más ambiciosa.
Según una fuente vinculada al grupo de costeños del FSLN, “su mayor aspiración es ser nombrado embajador del Gobierno en Washington, donde el actual embajador Francisco Campbell ha presentado tres veces consecutivas su renuncia, pero no ha sido aceptada”. La última palabra sobre el destino político final de Jaentschke, otra vez la tiene Rosario Murillo.