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A 43 años de la revolución, nosotros acusamos

Carta Abierta a la dictadura de Ortega-Murillo en nombre de una izquierda latinoamericana e internacionalista

Daniel Ortega responsabilizó a los ciudadanos de las muertes por neumonía y problemas respiratorios

Mariano Rosa

19 de julio 2022

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Por razones de conciencia y corazón, tenemos un compromiso histórico y presente con el pueblo de Nicaragua. Con su extraordinaria revolución de hace 43 años que conmovió y esperanzó a todo un continente, atravesado entonces de dictaduras asesinas. Un país pequeño por su geografía, gigante por la épica de su gente. Por Sandino. Por los rebeldes de Monimbó y Masaya, alguna vez. Por los tranques de 2018. Por las universidades ocupadas de dignidad. Por Carazo y su gente de coraje. Por las Madres de las Víctimas de Abril. Por las presas y presos que sufren hoy, torturas medievales. Por el movimiento campesino, anticanalero. Por el exilio en indefensión y pobreza. Por la silenciosa rebeldía de miles, que procesan indignación en el encierro que impone el estado policial y sueñan nuevos levantamientos, julios y abriles. Nuevas ventanas de oportunidad para otra Nicaragua: sin élites enriquecidas, ni delatores a sueldo, ni verdugos de la gente, ni injerencismos interesados (chinos, gringos o de dónde sean). Para otra Nicaragua de los de abajo, de los que han puesto siempre los muertos, los presos, las manos en el trabajo, el cuerpo en producir toda la riqueza, siempre secuestrada, al final, por minorías. Por todo eso, nosotros los acusamos, hoy 19 de julio, cuando seguramente los actos sobreactuados, de movilización regimentada, volverá a ponerlos a ustedes en el centro de la escena de los medios oficialistas de Nicaragua, apelando a la memoria de una revolución que enterraron.

Acusamos a la pareja usurpadora de imponer una dictadura que reprime, persigue, mata y espía, en defensa de su propia impunidad y, sobre todo, de millonarios negocios (y negociados).

Acusamos a Ortega-Murillo de traficantes de identidad, traficantes de orgullosas banderas ahora corrompidas para encubrir un régimen criminal: ustedes no son ni de izquierda, ni antiimperialistas, ni socialistas. Son burgueses enriquecidos, son un sultanato decadente que, sin el monopolio de las armas, no son nada.

Acusamos a ustedes, de haber transformado una hermosa revolución de la gente, del pueblo olvidado, de las juventudes con sueños, en una pesadilla con más asesinados que bajo el somocismo, con la misma matriz de entrega económica, de apropiación de lo que es de todos. Ustedes son verdugos de su propio pueblo. De eso, no se vuelve. Eso, se paga.


Los acusamos hasta de querer amordazar la poesía, la memoria de Ernesto Cardenal y prohibir festivales, como si pudieran impedir o cancelar los versos, las canciones y la libertad de crear belleza. Ustedes, no entienden nada.

Nosotros los acusamos en nombre de una izquierda latinoamericana e internacionalista, que no los encubre, que no tiene pelos en la lengua para denunciarlos, para desafiarlos, para juramentar con todo ese exilio que resiste, que vamos a hacer hasta lo último para que se vayan y les caiga a ustedes y su entorno cómplice, todo el peso de la Memoria, la Verdad y la Justicia.

Los acusamos de crímenes de lesa humanidad y aunque haya una parte de la comunidad internacional, complaciente y tibia, nosotros los vamos a juzgar. Pronto. Porque ustedes, como toda dictadura, en su encierro alejado de la realidad, se creen eternos. Pero van a caer. Porque Latinoamérica ya aprendió cómo sacarse de encima genocidas. Ya aprendió cómo no tropezar dos veces, con la misma piedra.

El tamaño del dolor que están provocando será directamente proporcional a la justicia que el pueblo les va a imponer. No como venganza resentida, sino como legítima revancha de la historia. Se lo merecen los millones que están agazapados esperando el momento.

Ni de izquierda, ni antiimperialistas, ni socialistas: que se caigan las caretas de la usurpación de identidad.

Ustedes son dictadura de negocios, son burgueses enriquecidos, son criminales para asegurarse impunidad.

El mundo va a saber toda la verdad de lo que quieren encubrir. Somos parte de una izquierda orgullosa y vigente, que no se calló nunca. Socialistas por una Nicaragua, una Centroamérica y un mundo sin explotación ni opresiones, sin fronteras artificiales, con democracia real y plena, para las mayorías que vivimos de nuestro propio esfuerzo, sin privilegios. Socialistas que ni a ustedes, ni a imperialismos ni a burguesías de ningún lugar, le tenemos ningún miedo.

Y para este 19 de julio, nuestro deseo activo, con el cuerpo, es para que se vayan los sultanes dictadores, que viva el pueblo revolucionario, digno y de pie de la Nicaragua que resiste.


*Coordinador y vocera parlamentaria de la Comisión Internacional por la Vida y la Libertad de las personas presas políticas en Nicaragua Liga Internacional Socialista (LIS)

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