11 de julio 2022
Un cable diplomático del exembajador de Estados Unidos en Managua Robert Callahan, fechado el 27 de abril de 2009, filtrado por WikiLeaks, citando a la entonces jefa de la Policía Nacional, primera comisionada Aminta Granera reveló la paranoia de Daniel Ortega que argumentaba que unas monjas “rezaban para asesinarlo”.
El documento forma parte de una filtración de 1432 cables sobre Nicaragua que publicó WikiLeaks, y corresponden a los años 2006-2010, período que abarca las elecciones generales de 2006 en las que resultó electo Daniel Ortega en primera vuelta con solo 38% de los votos, el retorno del Frente Sandinista al poder, las elecciones municipales fraudulentas de 2008, y los primeros tres años del ejercicio del poder por parte de Ortega y su esposa, Rosario Murillo.
Una selección de estos documentos clasificados, emitidos por los embajadores Paul Trivelli y Robert Callahan, fueron publicados en 2011 en una alianza periodística formada por CONFIDENCIAL, y La Nación de Costa Rica, y de forma separada por El País de España.
El cable de abril de 2009, sobre el miedo de Ortega en torno a la supuesta amenaza que representaban para él unas monjitas “que están orando por su muerte”, fue citado en una noticia por El País en 2011, sin revelar que Granera era la fuente de la paranoia oficial, presuntamente para proteger su seguridad ante eventuales represalias cuando era jefa policial.
El documento completo se encuentra en el archivo de WikiLeaks al que ha tenido acceso CONFIDENCIAL. Trece años después, el cable diplomático adquiere una dimensión histórica, como antecedente de la irracional expulsión de las monjas de la orden Misioneras de la Caridad, fundada por la madre Teresa de Calcuta, quienes abandonaron el país el pasado 6 de julio de Nicaragua,
CONFIDENCIAL publica una reseña completa de este documento histórico que demuestra la paranoia de Ortega contra órdenes religiosas, que no identifica en el documento diplomático filtrado por WikiLeaks.
La conspiración de unas monjitas
El cable diplomático fechado el 27 de abril de 2009. revela que en una reunión privada realizada el 24 de abril de 2009, durante una ceremonia en que firmaron una carta de entendimiento sobre la Iniciativa de Mérida, entre el Gobierno de Estados Unidos y el de Nicaragua, la entonces jefa de la Policía Nacional, Aminta Granera, le dijo al entonces embajador de Estados Unidos en Managua, Robert Callahan, que el presidente de Nicaragua, Daniel Ortega, está “completamente loco” y que es “una amenaza para el país”, pues según él hay “unas monjas que están rezando para que lo asesinen”. Además, creía que Granera se reunía regularmente con el embajador para conspirar en su contra.
El documento escrito por Callahan indica que la comisionada Granera no especifica de dónde son, ni quiénes son las monjitas, a las que teme Daniel Ortega porque supuestamente están conspirando en su contra, a través de la oración, para que sea asesinado. Solo detalla que, según Ortega, se trataba de un grupo de un “grupo de monjitas muy mayores”, a las que consideraba una grave amenaza.
Aminta Granera temía a Ortega
El texto escrito por Callahan indicaba que Granera se limitó a decir que lo único que le permitía a ella misma mantenerse “a salvo de la hostilidad de Ortega” era su creciente popularidad y su estatus como una figura de alto perfil. Mientras que la única persona que tenía influencia sobre Ortega en estos tiempos es su esposa, Rosario Murillo.
En el documento Callahan aclara que esta fue, en realidad, “la primera oportunidad” que tenía para una conversación cara a cara con Granera desde su llegada al país en agosto de 2008. Por el contrario, cuenta que cuando sugirió a la entonces jefa policial que se reunieran en su residencia para un desayuno o almuerzo, Granera “respondió que no se atreve, ya que solo alimentaría las sospechas de Ortega”.
En el cable firmado por el diplomático estadounidense sobre su encuentro con Granera describe que la vio “visiblemente angustiada y agitada”. “Se sentó al lado del embajador, tomó su brazo y habló en un susurro”, describe el texto. Ella le informó que esperaba que Ortega la mantuviera como jefa policial por el resto de su mandato, que terminaba oficialmente en 2011.
“No sé qué hacer”, llegó a decirle al diplomático y le explicó que Ortega “temía su potencial como su rival (electoral) de ser como una “próxima Violeta”, en referencia a Violeta Barrios de Chamorro, quien lo derrotó en las elecciones de 1990.
La visión de Ortega
Los llamados papeles de WikiLeaks revelaron, en ese entonces, la visión que la embajada de Estados Unidos tenía del presidente Ortega: un hombre corrupto, sin escrúpulos y autoritario. Varios de los cables denuncian el temor de funcionarios del Estado de sufrir represalias por dar declaraciones públicas.
El cable diplomático firmado por Callahan indica que durante la ceremonia Granera expresó gratitud pública por la asistencia continua del Gobierno de los Estados Unidos en la lucha contra los narcotraficantes y contra organizaciones internacionales del crimen organizado. Sin embargo, se veía claramente incómoda cuando el (entonces) viceministro de Relaciones Exteriores (y cofirmante del acuerdo), Valdrack Jaentschke, quien aprovechó la oportunidad para criticar públicamente la cantidad de ayuda del Gobierno de los Estados Unidos como claramente insuficiente”.
Además, afirmaba que durante el encuentro con Granera observó al personal que trabaja con Granera “afuera de su oficina luchando por determinar lo que había sucedido” Ellos preguntaban: “¿por qué el embajador está allí solo con ella? ¿Quién permitió que esto sucediera?”.
“Claramente Granera está bajo estrecha observación y seguimiento diario por su propio personal de oficina. Si Ortega pretende mantener a Granera en su cargo como jefa de la Policía Nacional hasta el final de su mandato, puede ser tanto para minimizar las posibilidades de que emerja como una poderosa rival política. O quizás esta es la manera de Ortega de mantener a sus amigos cerca, y a sus enemigos más cerca aún”, destacó Callahan en el cable diplomático.
La expulsión de las Monjas de La Caridad
El seis de julio pasado 18 Misioneras de la Caridad, orden fundada por Madre Teresa de Calcuta, fueron obligadas a salir de Nicaragua y trasladadas desde Managua y Granada hacia la frontera con Costa Rica por la Dirección General de Migración y Extranjería (DGME) y la Policía.
Antes de ser expulsadas por el régimen de Daniel Ortega y Rosario Murillo, las Misioneras de la Caridad atendían dos comunidades religiosas en Managua y una Granada.
En Managua, la congregación religiosa atendía un hogar de adultos mayores, una guardería y un comedor para los más desfavorecidos. “También asistíamos a 135 familias con canasta básica mensual, acompañamiento espiritual y catequesis. Ayudando a parroquias vecinas”, precisó la religiosa.
Mientras en Granada las misioneras atendían “a jóvenes y niños de escasos recursos económicos”, proveyéndoles “un espacio para otros niños con necesidad de reforzamiento escolar”. Además, tenían un comedor para los más necesitados y —al igual que en Managua— entregaban canasta básica para las familias pobres.
La congregación religiosa también entregaba medicinas a los más necesitados, brindaba apoyo económico a los universitarios de escasos recursos económicos y visitaba a los privados de libertad.
La expulsión de las Misioneras de la Caridad ya había sido advertida desde el 28 de junio, cuando la Asamblea Nacional —dominada por el Frente Sandinista— canceló la personalidad jurídica de su asociación. Desde ese día las religiosas permanecían bajo vigilancia policial.
Aunque la cancelación de la personería jurídica de la Asociación Misioneras de la Caridad forma parte de una cruzada del régimen en contra de los Organismos Sin Fines de Lucro (OSFL), que ha dejado casi 1000 organismos cancelados desde 2018, un informe del Ministerio de Gobernación (Migob) señala que las Misioneras de la Caridad “ha incumplido” sus obligaciones conforme a la ley.