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Pasajes por las nubes: Nicas eligen ‘opción tica’ para volar fuera del país

Volar desde Managua a Estados Unidos o Europa es tan caro, que usan los aeropuertos costarricenses para conseguir boletos más baratos

Imagen del Aeropuerto Internacional Daniel Oduber, en Liberia. Foto: ITC

Iván Olivares

11 de julio 2022

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El precio de los boletos para volar desde Nicaragua a algún destino en Europa o Estados Unidos ha subido tanto, que los viajeros saliendo desde nuestro país prefieren transportarse por tierra a Costa Rica, para abordar un avión a cualquiera de sus destinos.

La decisión del Gobierno de Daniel Ortega y Rosario Murillo, de suspender la obligatoriedad de presentar una prueba negativa de covid - 19, resultó ser un aliciente insuficiente para convencer a las aerolíneas estadounidenses de regresar a los cielos nicaragüenses, porque les impone requisitos que, en el peor de los casos, aumentan sus gastos operativos.

“Esos ‘monstruos’ requieren flexibilidad para operar, siendo que atienden tantos destinos a escala global”, explica Adán Gaitán, dueño de Viajes Munditur.

El resultado de las trabas a las aerolíneas estadounidenses es que volar hacia ese país, o a cualquier destino en Europa, se haya vuelto excesivamente caro. Más de lo que ya era.


“Un boleto desde Managua a Miami te cuesta, fácilmente, entre 500 a 800 dólares, según la temporada”, explica Gaitán. Que los boletos sean tan caros “disminuye la competitividad del país como destino turístico, además que hay pocos asientos disponibles para los pasajeros”, sean hombres de negocios, turistas extranjeros, o nacionales regresando al país, advierte la expresidenta de la Cámara Nacional de Turismo, (Canatur), Lucy Valenti.

“Viajar a Nicaragua se ha vuelto tremendamente costoso”, complementó.

En rigor, las fuentes reconocen que este no es un problema nuevo, pero sí que se ha profundizado por causa de la crisis socioeconómica que estalló en 2018, reforzada por la pandemia de covid - 19 y por la respuesta inadecuada del régimen, cuyas decisiones hicieron que Nicaragua sea el único país de la región al que no vuelan las aerolíneas estadounidenses.

“Desde antes de 2018, éramos el país de la región con la menor conectividad aérea”, rememora Valenti, en referencia a que solo algunas de las grandes compañías de Estados Unidos (y muy poco o ninguna de las europeas) que compiten por el mercado mundial de los vuelos aéreos, viajaba a Managua.

Desde entonces “era una prioridad que el país desarrollara estrategias más agresivas para captar más aerolíneas, porque lo que estaba disponible era insuficiente para desarrollar la actividad turística del país”, dijo Valenti, y si eso no era posible cuando el sector privado tenía acceso privilegiado a las más altas esferas del Gobierno, es menos probable que ocurra ahora, cuando se rompió el ‘Modelo de Diálogos y Consensos”.

“Estamos a la espera que regresen las aerolíneas gringas. El Gobierno sabe que mientras no vengan, el turismo no va a crecer”, señala Gaitán, reconociendo que hay un problema de comunicación entre el sector público y privado. “Puede ser que las autoridades tengan buenas intenciones, pero no nos consultan. Nosotros tenemos la experiencia. El turismo no es cuestión de competir entre nosotros, sino de ofrecer calidad, para satisfacer la demanda”, ilustró.

Mejor Liberia que Managua

La situación planteada obligó al sector turístico nacional a ofrecer opciones para que los pasajeros interesados en volar desde Nicaragua a Estados Unidos o Europa, lo hagan viajando por tierra a los aeropuertos internacionales de Liberia o Alajuela, ambos en Costa Rica, para abordar un avión pagando una fracción del costo: 300 a 350 dólares por un boleto ida y vuelta de San José a Miami… según la temporada.

El mecanismo es especialmente útil para el sector turístico nicaragüense (hoteles y turoperadores, especialmente) ubicado en la zona sur del país, que usan el aeropuerto de Liberia para ‘bajar’ pasajeros, y trasladarlos hacia Nicaragua.

La iniciativa no es nueva, pero en el pasado la operación era mucho menor, tanto porque el aeropuerto de Liberia era más pequeño; porque los turistas llegaban directo al aeropuerto de Managua, o porque se trataba de unos pocos viajeros que habían comprado un paquete combinado que les llevaba a Costa Rica primero, y luego a Nicaragua.

En ese caso, como ahora, los empresarios de ambos lados de la frontera actuaban de forma coordinada para atender a estos viajeros. “Lo que hacemos es fletar un vehículo para llevar a los pasajeros hasta Liberia, aunque en ocasiones, solo nos permiten llevarlos a la frontera, y ahí los recoge un transportista tico, todo por el mismo precio”, dijo a CONFIDENCIAL un empresario del sector que prefiere no ser identificado para evitar represalias gubernamentales.

Munditur prefiere no ofrecer ese servicio, por varias razones de tipo técnico y comercial, así que “los que viajan a Costa Rica, lo hacen por su cuenta. La gente hace sus propias reservaciones, porque en ese país hay muchas aerolíneas viajando a Estados Unidos. Pagan 50 a 80 dólares para ir a Costa Rica, y desde ahí 300 dólares por un boleto para Miami u otros destinos en ese país”, según la temporada.

Que las líneas estadounidenses y europeas no estén volando a Nicaragua, dificulta también las conexiones con Europa, así que el aeropuerto de Liberia se constituye en una buena opción para conseguir un asiento, con el beneficio adicional de que es muchísimo más económico que las opciones disponibles en Managua.

“Se puede usar Copa y Avianca para hacer esas conexiones, pero su disponibilidad de asientos es mucho menor que la que tenían antes, lo que da como resultado que sus boletos sean más caros”, explicó Valenti.


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Iván Olivares

Iván Olivares

Periodista nicaragüense, exiliado en Costa Rica. Durante más de veinte años se ha desempeñado en CONFIDENCIAL como periodista de Economía. Antes trabajó en el semanario La Crónica, el diario La Prensa y El Nuevo Diario. Además, ha publicado en el Diario de Hoy, de El Salvador. Ha ganado en dos ocasiones el Premio a la Excelencia en Periodismo Pedro Joaquín Chamorro Cardenal, en Nicaragua.

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