28 de junio 2022
“Ismael” tenía 11 años de edad cuando habló por primera vez con un adulto sobre su orientación sexual. Fue cuando se confesó con un sacerdote en los preparativos para recibir su primera comunión en la Iglesia católica. Ahí reveló al religioso que se sentía atraído por alguien de su mismo sexo, y que se había besado con otro niño de su misma edad, en la parte trasera del templo.
—Usted está en un gran pecado y se va a condenar eternamente—, le dijo el presbítero.
Casi dos décadas más tarde, “Ismael” aún recuerda que las palabras de condena lo marcaron profundamente y le causaron dudas a nivel personal y espiritual. “Esa condena te hace dudar de tu fe, de tu existencia, de quién sos e incluso de la familia; ¿Iré a defraudar a mi mamá, a mi papá, a mi abuelita? ¿Qué va a pasar conmigo?”, se cuestionó en ese momento.
A pesar de la experiencia, que califica como “traumante”, “Ismael”, hoy de 30 años, sigue muy comprometido con sus creencias religiosas dentro de la Iglesia católica, e incluso trabajó durante varios años en una diócesis. Para él, su identidad como hombre bisexual no representa ningún conflicto con su fe, y agradece el acompañamiento espiritual que tuvo de un religioso jesuita.
Es, afirma, un hombre de mucha fe: creyente de Jesucristo e hijo de la Virgen María. Un fiel creyente que espera, algún día, que los líderes de la Iglesia católica entiendan que “Dios es amor”.
Inclusión LGBT+ en las Iglesias cristianas
Carla Sofía Vargas es una mujer lesbiana y activista por los derechos LGTBQ+ que fundó La Mechuda, un espacio de internet que lucha por la inclusión de las personas de la diversidad sexual en las distintas Iglesias cristianas.
“Soy mujer lesbiana, latina y creyente de Jesús. Por muchos años —e incontable sufrimiento— de verdad creí que mi orientación sexual y mi fe eran mutuamente excluyentes. Ahora, desde mi testimonio y formación quiero abrir la conversación y demostrar que las personas LGBT+ podemos vivir nuestra espiritualidad de una forma real y verdadera”, se presenta en su website, que incluye un blog, videos y podcast. Su contenido incluye terapias de conversión, historias de creyentes y “polémicas” relecturas de la Biblia.
Carla Sofía fue educada dentro de una Iglesia evangélica no denominacional, es decir una congregación que no es parte de una denominación más grande.
La joven opina que la decisión de ser parte de una Iglesia tiene varias aristas que van más allá de identificarse o no con un credo religioso o ser parte de una de sus comunidades. Es un asunto que incluye creencias, identidad de género e incluso aceptación personal, así como un tema de derechos humanos, por las posturas de algunas Iglesias en contra del matrimonio igualitario y otros temas que tienen que ver con la comunidad LGTBQ+.
“Uno elige en qué trinchera posicionarse. Hay gente que quiere hacer un cambio desde adentro. Hay otros que se salen de la Iglesia como institución, pero siguen creyendo y es una trinchera válida. Y están quienes se alejan por el mismo trauma religioso de toda institución y de todo lo que tiene que ver con el cristianismo. También es sumamente válido, porque tampoco hay que minimizar todo el daño que ha hecho la Iglesia”, cuenta Vargas.
“Tu orientación sexual no te aleja de Dios”
“Antonio” es un joven homosexual que ha estado ligado con la orden religiosa de la Compañía de Jesús, primero como estudiante y ahora como docente universitario. Para él, su homosexualidad y su fe siempre han ido de la mano. Además, gracias al apoyo de líderes religiosos de esta congregación, logró contarle a sus padres sobre su orientación sexual.
Sin embargo, reconoce que, aunque su experiencia personal fue positiva, aún existen en la Iglesia personas rechazadas por hacer pública su orientación.
Para “Antonio”, la razón por la que algunas personas de la comunidad LGTBQ+ deciden formar parte de una organización religiosa, a pesar de las posturas de las Iglesias en contra del colectivo, es necesario separar a la “institución de la experiencia de fe”. Asimismo, comprender que dentro de la Iglesia católica hay religiosos que brindan su “apoyo espiritual” a miembros de la diversidad sexual.
“Uno escucha con mayor frecuencia en la Iglesia católica sacerdotes que a uno lo acompañan y comprenden perfectamente. Percibo (con) esa apertura que son otros tiempos. El tema es que ellos difícilmente te van hablar eso en un púlpito o en una homilía, sino que cuando conversas con ellos de forma bilateral es que encontrás posturas de mayor cercanía pastoral”, asegura el joven.
“Estoy muy seguro de mi fe y orientación sexual”
Ramdall Agurcia es otro miembro de la comunidad LGTBQ+ que también es parte de la Iglesia católica. Como creyente es consciente de la postura conservadora de la Iglesia sobre este colectivo, pero asegura que eso no le ha impedido expresar libremente su fe y sexualidad. Ramdall es parte del coro de su parroquia y coordina a un grupo de niños.
“En mi parroquia no se le han cerrado las puertas (a la comunidad) y el padre no hace comentarios que nos vayan a ofender directamente. Si tiene algún consejo que decirnos, lo hace directamente porque se tiene la confianza”, relata.
El joven que se identifica abiertametne gay agrega: “Yo estoy muy seguro de mi fe, practico mi fe y estoy muy seguro de mi orientación sexual. No voy a cambiarlo, tampoco es un experimento. ¡Ay ahora voy a probar lo otro! No, no es necesario, en mi caso no necesito demostrarle nada a nadie”.