23 de junio 2022
La victoria del senador Gustavo Petro, en Colombia, consolida un bloque de izquierda en Latinoamérica, con una agenda muy distinta a la marea rosa de la década del 2000, cuando esa misma tendencia gobernó gran parte de América Latina, valora la profesora asociada del Departamento de Ciencias Políticas de la Universidad de los Andes, Sandra Borda,
Esta izquierda, estima, no centra sus preocupaciones en el tema de la defensa, sino que amplía su agenda al tema de derechos humanos y medioambiente y luce comprometida con las instituciones y la defensa del Estado de derecho, marcando una diferencia con la de dictaduras como Nicaragua y Venezuela.
“Me llamó poderosamente la atención que Petro quiere crear un bloque latinoamericano, pensar en un bloque latinoamericano sin ningún tipo de exclusión, lo que le implicaría necesariamente trabajar con los regímenes autoritarios de los que tú estás hablando”, sostuvo Borda en una entrevista este miércoles 22 de junio en el programa televisivo Esta Noche.
La politóloga añadió que en el caso nicaragüense existe la expectativa que finalmente se inicie conversaciones para implementar la sentencia de la Corte Internacional de Justicia que favoreció al país centroamericano.
¿Cómo se viven en Colombia los primeros días después de la victoria de Gustavo Petro el domingo pasado, en un país que está dividido?
Por cuenta del conflicto armado siempre tuvimos un sistema político tremendamente restringido, que solamente se movía entre el centro y la derecha, y por primera vez vamos a tener un Gobierno de izquierda.
Muchos colombianos están a la expectativa de lo que eso va a significar. Los mercados han reaccionado relativamente bien a la decisión que tomaron los colombianos el domingo.
Bajaron un poco las acciones de Ecopetrol, que es la empresa semiestatal encargada de la explotación y venta de petróleo, que era perfectamente normal porque el discurso de sustitución energética de Petro puede poner nervioso a ese sector de la economía, pero el resto ha reaccionado bien. El sector privado, los otros partidos políticos, todos estamos en la expectativa de la formación del gabinete y la coalición de Gobierno en el Congreso.
Petro dijo que promoverá un acuerdo nacional. ¿Es legislativo parlamentario o es económico y social? ¿Es políticamente viable?
El objetivo último es conformar una coalición de Gobierno que le permita a Petro maniobrar en materia de las reformas que quiere adelantar. No va a ser tan difícil de armar. Tenemos un Senado de más o menos 106 personas, de esas él ya tiene una bancada, de su propio partido, de 20, y de los otros partidos hay políticos y hay congresistas que son adeptos al Pacto Histórico y al mismo Petro, que le estarían sumando más o menos entre 38 y 41 senadores, lo que quiere decir que tiene una masa crítica suficiente para adelantar algunas reformas.
Si quiere hacer reformas de carácter constitucional lo va a tener que hacer con una mayoría simple, 50 más uno, y ahí la conformación de la coalición va a ser más difícil, pero por lo pronto para adelantar las medidas de rescate económico, para reaccionar a la situación dificilísima en la que quedó la gente después de la pandemia y el confinamiento, creo que ya tiene una bancada más o menos conformada que le permitirá avanzar.
Hay otras reformas de mucho más largo plazo, que van a ser más difíciles de lograr: una tributaria que le permita tener suficientes recursos para eventualmente implementar más programas de asistencia social y tratar de contribuir a que más familias puedan regresar y hacer parte de la economía y del sector productivo del país. Seguramente eso va a depender también de la forma en la que construya su gabinete.
Por ahora, lo que está haciendo es invitar a todos los sectores políticos a ser parte de este pacto nacional, como dices, y seguramente habrá algunos sectores que estén negociando con él; hay otros que, yo sí creo que, definitivamente, se van a quedar en la oposición y no están interesados mínimamente en hacer parte de esto, el principal de ellos, el Centro Democrático, del expresidente Álvaro Uribe, que quedó con algunos senadores, seguramente va a ser una minoría muy crítica y no creo que vayan a ser parte de este gran pacto y de la coalición.
¿Qué esperan los ciudadanos? ¿Cuál es el principal reto que tiene Petro frente a esa expectativa de cambio?
El votante en esencia de Petro, esos 11 millones de votos, en una muy buena parte, son el resultado de toda la dinámica de movilización y protesta social que empezó en Colombia desde hace más de dos años.
Se trata de una protesta que estuvo motivada, primero, obviamente por los efectos económicos nefastos del confinamiento sobre muchas familias, por la lentitud del Estado a la hora de responder a esa emergencia económica que se creó, y adicionalmente, se trata de gente, de ciudadanos que están pidiendo que el Estado provea de muchos más servicios, educación, salud, etcétera, y en forma más eficiente.
La razón por la cual esto cobra tanta vigencia, en este momento, es porque, como decía al principio, durante el conflicto armado nuestra preocupación central era la seguridad. La lógica era que había que mantenerse vivo para poder acceder a la educación, para poder tener servicios de salud y demás. Hoy la amenaza a la seguridad, casi que existencial, de los colombianos se ha reducido sustancialmente por cuenta de la (des)movilización de la gran mayoría de las FARC, la fuerza insurgente más importante acá. Y eso, lo que quiere decir es que la gente abrió espacio, entonces, para demandar otro tipo de cosas y para pedir una satisfacción mucho más eficiente de sus necesidades por parte del Estado.
En su discurso de proclamación de la victoria, Petro habló de una política exterior enfocada y basada en el cambio climático. ¿Esta es una propuesta que se antepone a lo que ha sido, hasta ahora, la política antidroga de EE. UU.?
Insertar el tema del cambio climático en la relación bilateral, como una cuestión prioritaria, tiene dos objetivos fundamentales: el primero de ellos, es que la Administración de Petro sabe perfectamente que esa es una prioridad de Biden, y está buscando encontrar algún tipo de resonancia con esa declaración.
A mí me parece fundamental, y él lo alcanzó a deletrear en su discurso, que, en el tema de la lucha contra las drogas, la asimetría entre Colombia y Estados Unidos es enorme, y tenemos una distribución de culpas que no nos beneficia a nosotros, porque terminamos construyendo el problema de tal forma que la producción y el tráfico se convirtieron en el origen, y el consumo, única y exclusivamente en el resultado. En ese escenario, el problema somos nosotros y, aparentemente, EE. UU. es un poco la solución, son ellos los que proponen el tipo de política antidrogas que se debe seguir.
En el tema del cambio climático ocurre exactamente lo opuesto, el problema es el Norte. Son países como Estados Unidos que contribuyen constantemente al calentamiento global, y que tienen un nivel de consumo y uso de combustibles fósiles que está generando un daño enorme, y más bien la solución está de este lado. Somos nosotros los que tenemos los recursos para contribuir a su solución. Entonces, lo que está tratando de hacer es cambiar un poco la balanza para producir una relación un poco más simétrica y más horizontal con Estados Unidos.
¿Cómo se ubica Petro en la relación entre América Latina y EE. UU.? ¿Tiene pretensiones de alguna clase de liderazgo?
Me sorprendió mucho que le dedicara una parte tan grande de su discurso al tema internacional. Lo que me señala es que, efectivamente, sí hay un interés por consolidarse como líder regional. Ciertamente va a ser un esfuerzo, cree que se va a encontrar con un escenario regional que va a ser amistoso: tener a Boric en Chile, Fernández en Argentina, eventualmente Lula da Silva en Brasil, AMLO (Andrés Manuel López Obrador) un poco en México.
Tiene un montón de socios que, eventualmente, le pueden ayudar a promover su agenda. Pero, además, Petro entiende muy bien que su agenda doméstica depende muy estrechamente de su gestión internacional.
Ahora, ¿cuál es el problema que va a enfrentar? Que nuestro servicio exterior no está preparado para un liderazgo de carácter internacional. Nuestra Cancillería es débil, con muy poco presupuesto y, además, hemos tenido por costumbre, en Colombia, usar el servicio diplomático como una suerte de botín burocrático para la clase política.
¿Qué representa la izquierda de Petro en el conjunto de esos movimientos que has mencionado en América Latina, donde hay tres dictaduras que se presentan como de izquierda: Cuba, Venezuela y Nicaragua?
El reto va a ser bien interesante, porque yo no creo que esto pueda hacer una réplica de lo que sucedió con la célebre ola rosa hace diez, quince años. Esto es una izquierda distinta. Es una mucho más comprometida con la defensa de las instituciones democráticas y del Estado de derecho, entonces, parte del reto que van a tener, y me llamó poderosamente la atención que Petro quiere crear un bloque latinoamericano sin ningún tipo de exclusión, lo que le implicaría necesariamente trabajar con los regímenes autoritarios de los que tú estás hablando.
Boric lo tiene mucho más claro, su compromiso democrático no alcanza para volver a armar un bloque a lo Unasur, que incluya democracias y no democracias. El reto grande que va a tener ese bloque es definir cuál va a ser su posición en ese tema, mirar cuál va a ser el tipo de gestión que van a adelantar al respecto, y adicionalmente diría que la gran diferencia frente al bloque clásico, de la ola rosa de hace diez, quince años, es que está izquierda es una izquierda con agenda distinta.
Esta no es la izquierda obsesionada con los temas de seguridad con los que estuvo obsesionada la Unasur, o con temas de desarrollo económico. Está pensando en cambio climático, discriminación racial y de género. Es decir, tiene una agenda muy distinta que va a propiciar comportamientos distintos.
¿Cómo se proyectan las relaciones de Colombia con Nicolás Maduro?
Todos los candidatos presidenciales de esta contienda, con excepción de uno solo, propusieron una normalización de la relación con Venezuela, y la razón por la que eso sucedió es porque quedó demostrado durante los cuatro años de la Administración (de Iván) Duque que tratar de aislar a Venezuela, cortar vínculos binacionales, destruir la institucionalidad binacional y, básicamente, intentar sacar a Maduro del poder a punta de intervención internacional, es una fórmula absolutamente fallida, así no se va a contribuir a la transición democrática.
Ahora, ¿cuál es el escenario en que está Petro y por qué este problema es particularmente difícil para él? Decía que este es el primer Gobierno de izquierda que tenemos en Colombia, y por cuenta de eso, los once millones de personas que votaron por Petro estarán ahí, pero hay otros diez millones de personas que votaron por Rodolfo Hernández, que le tienen muchísimo miedo a que la llegada de Petro signifique que Colombia se va a convertir en Venezuela.
Una de las tareas principales que ha tratado de desempeñar Petro es justamente eliminar las bases de ese miedo. Para eliminarlas no ayuda a acercarse demasiado a Venezuela.
Lo que van a tratar de hacer es empezar un proceso de reconstrucción y de normalización de la relación de abajo para arriba. Es decir, restablecimiento de consulados, restablecimiento de instituciones fronterizas para atender a las personas que viven de la economía de la frontera, y para poder atender y registrar mejor a los migrantes venezolanos; Pero no creo que la cosa vaya a empezar por una reunión binacional de alto calibre ni por grandes anuncios.
La situación de los venezolanos en Colombia no se va a alterar por esa razón; que se restablezcan vínculos binacionales no quiere decir que los refugiados en Colombia dejen de ser refugiados, ni que el estatuto de protección que diseñó el presidente Duque se deje de aplicar.
En el caso de Nicaragua, Petro ha condenado la represión. Pero, al mismo tiempo ha dicho que quiere restablecer una relación bilateral para implementar el fallo de La Haya. ¿Qué se puede esperar?
La expectativa es que logremos finalmente resolver el diferendo de los límites marítimos con Nicaragua. Ya hay un fallo de la Corte Internacional de Justicia (CIJ). Durante la campaña electoral, cuando estuvo saliendo el último fallo sobre el desacato, Petro y otros candidatos dijeron que se ajustarían a los dictámenes de la CIJ y que respetarían el derecho internacional.
Colombia se sometió voluntariamente a los dictámenes de la Corte, y creo que lo que va a proceder, de aquí en adelante, es un proceso de negociación para, de una vez por todas, utilizar el fallo como punto de partida para la definición de los límites marítimos.
Esto puede, eventualmente, ir por un camino distinto. Pero, como en el caso de Venezuela, le va a tocar a Petro andar con pies de plomo para que la gente en Colombia no tenga la sensación de que su eventual simpatía ideológica con las izquierdas, lo puede sesgar en una negociación con Nicaragua.
¿Consideras que Petro estaría más cerca de la posición de López Obrador o más en la línea de Boric?
Es mucho más cercana a la izquierda de Gabriel Boric. Si bien, Petro, uno podría casi que ubicarlo en la mitad entre estas dos vertientes de la izquierda, porque tiene, en el Pacto Histórico, muchos movimientos de izquierda tradicional e histórica, también está rodeado de organizaciones de jóvenes y de estudiantes, y por una parte de la izquierda muy renovada, muy joven, que está muchísimo más cercana a la agenda de derechos humanos, a la de género y de reivindicación racial.
Su compromiso ha sido, desde el comienzo, con el mantenimiento de las instituciones. La expectativa que tiene todo el mundo, es que se ajuste a eso durante su gobierno. Eso también depende de la naturaleza de la oposición política en Colombia, porque si la oposición no es leal a la democracia, le van a reducir los incentivos a Petro para mantenerse leal con esos principios democráticos. Entonces, esto es un juego de toma y dame.