19 de junio 2022
Mientras “Top Gun Maverick” salva la taquilla, otra película de Joseph Kosinski hace lo propio por Netflix. “Spiderhead” un ‘thriller’ que apunta a justificar su suscripción al servicio de ‘streaming’.
Spiderhead es una isla que alberga una curiosa prisión. Los internos viven en condiciones más cercanas a un hotel de lujo que a una cárcel. A cambio, deben someterse a experimentos con drogas que alteran emociones y funciones fisiológicas, suministrada a través de un dispositivo instalado en la base de sus espaldas. Las sustancias tienen nombres sugestivos: ‘Verbaluce’ te hace locuaz; ‘Laffoddil’ induce buen humor; ‘Luvactin’ despierta el deseo, y ‘Drakenfloxx’ infunde terror. Steve Abnesti (Chris Hemsworth) es el líder del enclave. Su favorito es Jeff (Miles Teller), homicida vehicular con un saludable sentido de culpa.
La película está basada en una historia de George Saunders, publicada originalmente en la revista The New Yorker. Quizás el mejor chiste sea la aparición del logo de la enrarecida publicación entre los productores de un filme eminentemente comercial. La premisa podría funcionar en cualquier registro dramático, pero el guion adaptado por Rhett Reese y Paul Wernick no se decide entre el horror y la comedia irreverente. No es de extrañarse. El dúo se hizo famoso con los libretos de “Deadpool” (2016, y 2018), responsables de infundir humor negro en el “universo narrativo” de Marvel Studios.
Por lo menos, la trama es elocuente a la hora de establecer el juego de poder entre los privilegiados y los explotados, entre Steve y Jeff. El presidiario es el prototípico hombre común estadounidense. Su condición proletaria se define en el ‘flashback’ que muestra como terminó preso: bebe cerveza con su novia y amigos en un restaurante campestre instalado alrededor de una caminito de comida, conduciendo bajo la influencia del alcohol en un camino rural. No vería en un lugar así a Steve, quien parece ejemplo de laboratorio de lo que se conoce como un ‘tech-bro’. Imagine a Elon Musk o Mark Zuckerberg. Es un empresario del sector tecnológico que ha adquirido una fabulosa fortuna y fantasea con la idea de que todavía es un hombre común, igual que los demás. Pero claro, disfruta de cada privilegio adquirido con su dinero. Y dictar cómo deben vivir los demás, es solo uno de ellos.
El desarrollo de la trama es predecible. Podemos anticipar algo siniestro desde que arribamos a la isla, un paraíso tropical mancillado por un edificio brutalista, una estilizada masa de concreto con un muelle adyacente, que bien podría ser la guarida de un villano de película de James Bond. De cierta forma, lo es. El elemento sorpresa viene en la fina caracterización de Hemsworth. El actor mejor conocido como Thor, el dios del trueno, es excelente como un villano que se cree amigo de sus víctimas. Para cuando descubrimos que su bonhomía es producto de una sobredosis de sus propias drogas, ya ha dejado claro los extremos patológicos de su personaje. La opacidad de Miles Teller no es un error, sino una característica. Tiene que ser así, para contrastar con el extravagante pavo real a su lado.
La concepción del villano se ve apoyada por todos los elementos creativos. Desde el diseño de la cárcel, despojando el modernismo de cualquier calidez, hasta una banda sonora concebida como el irónico ‘playlist’ de un psicópata. Steve ama los clásicos del New Wave y el Yacht Rock. Hasta nos regala un baile privado al ritmo de “More Than This” de Roxy Music. La ironía recuerda a “American Psycho” (Mary Harron, 2000), y como Patrick Bateman (Christian Bale) era devoto de Phil Collins y Huey Lewis and the News. No es casualidad que del mismo teléfono que usa para escuchar música emanen las órdenes letales que cobran vidas. El placer y la crueldad son indistinguibles para él.
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En la recta final, la película apunta a un cierre apocalíptico que trata de unir todos los ejes temáticos, y armonizar los géneros que invoca. El resultado es frenético y caótico, pero para ese entonces, los actores ya han hecho su magia. Cada personaje resulta indeleble, sin importar cuan breve sea su aparición en pantalla. Mención aparte merece Jurnee Smollet, quien logra trascender a las limitaciones de su papel, para construir un personaje cálido que le da peso dramático a la subtrama romántica. El escape de “Spiderhead” es bien ganado.
“Spiderhead”
Dirección: Joseph Kosinski
Duración: 1 hora, 46 minutos
Clasificación: * * * (Buena)
* Disponible en Netflix