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EE. UU. defiende alcances del evento, aunque no abordó el avance de los sistemas autoritarios en el continente.
La IX Cumbre de las Américas concluyó este viernes 10 de junio con la llamada “Declaración sobre Migración y Protección de Los Ángeles”, centrada en la “voluntad de fortalecer los esfuerzos nacionales, regionales y hemisféricos a fin de crear las condiciones para una migración segura, ordenada, humana y regular”, que fue firmada en medio de tensiones políticas derivadas de las severas grietas ideológicas que imperan en la región.
El encuentro presidencial de mayor relevancia en el hemisferio enfrentó severas complicaciones desde antes de su inicio, al conocerse el veto de Estados Unidos a los regímenes de Nicaragua, Cuba y Venezuela por sus violaciones a los derechos humanos y los atropellos a las libertades civiles.
Aunque el régimen de Daniel Ortega no fue invitado al evento, Nicaragua sí estuvo presente a través de distintas expresiones de la sociedad civil en el exilio, que aprovecharon el foro para denunciar la crisis sociopolítica que atrapa al país debido al estado policial de facto impuesto por el orteguismo y elevaron la demanda de libertad para los más de 180 presos políticos que continúan en las cárceles de la dictadura.
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