7 de junio 2022
La Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal), rebajó la previsión de crecimiento del producto interno bruto (PIB) de Nicaragua, desde el 3.0% que calculaba al comenzar el año, hasta el 2.5% que señala ahora su reporte titulado “Repercusiones en América Latina y el Caribe de la guerra en Ucrania: ¿cómo enfrentar esta nueva crisis?”, presentado este lunes.
La invasión rusa a Ucrania elevó los precios de varios commodities importantes —como los cereales, el petróleo y el acero— además de trastocar aún más la cadena logística global, generando actividades económicas ‘ganadoras’ (lo que incluye diversos productos de exportación) y ‘perdedoras’.
Ese mismo esquema se reproduce para los países, basado en su dependencia de la importación de fertilizantes e hidrocarburos. Algunos países “exportadores netos de productos agroindustriales se verán afectados por el doble impacto negativo del mayor costo de la energía y de los fertilizantes, que no alcanzará a ser compensado por el aumento de los precios de sus principales productos de exportación”, señala el documento.
En el caso de Nicaragua, eso se traducirá en un aumento de la pobreza total, en dependencia del comportamiento del índice de precios al consumidor: según los cálculos de la Cepal, la pobreza total crecería del 45.3% observado al cierre de 2021, a afectar al 46.0% de los nicaragüenses —si la inflación se mantiene en el 8.74% medido al cierre del primer trimestre— o hasta el 46.8% de la población total, si sube otros dos puntos porcentuales más en el resto del año.
Probablemente no haya que esperar mucho para ver ese crecimiento de dos puntos: según el Banco Central de Nicaragua (BCN), la inflación interanual medida al mes de abril, ya era de 9.95%, lo que apunta al cumplimiento del peor escenario, en cuyo caso, la pobreza extrema también “llegaría a niveles superiores a los registrados en el primer año de la pandemia”.
Analizando la situación regional en su conjunto, la Cepal detalla que “los resultados respecto del limitado desempeño económico esperado para 2022 y una creciente inflación generan un contexto adverso para las condiciones de vida de la población y su posibilidad de adquirir bienes y servicios esenciales”. El aumento de la pobreza, y de la pobreza extrema, reflejan “la tendencia a un mayor aumento de los precios de los alimentos en comparación con el resto de los bienes”, detalló la institución.
Flujos externos en riesgo
Aunque el país tiene aseguradas sus necesidades de agroquímicos y fertilizantes, a precios significativamente más altos que en los años previos, la Cepal advierte —con base en estudios realizados en distintos lugares del continente— que “la insuficiente aplicación de fertilizantes puede disminuir los rendimientos por hectárea e incluso reducir el área sembrada de ciertos cultivos”.
“La escasez de fertilizantes incide significativamente en los costos agrícolas, en porcentajes del costo total que van desde cerca del 20% en el caso del arroz, las papas y la caña de azúcar, hasta el 40% en el caso del maíz amarillo y el café”, reitera la Comisión.
A una escala mayor, las finanzas públicas, y las de las empresas, corren riesgo ante la forma en que han evolucionado los mercados internacionales, ante “el aumento de la volatilidad financiera y la aversión global al riesgo como resultado de la guerra”, lo que ha perjudicado los flujos de capital hacia los mercados emergentes, y podría disminuir la posibilidad de captar nuevos préstamos, o nueva inversión extranjera.
“Esta tendencia podría acentuarse en los próximos meses si persisten las presiones inflacionarias en las economías desarrolladas y sus bancos centrales profundizan las políticas monetarias contractivas, incluidas alzas de las tasas de interés de política monetaria y la reversión de los estímulos monetarios (compra de activos)”, añade el documento.
La implementación de estas “políticas monetarias más restrictivas, afectarán de forma negativa a los países altamente endeudados… pues limitarán su acceso al financiamiento para renovar deuda anterior o incrementarla en términos netos. El aumento de las tasas también deteriorará la situación financiera del sector corporativo no financiero, que presenta un elevado nivel de endeudamiento”, subraya la Cepal.
La alta dependencia del petróleo (como fuente de energía para el transporte, y para generar una parte de la electricidad que consume el país), también representan factores a tener en cuenta: por un lado, porque el saldo comercial externo de combustibles fósiles de Nicaragua en 2020, supera los tres puntos del PIB, pero también porque el 30% de la electricidad que se consume en el país, proviene de los cada vez más caros hidrocarburos.
“Los países importadores netos de combustibles fósiles [como Nicaragua] seguramente enfrentarán más dificultades para controlar las tasas de inflación, que disminuyen el poder adquisitivo de los quintiles más pobres”, advierte la entidad especializada.
“La importancia de los componentes de alimentos, transporte (combustibles) y vivienda (electricidad, gas y agua) en el índice de precios al consumidor (IPC) contribuye al traspaso del choque externo de oferta a la inflación general interna. El choque externo ha afectado los costos de producción internos, como lo muestra el alza del índice de precios al productor, que termina impactando la oferta local”, explica la Cepal.
Fortalecer progresividad tributaria
La Cepal señala que “para responder a la coyuntura y dinamizar un crecimiento sostenible e inclusivo, se requerirán políticas fiscales y monetarias procrecimiento”. Por ello, propone “seguir utilizando la política fiscal como elemento central de la política de desarrollo, lo que requiere fortalecer los ingresos públicos para ampliar el espacio fiscal. Es necesario reducir la evasión, reorientar gastos tributarios y fortalecer la progresividad de la estructura tributaria”.
Luego, para contener la inflación, particularmente la que tiene su origen en la oferta, señalan que “es necesario que la política monetaria utilice el más amplio espectro de herramientas disponibles”, entre ellas, “combinar el uso de la tasa de política monetaria con instrumentos macro prudenciales y cambiarios, a fin de enfrentar la inflación minimizando los efectos negativos sobre el crecimiento y la inversión”.
La Comisión destaca la urgencia de “sostener el bienestar de los sectores más pobres… La seguridad alimentaria debe ser una prioridad. Para ello no se debe restringir el comercio internacional de alimentos y fertilizantes pues hacerlo aceleraría la inflación y dañaría a los más pobres”.
En una primera etapa, propone “mantener o aumentar los subsidios a alimentos, implementar acuerdos de contención de precios de la canasta básica con productores y cadenas de comercialización, y reducir o eliminar aranceles a la importación de granos y otros productos básicos”.
A mediano plazo, destaca que “son necesarias políticas agrícolas e industriales que fortalezcan el apoyo a la producción agropecuaria, así como aumentar la eficiencia en el uso de fertilizantes, priorizando los biofertilizantes. La política industrial es clave para reducir la dependencia de la importación de fertilizantes en el mediano plazo”, indica el informe.
Finalmente, recomienda establecer mecanismos de estabilización de los precios de los combustibles; así como subsidios focalizados y temporales a los grupos de población más vulnerables y a los sectores productivos orientados al mercado interno.