2 de junio 2022
Para nadie es un secreto que Daniel Ortega es el dictador más viejo y añejo de América Latina. Estar cerca de él jamás ha traído nada bueno. Es un sobreviviente de la Guerra Fría, no cree en la democracia, ni en los derechos humanos y es el único presidente del hemisferio occidental que no tiene cuenta de Twitter, y que ha hecho de tuitear un delito cibernético con penas de ocho a trece años de prisión. Entonces… ¿Por qué rayos Guatemala está acercándose a Ortega para fortalecer lazos de “cooperación y amistad”?
La respuesta no es muy compleja, aunque sí difícil de creer. El presidente de Guatemala está molesto con la Administración Biden y quiere que Estados Unidos lo sepa. El mensaje entre líneas es: si me continúan pisando los talones por presuntos actos de corrupción, les voy a dar donde más les duele, voy a fortalecer relaciones con la principal amenaza de Centroamérica, es decir la dictadura familiar de Daniel Ortega y su esposa Rosario Murillo.
El presidente Giammattei también ha amenazado con expulsar a la USAID y ha dicho que no irá a la Cumbre de las Américas, incluso ha comenzado a reciclar y recitar el viejo discurso antimperialista del injerencismo y, por supuesto, la autodeterminación de los pueblos.
La semana pasada llegó a Managua el flamante canciller de Guatemala, Mario Búcaro y se reunió con una docena de funcionarios sancionados por Estados Unidos, incluyendo al decapitador de oenegés y presidente del Poder Legislativo, Gustavo Porras. Estos encuentros fueron tan productivos como el Canal Interoceánico de Nicaragua o la Refinería Supremo Sueño de Bolívar. Ninguno de ellos se concretó o dio fruto tangible, sin embargo, estos acercamientos tienen un simbolismo diplomático muy fuerte y peligroso.
La dictadura de Nicaragua, que es vista como un lobo solitario en América Latina y cuyos únicos amigos leales están en Rusia, Siria, Irán, Corea del Norte, y ahora China, está desesperada por ganar socios en Centroamérica. El régimen familiar que lleva 15 años en el poder, quiere presidir el Sistema de Integración Centroamericana y ya cuenta con tontos útiles en Belice, Honduras y al parecer ahora en Guatemala.
Si bien es cierto no existen democracias perfectas, Guatemala sigue siendo una democracia y esta movida de ajedrez diplomática podría llamar la atención de Estados Unidos, pero también podría atraer sanciones y cerrar las puertas a la inversión extranjeras del norte, los nuevos empleos, el progreso y el fortalecimiento de la seguridad regional.
Los febriles coqueteos y la nueva retórica de Giammattei al único que benefician es al régimen de Ortega y Murillo, que recibe oxígeno fresco y unas cuantas migajas de legitimidad, tras haber masacrado a 355 personas y tener secuestrados a 180 presos políticos. No olvidemos que el único jefe de Estado de América Latina que llegó a la toma de posesión de la dictadura fue el ahora reo Juan Orlando Hernández y dos dictadores bananeros que no vale la pena mencionar.
Estas nuevas amistades peligrosas podrían afectar catastróficamente a Guatemala y también al pueblo nicaragüense, otorgando un cheque en blanco y un respaldo complaciente a las confiscaciones, la persecución religiosa, torturas, asesinatos y desapariciones que todos los días vive la patria de Rubén Darío.
*El autor fue embajador de Nicaragua ante la OEA