26 de marzo 2022
La narrativa que busca imponer la propaganda del régimen orteguista, de una Nicaragua en “paz y armonía”, fue severamente golpeada por la denuncia hecha por el exembajador nicaragüense Arturo McFields, en una sesión del Consejo Permanente de la Organización de Estados Americanos (OEA) del miércoles 23 de marzo, estiman opositores consultados por CONFIDENCIAL.
El hecho que McFields llamará “dictadura” al sistema de Gobierno de Daniel Ortega y Rosario Murillo, y además dijera que alzaba su voz por los “177 presos políticos y las más de 350 muertos” por la represión del régimen a las protestas ciudadanas entre abril y septiembre de 2018, desnuda las mentiras detrás de la propaganda del régimen, señala Ana Quirós, experta en salud pública recientemente electa como miembro del Consejo Político de la Unidad Azul y Blanco (UNAB).
“Fue un duro golpe al discurso de la dictadura. Ese discurso de que no existe en Nicaragua ninguna represión, que no hay presos políticos y que todo fue un intento de golpe de Estado. McFields lo que denuncia es que todo eso existe, y que además, hay una crueldad intrínseca en las políticas públicas emprendidas por el régimen Ortega Murillo”, señala Quirós.
El régimen mantiene una actitud de silencio sobre la denuncia del diplomático. Ortega y Murillo no han referido al mismo en sus intervenciones públicas durante la semana.
El Gobierno removió a McFields de su cargo como representante ante la OEA y desarrolló una campaña sucia en su contra, incluyendo borrar los registros sobre su nombramiento como embajador ante el organismo regional.
“Una de las cosas que transmite el discurso de Arturo McFields es que él demuestra que es uno, pero no es el único. Que hay mucho malestar que no es atendido por el régimen, ni por las personas que están desarrollando labores de jefatura, coordinación o representación por parte del régimen”, añade Quirós.
“Puertas abiertas, los estamos esperando”
El discurso de McFields sorprendió a miles de trabajadores del Estado que prefirieron la cautela a expresiones de júbilo, reportó CONFIDENCIAL este viernes 25 de marzo. Esto porque las palabras del embajador captaron la atención de un sector que durante años ha denunciado ser objeto de vigilancia, presiones políticas y humillaciones de parte de los simpatizantes más radicales del régimen.
“Arturo (McFields) menciona a gente en los ministerios, en el Ejército o hasta en la Policía. Esto nos hace pensar que es algo que se comenta en voz baja, pero de manera frecuente y sistemática en el Gobierno. Son muchas personas que están inconformes y contemplando la posibilidad, tal vez no de hacer lo mismo que Arturo, quien está a resguardo en otro país, pero pensando en que hay que hacerlo y en cómo hacerlo”, expresa Quirós.
La activista, quien se encuentra fuera del país luego que fuese expulsada por el régimen orteguista, subraya que desde la UNAB hay una política de “puertas abiertas” para todos aquellos que ya no quieran formar parte de las estructuras del régimen orteguista.
“Desde la UNAB se ha dicho siempre que las puertas de la Unidad están abiertas para quienes decidan estar al lado del pueblo nicaragüense. Estar del lado de la verdad y la justicia, y esto no excluye a quienes han trabajado con el régimen. Espero que este planteamiento llegue a los funcionarios y funcionarias públicas, que muchas veces sienten miedo de la reacción de la oposición, de los grupos azul y blanco. Los vamos a acompañar, les estamos esperando”, afirma Quirós.
Síntomas de un proceso que inició desde 2018
Jesús Téfel, activista opositor en el exilio debido a la persecución del régimen, indica que “rebeliones” como la del ex embajador McFields son parte de un síntoma de fractura en las estructuras del régimen que se acentuaron en 2018, luego de la masacre perpetrada por paramilitares y policías al servicio de la dictadura en contra de las manifestaciones populares de ese año.
“En 2018 una de las crisis que se generó para la dictadura fue la ruptura con muchos trabajadores del Estado o personas afines al sandinismo, que rompieron con el régimen cuando se empezaron a violar derechos humamos de forma masiva, asesinando estudiantes y reprimiendo a la gente. Eso le generó un estado de debilidad en su momento”, recuerda Téfel.
Otro reflejo del descontento a lo interno tanto en las estructuras del régimen como en los servidores públicos fue lo ocurrido durante las votaciones del 7 de noviembre de 2021, en las cuales Ortega y Murillo se autoeligieron en un proceso sin competencia política y bajo la sombra de la represión.
“El proceso electoral de 2021, donde hubo un abstencionismo apabullante fue otra muestra del descontento general con el régimen. Ni la gente del Estado, ni los mismos simpatizantes sandinistas salieron a votar, porque no creían en el proceso o porque ya están cansados del sistema del régimen. Eso se suma a los trabajadores del régimen que están por necesidad o porque simplemente tienen miedo a represalias. Estas personas son rehenes de la dictadura”, enfatiza Téfel.
El activista también se suma al llamado a los servidores públicos o los colaboradores del régimen para que respalden la “lucha cívica” por lograr la salida de la dictadura orteguista del poder y restablecer la democracia en Nicaragua.
“Tomar una decisión como la que tomó Arturo es bien difícil, dado que te pones en riesgo vos y tu familia. Pero estoy seguro que cada vez va a ser más gente la que va a romper el silencio y vencer el miedo. Tiene que haber un desgrane de las estructuras que lo mantienen en el poder”, insistió el activista.
“Por eso nuestra lucha es cívica, porque queremos apelar a esas personas que están todavía en las estructuras del régimen y que quieran restablecer un Estado de derecho. Por eso es que mantenemos las puertas abiertas, para enrumbar a este país de nuevo en la senda de la democracia”, subraya Téfel.
Inconformidad se va agudizar con la sucesión de Ortega
Eliseo Núñez Morales, exdiputado y analista político, advierte que si bien la denuncia de McFields es un buen termómetro para medir el descontento entre los servidores públicos con el régimen, habrá que esperar un tiempo para que se den actos similares.
“Yo no veo una reacción en cadena a lo inmediato, ni tampoco una implosión social. Lo que sí veo es un deterioro profundo. A esto hay que sumarle todo el tema de sucesión de Rosario Murillo, los hijos de Ortega, que estoy seguro van a causar una mayor tirantez a lo interno del régimen”, opina Núñez.
Insiste en que la oposición tiene que tomar el impacto mediático a nivel nacional e internacional de la denuncia hecha por el embajador McFields para dejar claro a los nicaragüenses que trabajan con el régimen que un proceso de democratización en Nicaragua no pasa por anularlos o perseguirlos.
“La oposición tiene que ser clara en decir que si estás luchando por la democratización del país, no podés decir que implica el exterminio de los sandinistas-. Todos en Nicaragua tienen derecho a pensar diferente y vivir bajo el mismo cielo. Eso es democracia. Tiene que darse un proceso de cambio hacia un nuevo modelo de país con más controles y contrapesos. Pero hay que darle una salida no solo a los empleados públicos, sino a los sandinistas en general”, enfatiza Núñez.
No reconocer a nuevo embajador de Nicaragua en la OEA
Este viernes 25 de marzo se dio a conocer que organizaciones opositoras de Nicaragua se unieron para solicitar a la OEA no reconocer al nuevo embajador nicaragüense ante el organismo.
Este jueves 24 de marzo, el régimen orteguista oficialmente destituyó al periodista y diplomático como representante permanente de Nicaragua ante la OEA y nombró en su lugar a Francisco Campbell. Al formalizar la destitución de McFields y nombrar a Francisco Campbell para sustituirlo, el régimen creó de facto un feudo familiar en la misión diplomática de Nicaragua ante la OEA, ya que su hijo, Michael Campbell Hooker, es el representante permanente alterno de Nicaragua ante la OEA.
En una carta dirigida al presidente del Consejo Permanente de la OEA, Everson Hull, las más de 20 agrupaciones disidentes, tanto dentro del país como en el exilio, pidieron “convocar a una sesión extraordinaria a mayor brevedad para abordar el tema de Nicaragua y emprender finalmente hacia la aplicación del Artículo 21 de la Carta Democrática Interamericana”.
Agregaron que, “en vista de que la OEA no reconoció los comicios de noviembre de 2021, solicitamos que tampoco reconozca la acreditación de otro embajador, como representante del Estado de Nicaragua”.
La disidencia también demandó a la OEA “utilizar todas las medidas necesarias tanto diplomáticas como económicas, para lograr la liberación de los presos políticos; muchos delicados de salud sobre todo nuestros compatriotas de la tercera edad, a consecuencia de las torturas físicas y psicológicas a las que son sometidos”.