12 de marzo 2022
Así como no hay escuela para padres, el tener una empresa, que también es como tener otro hijo, representa un reto del que solo aprendemos en la práctica y cometiendo errores. Muchos de los emprendedores que han surgido en los últimos años, lo han hecho básicamente como una necesidad de generar ingresos ante la pérdida de un empleo formal. Muchos de ellos no tienen una formación como administradores de empresa, pero tienen la convicción y el ánimo de arriesgarse y triunfar en lo que hacen.
Aunque se sale un poco de los temas a los que me he dedicado en los últimos meses, hoy quiero compartirles algunos de los errores que yo cometí como administrador de una microempresa y aunque dicen que uno no aprende en cabeza ajena, es posible que puedan servir de guía para los que inician en el duro camino de ser “empresario”.
Un viejo amigo economista, me ilustró sobre el concepto de “destrucción creativa” cuando le comenté sobre la situación de mi empresa. La difusión del término destrucción creativa se le atribuye al economista Joseph Schumpeter, quien desarrollo a profundidad este tema en su libro “Capitalismo, Socialismo y Democracia” escrito en 1942.
La destrucción creativa se define como el proceso por el cual una innovación cambia el modelo de negocio predominante de una industria. Las empresas, por tanto, deben adaptarse a la nueva dinámica del sector. De esta manera pueden llegar a cerrar líneas de negocio para abrir otras nuevas. Las empresas que no se adecuan deben cambiar de actividad o simplemente desaparecer.
El cierre de una empresa es sin duda una tragedia para quienes están directamente vinculados a ella. Sin embargo, para Schumpeter, las quiebras son parte esencial de la dinámica del capitalismo y tienen un lado positivo. Schumpeter sostuvo que los factores de producción utilizados en compañías ineficientes no brindan los máximos beneficios posibles. Por lo que, cuando una empresa o modelo de negocio cae por obsolescencia, sus recursos son liberados hacia otras actividades donde generan mayores ganancias.
Hago esta introducción para caer en otra frase que se le ha atribuido a Albert Einstein: “Si buscas resultados distintos, no hagas siempre lo mismo”. Dicho esto, procedo a enumerar algunos errores que debemos evitar cometer como empresarios:
1.Mezclar tus finanzas personales con las de la empresa
Seguro que ya lo han leído en otro lado, pero vale la pena mencionarlo siempre. Es importante no mezclar las finanzas del negocio con tus finanzas personales. Definir un salario acorde a los ingresos de tu empresa y ajustarse a eso.
2. Descuidar el tema de la contabilidad y los reportes financieros
La contabilidad de la empresa es un elemento esencial para tomar decisiones en los momentos correctos y por tanto no debe ser tomada a la ligera. Debemos procurar que los estados financieros del mes anterior estén listos en los primeros días del mes siguiente, analizarlos detenidamente con el contador y sacar conclusiones oportunas. Importante además realizar la presentación de los mismos a nuestros socios y/o algún órgano de dirección dentro de la empresa.
3. Realizar un levantamiento de inventario físico solo 1 vez al año
La DGI nos obliga a reportar nuestro inventario físico una vez al año, pero siendo el inventario el pulmón de nuestra empresa lo ideal es que lo hagamos con tanta regularidad como nos sea posible. Con esto podemos evitar “fugas” y cargar con inventario obsoleto que únicamente representa costos innecesarios. Además, logramos tener claramente identificados cada uno de los ítems de nuestro portafolio de productos.
4. Aumentar gastos cuando los ingresos aumentan
Al igual que ocurre con nuestras finanzas personales, es un error muy común que cuando vemos que los ingresos de nuestra empresa aumentan, cambiamos de oficina, contratamos más personal, ampliamos el ancho de banda o el plan del celular, etc. Estos cambios deben hacerse únicamente cuando generen mayores ingresos. Costo-beneficio.
5. No calcular bien el flujo de efectivo
Esto se traduce, en palabras sencillas en calzar los plazos de crédito que nos otorgan nuestros proveedores con los plazos de crédito que nosotros otorgamos a nuestros clientes. No es posible dar más crédito del que nos otorgan a nosotros, porque tarde o temprano eso afectará nuestra liquidez y nuestra capacidad de pagar oportunamente a nuestros proveedores.
6. Concentrar tus ventas en unos pocos clientes
El tema de la diversificación en una empresa, aplica tanto para la oferta de productos como para los clientes. Si tenemos un cliente muy bueno que representa un alto porcentaje de nuestros ingresos y un día por las razones que sean, ya no nos compra más, va afectar enormemente los resultados de la empresa. Será más complicado reemplazar un cliente de esa magnitud que reemplazar dos o tres medianos. Evitemos concentrar nuestras ventas en un solo cliente.
7. Excesivo apalancamiento
Hay una famosa frase de Mark Twain que reza así: «El banquero es un señor que nos presta el paraguas cuando hace sol y nos lo exige cuando empieza a llover«. El banco nos otorga financiamiento en tiempos de bonanza, pero muy difícilmente en situaciones complejas para la empresa. Esto es totalmente comprensible si tomamos en cuenta los riesgos que esto conlleva.
Es por eso que debemos evitar contraer deudas por encima de nuestras capacidades y/o poniendo en riesgo activos de valor para la empresa.
Cierro con una frase de Reid Hoffman, cofundador de LinkedIn: “El empresario es alguien que salta de un acantilado y construye un avión en el camino”.
*Este artículo fue publicado originalmente en el blog: Plata con Plática