8 de marzo 2022
Nicaragua se ha destacado por su autoritarismo en ascenso durante años en los análisis internacionales, pero el informe de marzo de la Unidad de Inteligencia de la prestigiosa revista The Economist (EIU, por sus siglas en inglés) indica que el país descendió hasta que se consumó una dictadura en las votaciones de noviembre pasado.
Según EIU, desde las protestas de 2018, “el régimen solo ha redoblado sus esfuerzos para sofocar por la fuerza el sentimiento antigubernamental. El descenso de Nicaragua hacia una dictadura se consumó en las elecciones en noviembre, cuando se prohibió cualquier oposición real al FSLN”, señala el informe.
Esas votaciones irregulares, con el Poder Electoral bajo control del oficialismo y con el principal liderazgo opositor encarcelado, condujeron a la reelección para un cuarto período consecutivo de Daniel Ortega, en el poder desde 2007, y al segundo mandato con Rosario Murillo, su esposa, como vicepresidenta, lo que sugiere a la revista que “se ha establecido una línea de sucesión familiar”.
A finales de mayo del año pasado, a seis meses de las votaciones, el régimen nicaragüense inició una escalada represiva que llevó a la cárcel a siete precandidatos presidenciales, seis de ellos ya condenados en procesos políticos, en los cuales la última aspirante presidencial que será castigada es Cristiana Chamorro Barrios, a quien el Estado acusa por el supuesto delito de lavado de dinero en el caso de la Fundación Violeta Barrios de Chamorro (FVBCh).
“Aunque la represión sistemática permitió un control ininterrumpido del proceso electoral, el régimen sandinista ha pagado el precio de la victoria en forma de una fuerte condena internacional, una nueva serie de sanciones diplomáticas y financieras de los EE. UU., y una amenaza inminente de suspensión de la Organización de los Estados Americanos (OEA)”, dice el informe.
Aunque consideran que las presiones internacionales pueden aumentar, estiman que Estados Unidos no optará por sacar a Nicaragua del acuerdo comercial de la potencia norteamericana con Centroamérica y República Dominicana (DR-CAFTA), debido a que impondría severas consecuencias económicas a los ciudadanos en general.
La concentración de poder del FSLN
El documento cita la concentración de poder del FSLN, que tiene mayoría legislativa con 75 de los 91 legisladores, y agrega que los juicios políticos actuales están atrayendo la atención de la comunidad nacional e internacional, lo que hace posible que Ortega busque utilizarlos como “moneda de cambio” en eventuales negociaciones.
Para EIU, Nicaragua sigue teniendo uno de los peores desempeños en su Índice de Democracia, ocupando el puesto 140 de 167 países encuestados, acumulando un desplome de 62 lugares desde 2008, un año después que Ortega retomó el poder tras 16 años en la oposición.
La Unidad de Inteligencia agrega que la severa crisis de 2018 empujó a Nicaragua a pasar de una categoría que llamaban régimen híbrido a otra: “régimen autoritario”, en la cual compartió lugar con Cuba, Venezuela y Haití. “Nicaragua siegue siendo el país centroamericano con el ranking más bajo”, agregaron.
Nicaragua ha obtenido puntajes extremadamente bajos en procesos de pluralismo y funcionamiento de Gobierno a consecuencia de la consolidación progresiva del poder de la familia Ortega, realizada a través de reformas constitucionales con las que han garantizado la reelección indefinida, pero también mediante otras legales han logrado un control más fuerte de las fuerzas del orden.
EIU sostiene que la situación de Nicaragua ha ido de mal a peor y recordó la aprobación de las leyes represivas, utilizadas por el régimen para encarcelar a opositores como la Ley de Soberanía y otras medidas para hostigar a opositores, periodistas y miembros de la sociedad civil. Junto a eso, prohibió la participación en las votaciones de precandidatos y partidos críticos, mientras permitió postularse a partidos considerados satélites de sus intereses.
“Estos movimientos finalmente allanaron el camino a Ortega para mantener su control absoluto sobre las instituciones de Nicaragua”, reafirmaron.
El alineamiento con China y Rusia
En el mismo sentido, ante el aislamiento internacional en que se encuentra sumido el régimen de Nicaragua, es que Nicaragua reconoce a la República Popular de China, abandonando a Taiwán. El objetivo principal sería la atracción de financiamiento e inversiones del nuevo socio, pero también existe el interés político de enviar un mensaje a Estados Unidos de que no sucumbirán a las presiones de ese país al garantizar una asistencia financiera alternativa, según EIU.
“La medida en que el régimen pueda aprovechar el apoyo chino para su beneficio político dependerá del volumen de asistencia financiera que China está dispuesta a proporcionar, a la respuesta de los empresarios nacionales y cómo reacciona Estados Unidos ante el cambio de la alineación internacional de Nicaragua”, advierten.
La respuesta de China, en los pronósticos EIU, significará suficiente cooperación para compensar las deficiencias dejadas por otras fuentes multilaterales y bilaterales, dado que el monto parece pequeño desde la perspectiva del gigante asiático y es “probablemente un costo que los funcionarios chinos están dispuestos a cubrir para ganar un aliado estratégico en el patio trasero de los EE.UU.”.
En el caso del acercamiento a Rusia, la prestigiosa revista coloca a Nicaragua en un pequeño grupo de países aliados del autócrata ruso Vladimir Putin. Los otros son Cuba y Venezuela.
“Existe una gran incertidumbre en torno a las futuras prioridades de Rusia en materia de defensa, pero asumimos que es probable que los aliados autoritarios en la región mantengan (y probablemente profundicen) sus lazos de defensa después de la crisis de Ucrania, para involucrar continua (y probablemente aumentar) gastos de defensa, entrenamiento militar conjunto y recopilación de inteligencia”, sostienen.
La crisis desatada tras la invasión de Rusia a Ucrania, de acuerdo a este análisis, tendrá importantes implicaciones geopolíticas para América Latina, debido a que está poniendo de relieve las relaciones del Kremlin en la región, que ha estrechado los vínculos comerciales con países de América del Sur como Argentina y Brasil.
Mientras tanto, la relación con Nicaragua, Cuba y Venezuela le dan a Rusia una plataforma en la región desde la que demostrar su poder para intervenir en una zona geográfica que Estados Unidos ha considerado su esfera de influencia. Es precisamente en estas naciones, donde es previsible que se desarrollen el conflicto estadounidense-ruso a corto y largo plazo.
El apoyo de países como Nicaragua, por otro lado, es importante para Rusia, dada la pérdida de influencia que tuvo al final de la guerra fría.
La Unidad de Inteligencia dice que parte de esta alianza ha significado que los rusos enviaran dos bombarderos de largo alcance con capacidad nuclear a Venezuela en 2018 cuando había discusiones sobre un posible cambio del chavismo, mientras en Nicaragua se recibieron dos buques de guerra rusos en 2013, pero además hay un centro de capacitación y un centro de rastreo satelital en Managua.