3 de marzo 2022
…Y llegó el día tan temido que desvelaba a los seguidores del expresidente de Honduras y sus aliados: ver al “jefe” esposado de pies y manos, con cadenas más duras para el alma que para el cuerpo. Humillante epílogo para tantos años de abusos, corrupción y colusión con los narcotraficantes.
Los medios mostraban a un encadenado Juan Orlando Hernández (JOH), el mismo que, hace unos nueve años, dijo, muy seguro de sí mismo: “yo seré un nuevo Tiburcio Carías Andino”, refiriéndose al dictador nacionalista que gobernó el país con mano de hierro durante 16 años, a mediados del siglo XX.
Carías Andino jamás fue apresado ni juzgado por sus crímenes, pero los tiempos cambiaron. Lo irónico es que quienes ahora piden su arresto y extradición son los mismos que en 2017 avalaron su ilegal y fraudulenta reelección.
Los prolegómenos del arresto
Desde que Xiomara Castro asumiera la presidencia el pasado 27 de enero, los hondureños estuvieron pendientes del paradero de JOH. Eran sabidos los anhelos de ciertos actores estadounidenses)por extraditarlo para juzgarlo por su relación con el narcotráfico desde que asumió la presidencia del Congreso en 2010. Y no conformes con esos doce años, la Justicia de Estados Unidos le achaca colusión con el comercio ilegal de drogas desde 2004.
JOH es acusado por la Fiscalía del Distrito Sur de Nueva York por tráfico de armas, crimen organizado y narcotráfico. Se le señala como partícipe en una conspiración violenta para traficar unas 500 toneladas de cocaína a Estados Unidos desde 2004 hasta la fecha.
Según la embajada de Washington en Tegucigalpa, como parte de esta conspiración, el expresidente recibió millones de dólares por sobornos y ganancias de varios carteles del narcotráfico. A cambio, protegió a los narcotraficantes de la investigación, detención y extradición, aunque, tras ser presionado, permitió la extradición de varios de ellos.
Desde hace tiempo, la Fiscalía que lo investiga lo incluye en los documentos de los juicios a varios narcos hondureños, entre los cuales se encuentra un hermano de JOH, el otrora inefable y sonriente Juan Antonio Hernández, alias Tony, actualmente purgando una larga pena en una cárcel estadounidense.
Aunque el expresidente fue citado pocas veces por su nombre, era sabido que “coconspirador 4” (CC4) era, indudablemente, él. JOH siempre se defendió negando la relación, acusando a quienes lo vinculaban con el tráfico de drogas, todos ellos sometidos a juicio en la citada Fiscalía, de declarar en su contra por venganza, pues permitió su entrega a la Justicia estadounidense.
Cabe señalar que la figura de la extradición fue aprobada a instancias del mismo JOH, quien por esos días ni soñaba con que su propio hermano y él mismo, pudieran ser objeto de la medida. Desde que JOH perdiera la inmunidad como presidente, las elucubraciones estuvieron a la orden del día. La mayoría pensaba que se refugiaría en Nicaragua, gracias a la “profunda amistad” con Daniel Ortega. Otros, que su destino podía ser Israel, y unos pocos de sus adeptos, los más fieles o ingenuos, que se quedaría en el país dando la cara ante sus acusadores.
Nada de ello ocurrió, o sea, JOH se quedó pero no por valentía, sino porque desde antes de entregar el poder formal estuvo vigilado permanentemente por personal encubierto de la DEA y el FBI, los mismos que, discretamente, participaron en su detención.
Por otro lado, quizás Ortega tuvo la intención de asilar a su amigo, pero dadas las circunstancias, es probable que se hubiera arrepentido. Una cosa es darle cobijo a dos expresidentes salvadoreños acusados de corrupción en su país y otra muy diferente es dárselo a un acusado por narcotráfico por Estados Unidos.
Ortega no está en condiciones de seguir provocando a Washington, mucho menos con un tema que le es totalmente ajeno. El mismo mandatario nicaragüense se encargó de aclararlo poco después de la detención de JOH: “Nicaragua no es refugio de delincuentes”.
¿Qué se le viene a JOH?
La Corte Suprema de Justicia (CSJ) de Honduras nombró como juez para el caso a un magistrado profundamente relacionado con el entorno del expresidente y todas sus argucias y mañas judiciales para perseguir y silenciar a sus enemigos.
Edwin Francisco Ortez Cruz, de 42 años, fue asistente de la exmagistrada de la Sala de lo Civil, María Elena Matute de Hernández, cuñada de JOH y hermana de Oscar Raúl Matute, exsecretario del Interior del Gobierno de facto de Roberto Micheletti Bain. Desde entonces, de acuerdo con fuentes tribunalicias, ha sido un elemento dentro del Poder Judicial para que JOH y sus aliados lograran sus objetivos.
En tanto, el presidente de la CSJ, Rolando Edgardo Argueta Pérez, señalado como fiel a JOH desde su nombramiento, parece que lo invitó a tomar chocolate caliente con galletitas integrales en su propio despacho, cuando el expresidente fue llevado por primera vez a la CSJ para interiorizarse de los cargos en su contra.
Una actitud de deferencia poco menos que inédita, pero… ¿se animará el presidente de la CSJ a ir más allá? ¿Tendrá el juez a cargo la valentía para ir en contra del poder casi omnímodo de EE. UU.?
Es de esperar que las lealtades, amistades e incluso intereses comunes, queden detrás. Sin embargo, los rumores, los trascendidos y las elucubraciones más disparatadas corren por las calles hondureñas, mientras que el nuevo Gobierno no termina de asentarse.
Lo ideal habría sido juzgarlo en Honduras, lo cual pretende, muy tardíamente, el fiscal general Óscar Chinchilla, como argucia para evitar la extradición. En tanto, los dirigentes del partido del expresidente, otrora fieles militantes del juanorlandismo, o guardan silencio o dicen, apesadumbrados, que “cada uno debe hacerse responsable por lo que ha hecho”. El colmo del cinismo.
Texto original publicado por Latinoamérica21