28 de febrero 2022
Un “gran programa de viviendas” en 84 municipios de Nicaragua y la multiplicación del intercambio comercial entre este país centroamericano y la República Popular China, son parte del pregón de los operadores del régimen de Daniel Ortega y Rosario Murillo, en los últimos días, tras el restablecimiento de las relaciones diplomáticas entre ambas naciones, después que Ortega rompió el vínculo con China Taiwán, en diciembre. Sin embargo, economistas advierten que el gigante asiático “no anda regalando dinero”, como lo hizo en su momento Venezuela, y solo estaría buscando “buenos negocios” en la región.
El economista Enrique Sáenz advierte que el interés de China en Centroamérica consiste en “expandir su comercio, en unas relaciones absolutamente desequilibradas y con socios menores”, por lo que señala que “una economía como la de Nicaragua no tiene mucho que pueda vender a China”.
Pese al escepticismo, el ministro de Hacienda y Crédito Público, Iván Acosta, vaticinó, durante una entrevista en el oficialista Canal 4, que el intercambio comercial entre Nicaragua y el gigante asiático podría multiplicarse por siete en este 2022, ya que al tener relaciones diplomáticas es posible “atraer inversiones y cooperación” y calificó el hecho como “una gran oportunidad”.
Según Acosta, “las exportaciones a la República Popular China en 2021 —cuando no había relaciones diplomáticas— era de 54 millones de dólares y solo se exportaba un bien fundamentalmente, que eran materiales reciclables”. Por lo que valoró que “tenemos un mercado adicional” para este 2022.
En el mismo sentido, el encargado de prensa de la embajada de China en Nicaragua, Claudio Xu, señaló —en otra entrevista en el también oficialista Canal 8— que su país estaría interesado en productos como: café, puro, carne de res y mariscos. “Todo eso le va a encantar a los chinos”, comentó.
También, el presidente de la Comisión de Economía y Presupuesto de la Asamblea Nacional, Wálmaro Gutiérrez, destacó que a diferencia de Estados Unidos y la Unión Europea que “siempre imponen condicionalidades distintas y ajenas a las relaciones propias de comercio”, las relaciones con China se basan en “solidaridad y mucho respeto”, por lo que, valoró, “yo creo que Nicaragua no va a ser la excepción”.
China no es Venezuela
Pese al optimismo oficial, el economista Sáenz señala que la experiencia de los países centroamericanos que tienen relaciones diplomáticas y comerciales con China no es “tan espectacular” como se intenta mostrar en Nicaragua.
En el caso de Costa Rica, que ya tiene un acuerdo de libre comercio con China, “en 2020 la proporción del intercambio comercial fue de uno a cinco, es decir, por cada 20 dólares que vendió Costa Rica a China compró 100”, enfatiza. Además “tienen su estadio, como obra de infraestructura en la que ningún albañil costarricense trabajó, y una carretera al Caribe que lleva varios años de retraso”, analiza.
En El Salvador, que antes también restableció relaciones diplomáticas con China, “el déficit en la relación comercial (con China) es de uno a veinte, es decir, por cada cinco dólares que exportó El Salvador, compró 100 en China”, comentó. Aparte de eso, solo se conoce que el presidente Nayib Bukele regresó de China con un portafolio de acuerdos valorado en 500 millones de yuanes.
A juicio del economista “no es extraño que —como parte de la propaganda— Ortega intente venderse como un socio privilegiado en una alianza estratégica”, de tal manera que puede neutralizar cualquier acción de la comunidad interamericana o europea”.
Sin embargo, advierte Sáenz, China no es Venezuela. El país sudamericano “en los tiempos de fulgor proporcionaba, en términos de cooperación petrolera, un promedio de 550 millones de dólares anuales ¿los chinos van a equiparar eso? Venezuela se transformó en dos años en el segundo destino de las exportaciones de Nicaragua, ¿van a crecer de manera tan espectacular las exportaciones de Nicaragua hacia China?”, cuestionó.
El mensaje de XI Jinping
Una misiva del presidente de China, Xi Jinping, a su homólogo nicaragüense, Daniel Ortega, en la que comunica su interés en profundizar “las confianzas políticas mutuas”, en el marco de las renovadas relaciones entre ambas naciones, generó grandes expectativas en el Ejecutivo de Nicaragua.
“En el año nuevo (chino) estoy dispuesto a trabajar junto con usted por profundizar las confianzas políticas mutuas, promover las cooperaciones en diversos campos, así como estrechar las manos para construir una comunidad de destino de la humanidad, liderar las relaciones entre China y Nicaragua”, escribió Xi a Ortega, según la carta divulgada por el Gobierno nicaragüense.
Fue un mensaje que la primera dama y vocera del régimen nicaragüense, Rosario Murillo, destacó durante un monólogo a finales de enero: “en menos de dos meses la cooperación entre ambas partes ya han dado resultados fructíferos, y las relaciones China-Nicaragua han tomado un nuevo cariz”, dijo.
Nicaragua restableció relaciones con China en diciembre pasado, tras romper 31 años de lazos diplomáticos con Taiwán, considerada una provincia rebelde por el gigante asiático, y uno de los donantes más generosos de Nicaragua, aún tras la represión política ejecutada contra la Rebelión de Abril en 2018.
El cambio de posición de Nicaragua respecto a China ocurrió luego de que la Organización de los Estados Americanos (OEA), la Unión Europea, y la mayoría de la comunidad internacional, no reconocieran la legitimidad de las elecciones de noviembre pasado, en las que Ortega se reeligió para un cuarto período consecutivo sin competencia política.
En semanas recientes, Nicaragua y China firmaron un memorándum de entendimiento para establecer un “mecanismo de consultas políticas”, un “acuerdo macro” de apoyo mutuo, otro sobre cooperación comercial, y otro para exonerar de visas a los portantes de pasaportes diplomáticos de ambos países.
Las relaciones entre Nicaragua y China o Taiwán han sido alternativas a lo largo de la historia. Managua había reconocido a Pekín previamente entre 1985 y 1990, también bajo la presidencia de Ortega.