3 de febrero 2022
Los costarricenses irán a votar este domingo 6 de febrero para elegir a los dos aspirantes presidenciales que irían a una inminente segunda ronda el 3 de abril próximo. De una papeleta con 25 candidatos inscritos, al menos seis tienen posibilidades de pasar a esa segunda vuelta ya que, hasta este 1 de febrero, más de 30% del electorado seguía indeciso sobre a quién darle su voto, mientras que el candidato que lideraba las encuestas no superaba el 20% de preferencia.
Los dos candidatos de los partidos tradicionales se han mantenido a la cabeza desde octubre pasado: José María Figueres, de Liberación Nacional; y Lineth Saborío, de Unidad Social Cristiana, quienes aparecen consistentemente en primero y segundo lugar, respectivamente, según las encuestas del Centro de Investigación y Estudios Políticos de Costa Rica (CIEP-UCR).
Sin embargo, Figueres aparece con 17% y Saborío con 12.8%, porcentajes que no les alcanzan para ganar en primera vuelta -se necesita al menos un 40% de los votos-, y les deja muy cerca de otros cuatro candidatos: Fabricio Alvarado, del partido de derecha conservadora Nueva República (10%), Rodrigo Chaves, del liberal Progreso Social Democrático (8%), José María Villalta, del partido de izquierda Frente Amplio (7.5%), y Eliécer Feinzaig, del Partido Liberal Progresista (5.6%).
Así las cosas, existen muchas dudas entre la ciudadanía sobre cuáles serán los resultados del domingo. De lo que no queda ninguna, es que dichos resultados serán confiables, pues el país cuenta con un Tribunal Supremo de Elecciones (TSE) considerado como uno de los más robustos y ejemplares del continente, uno que demostrará su “capacidad de gestionar situaciones de volatilidad y de diversidad”, como las que presenta el paisaje electoral costarricense en esta elección, comentó Alberto Cortés Ramos, director de la Cátedra Centroamérica de la Universidad de Costa Rica, en entrevista en el programa Esta Noche.
Cortés Ramos y Jaime Ordóñez, director del Instituto Centroamericano para la Gobernabilidad (ICG), ofrecieron sus análisis sobre la realidad política costarricense, sobre el voto de la población nicaragüense con nacionalidad costarricense, y sobre la ausencia en la palestra electoral del tema migratorio y de política exterior. Ambos comentaron, además, por qué consideran positivo que la migración quedase fuera de foco en la campaña y proyectaron que, independientemente del resultado, la ciudadanía nicaragüense seguirá contando con Costa Rica como aliado en los entes multilaterales para denunciar al régimen Ortega Murillo por la falta de democracia y las violaciones a los derechos humanos.
¿Cómo describirían el escenario electoral costarricense? ¿Por qué a pocos días de la elección todavía un 31% del electorado se encontraba indeciso?
Jaime Ordóñez: Las últimas elecciones de Costa Rica son así, con altos niveles de incertidumbre. Creo que es una Costa Rica política distinta a la de hace veinte, treinta, cuarenta años, y el sistema electoral permite la existencia de una enorme cantidad de partidos, creo que es un sistema electoral muy laxo en el cual es muy fácil inscribir partidos, y ante esa enorme oferta electoral y un sistema político muy desideologizado, la gente tiene un enorme incertidumbre, no está clara qué significa qué, quién significa qué, desde el punto de vista político.
Alberto Cortés Ramos: El debilitamiento de la base partidaria, de la ciudadanía que se adhiere a partidos, genera dos tendencias: una, es que ningún partido logra tener una mayoría suficiente como para ganar en la primera ronda, que sabemos que en el país el mínimo es un 40%; y segundo, de manera consistente, en prácticamente tres o cuatro elecciones anteriores, se potencia una alta fragmentación en la representación parlamentaria, generando una dinámica que es, básicamente, multipartidista desde la ciudadanía. El sistema sigue siendo presidencialista y ahí tenemos un desajuste muy complicado, porque eso significa que quien gana el Gobierno en segunda ronda termina siendo minoría en la Asamblea Legislativa, y eso dificulta muchísimo la posibilidad de la gestión pública.
¿Quiénes son los favoritos para pasar a segunda ronda?
Alberto Cortés Ramos: Esas candidaturas que tienen más probabilidad son la de José María Figueres (Liberación Nacional), la de Lineth (Saborío, de Unidad Social Cristiana), Fabricio (Alvarado, de Nueva República) se ha ido acercando, pero tenés una segunda fila de figuras que incluye a Rodrigo Chaves (de Progreso Social Democrático), incluye a José María Villalta (del Frente Amplio), que tendrían posibilidad dado el alto margen de indecisión que todavía hay a esta altura del partido.
Básicamente, una parte importante de la gente se decide en los últimos tres días y en la urna electoral se decide un 13%, (un porcentaje) que puede hacer una diferencia que cambie el orden de quienes entran a la segunda ronda.
Jaime Ordoñez: En materia política electoral las tendencias generalmente se perfilan como el resultado de la elección. Sin embargo, es un escenario político de alta incertidumbre, muy volátil. No me atrevería a decirte ‘estas dos personas son las que van a llegar (a segunda ronda)’. Pueden suceder muchas cosas en los últimos días.
Tal y como dice Alberto, Costa Rica y buena parte de América Latina está viviendo una especie de parlamentarismo de facto, significa que estamos antes sociedades políticas muy fraccionadas. La vieja América Latina de dos grandes partidos ya casi no existe. Son, en casi todos los países, cuatro, cinco, seis, siete agrupaciones electorales, lo cual significa que las sociedades civiles son muy diversas y nuestros sistemas electorales están reflejando eso, parlamentos muy fraccionados y un régimen que sigue siendo presidencialista.
El mayor porcentaje de indecisos son menores de 30 años, parecería que la gente de 40, 50, 60 años para arriba, es voto un poquito más decantado. Podría ser que esa población menor a 30 años simplemente no vote. Si eso fuese así, el resultado final sería un poco lo que dicen las encuestas. Si no es así, si existen algunos factores de última hora que dan lugar a que ese voto joven menor a 30 años vaya las urnas, puede darse cualquier resultado.
El voto nica en Costa Rica
Hay más de 40 000 nicaragüenses nacionalizados costarricenses que van a votar o que están convocados para votar este 6 de febrero. ¿Existe dentro del electorado un ‘voto nica’ o un voto que se ejerza tomando en cuenta el bienestar de esta población, que es la población extranjera más grande del país?
Alberto Cortés Ramos: En la política electoral costarricense, las identidades nacionales históricamente no han jugado un papel importante. Uno puede ver la experiencia norteamericana donde las identidades nacionales no se ocultan y se reivindican dentro de los partidos, ves el lobby hispano o el lobby mexicano o centroamericano, y ese tipo de banderas se pueden mostrar y juegan dentro de la lógica organizativa y electoral estadounidense.
En el caso costarricense, la experiencia histórica te dice que, al final, quienes tienen una nacionalidad costarricense adoptada, no visibilizan su identidad nacional como elemento importante en su definición y en su participación electoral. Pareciera que la población nicaragüense nacionalizada tiende a dispersarse y a comportarse como se comporta la ciudadanía costarricense de nacimiento.
Sí hay preocupación por no elegir a alguien que vaya a favorecer a (Daniel) Ortega, no entre la gente que va a votar, sino entre la diáspora, población refugiada nicaragüense. Yo no sé a ciencia cierta si en la diáspora histórica eso pesa, si pesa la relación con Nicaragua. Es un buen desafío hacer ese estudio no solo con la población nacionalizada, sino con las familias binacionales.
¿Por qué si hay al menos 350 000 nicaragüenses residentes, y se trata de una migración histórica, vemos que apenas el 12% está nacionalizado? ¿No hay interés del nicaragüense en Costa Rica de participar activamente en política en Costa Rica?
Jaime Ordóñez: Yo tengo alguna estadística que dice que son más de 350 000, que podríamos tener cerca de medio millón de nicaragüenses en Costa Rica, también depende mucho, porque hay un flujo de trabajadores migrantes que cruzan la frontera para determinadas cosechas. En primer lugar, con muchos nicaragüenses que están trabajando en Costa Rica, los patronos aprovechan un escenario “laxo” laboralmente que supone desprotección laboral (para los trabajadores), pero eso le favorece a algunos de los patronos contratantes y también favorece la rapidez de contratación de los trabajadores… para muchos de ellos, salvo los que tienen por lo menos diez años o más de estar en Costa Rica, la nacionalización no supone un beneficio inmediato. Creo que después de unos ocho, diez años (de permanencia ininterrumpida), ya empieza el interés por la cédula de residencia o bien la nacionalización.
Alberto Cortés Ramos: Debemos recordar que esa migración histórica es económica, y mucha de esa migración no está pensando en quedarse en Costa Rica, aunque la realidad le obligue (al migrante nicaragüense) a quedarse para sobrevivir y siempre esté pensando en irse de manera definitiva a su país de origen.
Yo creo que al nicaragüense migrante y al nicaragüense, en general, tener una nueva identidad nacional, puede ser una decisión que no le sea fácil, es algo que habría que explorar. (También sucede que) mucha de esa migración económica se vino, a veces, en condiciones irregulares: vino con visa de turista y se quedó, o incluso la migración laboral estacional que recoge las cosechas ni siquiera trabaja con pasaporte, sino que cuando tiene alguna condición regular es un permiso migratorio para trabajar, que no califica para, en el futuro, pasar a ser nacionalizado.
Algunos han notado la ausencia del tema migratorio en los debates presidenciales ¿Es positivo o negativo? ¿Cómo ven los planes de gobierno de los principales candidatos en el tema de política migratoria?
Alberto Cortés Ramos: Ha sido un tema de bajo perfil. Históricamente, quienes trabajamos el tema migratorio y con población migrante, consideramos que entre menos entre el tema migratorio a la palestra electoral, mejor, y más en esta época en la que hay un clima tan tóxico. Que suba el volumen del tema migratorio a nivel electoral es contraproducente, porque se presta con facilidad para que posiciones populistas puedan asumir actitudes chovinistas.
Jaime Ordoñez: Siempre que en una elección, en los Estados Unidos, en Europa, la política migratoria es un tema, se convierte en un tema xenofóbico, es decir, yo celebro que no haya sido un tema de campaña.
Costa Rica mantendrá defensa de los derechos humanos
¿Se puede esperar algún cambio con el triunfo de alguno de los candidatos o seguiría la misma línea de la diplomacia costarricense de defensa de derechos humanos y democracia? ¿Cómo creen que va a interactuar el próximo Gobierno con el Gobierno de Ortega, cuya votación en la que se proclamó ganador no fue reconocida por el actual Gobierno costarricense?
Jaime Ordóñez: La política exterior ha sido un gran ausente en esta campaña, al igual que la política migratoria. Yo no vislumbro un cambio fundamental en la política exterior de Costa Rica, que tiene cuatro o cinco coordenadas, más o menos estables en los últimos treinta, cuarenta años.
Me parece que existe prácticamente consenso en que el Gobierno de (Daniel) Ortega es una dictadura y que Costa Rica deberá defender los valores de la democracia, de la defensa de los derechos humanos y la protección del pueblo nicaragüense, lo cual es congruente, históricamente, con las posiciones de Costa Rica.
Costa Rica defiende el principio los derechos humanos por encima del principio de no intervención. Por ejemplo, oigo a la Cancillería mexicana y a la argentina todavía defender esto (el principio de no intervención) en el caso nicaragüense.
Desde 1976, desde la doctrina Carter de derechos humanos, y después del caso (de la dictadura de) Pinochet, las sociedades consideran que la defensa de los derechos humanos y la protección de las ciudadanías están por encima de dejar que un gobernante invoque el principio de no intervención, la razón de Estado. La razón de Estado ya no existe en Derecho Internacional, y lo que prima es el principio de los derechos humanos.
Costa Rica es considerada una de las democracia más sólidas del continente, ¿qué lecciones creen que puede dejar al resto de países esta elección en particular?
Alberto Cortés Ramos: En esta elección vamos a ver, una vez más, un sistema electoral cuya institucionalidad tiene capacidad de gestionar situaciones de volatilidad y de diversidad porque, si algo tiene en este momento el paisaje político electoral del país, es diversidad.
El sistema electoral costarricense, creo que va a dar una muestra más de que se tiene la capacidad y la solidez para gestionar (esa diversidad) de forma competitiva, de forma democrática, con interacción en libertad de los actores que participan.
Ese, para mí, no es un tema menor en un contexto en el que tenemos países que están siguiendo un modelo populista autoritario, que atentan contra la división de poderes, que atentan contra las condiciones en que trabaja la prensa, y también países en que, desde el Estado, se limita la posibilidad de participación electoral partidaria y de organizarse de la sociedad civil, incluso, para protestar.