10 de enero 2022
Este lunes 10 de enero, el orteguismo inicia un nuevo ciclo de régimen dictatorial, aislado internacionalmente, enfrentando un creciente deterioro de su base política y cargando con el yugo de la ilegitimidad nacional e internacional, Sin embargo, la oposición se encuentra en su punto de mayor debilidad organizativa, tras haber sido descabezada por la cárcel, la persecución y el exilio forzado
El analista político Eliseo Núñez y el integrante de la Unidad Nacional Azul y Blanco Jesús Téfel en una entrevista en el programa Esta Semana, consideran que el movimiento pro democracia debe demostrar en este nuevo ciclo que pueden convertirse en una legítima alternativa de poder al orteguismo, y evitar la consolidación de la dictadura y frenar el inicio de la transición del poder a Rosario Murillo.
“El paso que se tiene que dar es una organización que conlleve conseguir tres cosas: una narrativa común, una coordinación en acciones y la capacidad de tener una sola estrategia. Con esas tres características es que podés construir una unidad”, refirió Núñez.
Téfel señaló que los grupos pro democracia deben apostar por sostener las redes territoriales, ampliarlas en la medida de lo posible y convertirlas en un movimiento que tenga la capacidad de transmitir información en momentos en que hay un clima de cierre de espacios políticos y censura en el país.
Núñez considera que la presión interna que puedan ejercer los grupos pro democracia por medio de sus redes territoriales y la que puede devenir desde la comunidad internacional deben ser lo suficientemente efectivas para lograr que en un tiempo aproximado no mayor de dos años, el régimen ceda a una negociación que lleve a elecciones creíble y transparentes.
Téfel por su parte insistió en el peso de la liberación de los presos políticos, como condición primaria para cualquier tipo de negociación. “Mientras los presos no están libres, Ortega no goza de ningún tipo de credibilidad en ningún tipo de negociación, en ningún tipo de elección en un proceso electoral, en ningún tipo concertación o de acuerdo económico”, señaló.
Daniel Ortega inicia el año 15 de su dictadura con una crisis de legitimidad nacional e internacional. Ha perdido una buena parte de su base de apoyo político. Sin embargo, mantiene el control de la Policía y del Ejército para gobernar bajo un estado policial. ¿Puede Ortega consolidar su dictadura totalitaria y terminar su período de cinco años de gobierno?
Jesús Téfel: Definitivamente no se va a recuperar de esta crisis de ilegitimidad. Si de aquí al 2026 que tocan las próximas elecciones, el decide mantenerse a punta de la fuerza y deteriorando por completo la institucionalidad, la economía de Nicaragua y la esperanza de los nicaragüenses, pues podría ser. Ya hemos visto que es capaz de todo. Lo que no creo es que con esa ilegitimidad y esa crisis que tiene a lo interno, logre solucionar los problemas de los nicaragüenses. Veo un futuro bastante deteriorado para Nicaragua como país.
La dictadura ha perdido mucho apoyo, pero el movimiento pro democracia que surgió en la protesta de abril, también está enfrentando su punto más bajo como organización. Todo su liderazgo está preso o en el exilio y siguen saliendo al exilio activistas y ciudadanos que están siendo perseguidos. ¿Qué alternativa de cambio le ofrece la oposición al país ante esta crisis del régimen de Ortega?
Eliseo Núñez: La manera correcta de ahora llamarlos es grupos prodemocracia, no oposición. El sistema de democracia representativa colapsó dentro de Nicaragua y ya no podés encontrar una oposición como tal en los términos que se conoce entonces. Hoy ya son grupos pro democracia porque independientemente de ideología o de cualquier otra característica que tengan, lo que están haciendo es tratando de restituir la democracia. El paso que se tiene que dar es una organización que conlleve a conseguir tres cosas: una narrativa común, conseguir una coordinación en acciones y conseguir la capacidad de tener una sola estrategia. Con esas tres características es que podés construir una unidad. Todo movimiento opositor tiene que tener su base en el territorio nacional y ayuda de afuera, no lo contrario.
Los analistas políticos Jesús Tefel y Eliseo Núñez Morales.
¿En qué falló la oposición o el movimiento prodemocracia en 2021?
Téfel: Lo que queríamos era instalar un régimen democrático por las vías democráticas que tienen a la que se tiene acceso en el mundo cívico y democrático. Nosotros cumplimos nuestra parte de ir paso a paso con todos los requisitos que necesitaban para participar en las elecciones y para pasar de la dictadura a la democracia. Ortega fue cerrando esas puertas metiendo presos a los líderes políticos, quitando partidos políticos. Si nosotros nos hubiéramos retirado de la contienda a priori, pudiéramos haber dejado un camino plano para que Ortega instalará mejor su narrativa referida a que la oposición no existía o no estaba ahí. Nosotros demostramos que existíamos, al punto que tenemos un montón de líderes políticos en la cárcel.
A manera de autocrítica los errores que se cometieron fue no haber podido mostrar a los nicaragüenses un rumbo claro de cómo era que se iba a transitar esta parte preelectoral y poselectoral. Hubo sin duda distracciones. El hecho de que había la posibilidad de tener varios candidatos o varias vías para participar. Estuvimos más en una contienda interna, que estar en contienda con Ortega, que es el único adversario real o único. No otros movimientos pro-democracia u otros opositores. Eso creo yo que tiene que ser un gran aprendizaje
¿Cómo se define hoy este movimiento pro democracia? Hay un cambio de estrategia. ¿Cómo va a debilitar el poder de Ortega y derrotar el Estado policial?
Núñez: Yo creo que Ortega no tiene incentivos para sentarse a negociar en serio y la oposición no tiene que aceptar en este momento, ningún tipo de amago que haga Ortega, porque la ventaja que él tiene actualmente es muy grande. En la medida que los efectos del aislamiento comiencen a hacer mella en su gestión de gobierno, en esa misma medida vas a ir teniendo capacidades diferentes de poder sentarlo en una negociación real. La salida de esto tendría que ser una negociación que te lleve a una elección, no es una negociación para cohabitar con Ortega. No es una negociación para dividir el poder, es una negociación que te lleve a una nueva elección, donde quien decidas sea la gente.
Estamos hablando de un cambio en la correlación de fuerzas para llegar a una negociación. ¿Es una negociación con Ortega y Murillo en el poder o sin Ortega y Murillo?
Núñez: En la situación actual, si cambias la correlación de fuerza y ellos se mantienen en el poder, con ellos es que vas tener que ver el tema de las elecciones. Ahora si vos logras que el sandinismo alrededor de Ortega entienda que Nicaragua no es viable en manos de estos dos señores, probablemente estarías de frente a una negociación sin Ortega, porque lo que estamos viendo es que Ortega los lleva el despeñadero. Cada vez y cuando saca algún tipo de canto de sirena para decirles que las cosas van a mejorar. Ahora les está contando el cuento de China, cuando habla de la Ruta y la Franja a China y no les explica siquiera qué cosa es y ahí andan todos, repitiendo lo mismo, creyendo que ahora va a caer maná del cielo.
En la víspera del inicio de esta nueva etapa de la dictadura, se han emitido por lo menos tres pronunciamientos de distintos grupos o varias agrupaciones de grupos políticos en el exilio. Todos llaman a luchar contra el régimen a movilizarse y son más de 50 organizaciones que proyectan bastante diversidad, pero también dispersión. ¿Tiene la oposición hoy una sola voz, un liderazgo?
Téfel: Lo bueno de estos comunicados es que hay una oposición activa todavía, la oposición no está derrotada. La gente en la medida de lo posible, donde se encuentran, ya sea aquí o en exilio en general, sigue buscando las maneras de posicionarse. Una idea de lucha, una intención combativa de mantenerse en la lucha contra la dictadura. Esto sin duda significa algo positivo.
Por otro lado, la parte negativa es que no se termina de aclarar una interlocución unificada. Yo creo que ese es el reto de la oposición, ir encontrando cómo alcanzar estos consensos y poder representarnos de una manera mucho más eficiente ante la ciudad internacional. Algo importante que hay que recalcar ahorita es que hay pláticas y hay bastante acercamiento en proceso entre las distintas organizaciones pro democracia que tienen arraigo en los territorios.
¿Qué se puede esperar del sector económico empresarial del país que se mantiene en silencio desde hace más de cinco meses y dejó de hablar del papel cívico que se atribuía anteriormente?
Núñez: La comunidad empresarial no tiene una perspectiva de largo plazo y la represión nos ha hecho que se callen. La comunidad empresarial va estar escogiendo entre la relación con Estados Unidos y la relación con Ortega. Entonces la apuesta que van a hacer es a permanecer callados la mayor parte del tiempo posible para evitarse conflictos con cualquiera de las partes que los pudieran afectar a ellos. El tema de oposición al régimen no lo va a ejercer la comunidad empresarial. Tampoco la lucha pro democracia la va asumir. Esto es un trabajo de la sociedad civil y las fuerzas políticas, porque definitivamente somos los que podemos argumentar y dar la cara.
Luis Almagro pidió una prórroga para hacer nuevas gestiones diplomáticas con el régimen. Es obvio de que no se ha dado absolutamente ningún contacto o diálogo diplomático. El propio Ortega anunció que se retira de la OEA. ¿Tiene la OEA los votos y el apoyo político para ejercer una presión efectiva contra el régimen de Ortega o vamos hacia una normalización de la violencia y la dictadura, como ha ocurrido con otros países como Venezuela?
Téfel: No veo que acepten un contacto con la OEA. Sin duda va a continuar en el aislamiento. Ortega no se abre a los intentos de la secretaría general, lo que significa que todavía está cerrando puertas. No veo que Ortega sea susceptible a las presiones diplomáticas. Me preocupa mucho que los mecanismos multilaterales no estén a la medida de las dictaduras del momento. Están para regir y para definir conflictos entre países que juegan con ciertos niveles de democracia, pero sin duda están obsoletos para dictadores como Daniel Ortega. La OEA es producto de sus miembros y es necesario fortalecer las democracias para que las dictaduras no florezcan, porque hoy es Nicaragua, Venezuela y Cuba, pero mañana pueden ser otros.
Ortega está aislado de la mayoría de los países de la comunidad internacional democrática en Europa y en América Latina, pero tiene una alianza sólida con los regímenes autoritarios de América Latina Europa, de Asia, como Cuba, Venezuela, Rusia, China Irán, Bielorrusia, e incluso cuenta con la complacencia de México y Argentina. Ortega oscila entre ese aislamiento y por otro lado esos aliados que verdaderamente también son importantes.
Núñez: Ortega es un líder anacrónico y todavía se imagina el muro de Berlín en pie, la Unión Soviética funcionando. Ante la realidad de que esto no existe, él trata de sustituirlo por ese nuevo eje Rusia-China que según él, va a permitir el control del mundo, igual que apostó por la Unión Soviética en los años 80. Ortega está creyendo que Estados Unidos va a colapsar, que en los próximos años el mundo va a ser chino y ruso y que definitivamente está en el carril correcto. Este es el mundo que él mira, Ahora eso no tiene muchas posibilidades de éxito. Nosotros le vendemos el 50% de nuestras exportaciones a Estados Unidos y el otro 50% se lo vendemos a Centroamérica. La visión de Ortega es rara en su origen y va a dar resultados errados.
Pero si la presión externa no es suficiente para generar un restablecimiento de las libertades en Nicaragua y por el otro lado Ortega tiene estos aliados autoritarios, pareciera que el movimiento prodemocracia ha depositado gran parte de sus expectativas en una solución desde afuera?
Téfel: Hay que apostar mantener las redes territoriales, ampliarlas en la medida de lo posible y convertirlas en un movimiento que tenga la capacidad de transmitir información en momentos en que hay un cierre de esta en el país. Esto genera varias cosas, pero la principal es la sensación de que no se está solo en esta lucha y entre más gente podas meter a estas redes, vas a generar un estado de opinión que se va a mantener en contra Ortega y que eventualmente va a chocar contra la dictadura. No es una tarea inmediata, no es un asunto mágico, pero tiene que estar combinado con la presión internacional, con la presión nacional y la construcción de redes internas
Estas hablando de un movimiento clandestino en estas condiciones de estado policial…
Téfel: Es un movimiento que tiene que estar listo para afrontar el contexto que se le toque. Si hoy en día las posibilidades son de clandestinidad, hay que moverse en ese sistema y tiene que estar lista esa red de personas para aprovechar las grietas que se vayan dibujando en el futuro.
¿Qué le propone este movimiento prodemocracia a los servidores públicos y aquellos sectores de la base que tradicionalmente apoyaron Ortega, que claramente no votaron por él este 7 de noviembre?
Núñez: Muchos de los que están con Ortega, están por miedo. Eso incluye a este sector de los empleados públicos y a los que de alguna manera son beneficiarios obligados del sistema público. Esto realmente es producto de lo que ejerce Ortega, pero también es producto de que los grupos pro democracia no han podido manejar el discurso de que la Nicaragua que queremos es una Nicaragua para todos. Ha habido un ataque frontal desde el 2018 en contra de funcionarios públicos. Falta construir un discurso sobre la necesidad de una alternativa de poder y después lograr que vuelva la democracia del país, en una Nicaragua para todos.
La demanda de la liberación a presos políticos es el tema de mayor consenso nacional. Tiene además mucho apoyo internacional, mientras que el régimen considera los reos de conciencia como una ficha de negociación internacional. ¿Qué se propone el movimiento prodemocracia para presionar y lograr la liberación de los presos políticos?
Téfel: Yo creo que definitivamente se puede conseguir la liberación aunque esté Daniel Ortega en el poder. Yo creo que debe ser el principal objetivo. A medida que el modelo de Ortega vaya agotándose y haciéndose más obsoleto, Ortega va sin duda a resucitar la liberación de los presos políticos para conseguir más oxígeno, para poder respirar y que lo dejen de presionar. Incluso, gente del mismo sandinismo señala en las encuestas que están de acuerdo con que existan presos políticos. Mientras los presos no están libres, Ortega no goza de ningún tipo de credibilidad en ningún tipo de negociación, en ningún tipo de elección en un proceso electoral, en ningún tipo concertación o de acuerdo económico. Porque el hecho de tener presos políticos da un mensaje más allá de que es un autoritario y un dictador. Demuestra que en Nicaragua se vive en un riesgo tal que no vale la pena invertir ni tener esperanza y que el panorama y la situación no van cambiar mientras haya presos políticos. Se trata de que un país está secuestrado y los presos políticos lo simbolizan.
Volvamos a la pregunta inicial. Ortega inicia un nuevo periodo de gobierno y su meta es que él y su esposa completen esos cinco años de dictadura. ¿Cuáles son los plazos políticos para la oposición, que alternativa le ofrece la oposición al país?
Núñez: La construcción de una alternativa de poder es lo primero que tiene que suceder, tiene que haber una nueva elección y esta no puede pasar de los dos años. ¿Por qué no puede pasar de 2 años?, porque para mí el objetivo que tiene Ortega a lo inmediato es consolidar la sucesión, y el trabajo de Ortega es trasladar el poder a Rosario Murillo y lo va a ir haciendo de manera paulatina, que permita que la disidencia interna no pueda boicotear esta transición que él está empezando. Esto le daría a su grupo la sensación de que el régimen es permanente y que tienen que apostar por lealtades de más largo plazo. Definitivamente toda la presión tiene que estar para romper con este proceso de sucesión porque este proceso de sucesión no solamente es un tema de poder, es por un tema de viabilidad del país. O sea, nos convertiremos en el mismo país que fuimos cuando la dinastía de Somoza se instauró y eso nos llevaría a un calvario social que Nicaragua no se merece.