1 de noviembre 2018
“Si vemos nuestra historia, podemos constatar cómo, a pesar del rápido crecimiento económico mostrado durante períodos largos de tiempo en las décadas de los 60 y 70 del siglo pasado, la falta de instituciones que apoyaran una estructura social y política sostenible terminaron dejándonos como uno de los países más pobres de América…. Las instituciones débiles terminan, como decimos en Nicaragua, pasando la factura, tarde o temprano al desarrollo económico”.
Lo anterior es lectura literal de mis palabras expresadas en la apertura de Evento de FUNIDES en mayo 2017, un año antes del inicio de la crisis nacional que estamos viviendo.
FUNIDES persistentemente, a través de varios años y de la voz de varios presidentes de la institución, y especialmente de nuestro Director Ejecutivo, Juan Sebastián Chamorro, dio voz de alerta sobre lo frágil de nuestro progreso debido a la falta de institucionalidad. No se apega a la realidad cuando se argumenta que la crisis política actual era totalmente inesperada. Uno de nuestros directores resumió, en ese entonces, la situación con una frase, ”Estamos bien, pero vamos mal”. Lo que nunca nos imaginamos era lo sangriento y lo violento de la factura, ni que tan pronto la recibiríamos.
Desde el estallido de la explosión popular, conocemos de más de 400 asesinados, más de 4,000 heridos, centenares de desaparecidos y de 558 presos políticos; adicionalmente, estimamos una caída en la actividad económica del -4% en el PIB para 2018 y de entre el -5 y el -8% para 2019, lo que ha repercutido en 417,000 personas que han perdido su puesto de trabajo y un 5% adicional de familias entrando al nivel de pobreza. Realmente no estamos ante una crisis económica, más bien estamos ante una crisis de derechos humanos, cuya magnitud y gravedad ha sido expuesta por la comunidad internacional, que ha dado un apoyo contundente al pueblo de Nicaragua, por lo cual siempre debemos quedar fuertemente agradecidos.
Así como anteriormente sonamos la voz de alerta por la falta de institucionalidad, ahora queremos señalar el peligro para el futuro del país de caer dos veces en el mismo error: El de priorizar una salida de corto plazo, que trate de racionalizar equivocadamente la viabilidad de una solución a la crisis económica sin resolver el problema institucional de Nicaragua y que busque legitimar falsas soluciones temporales que retrasan el regreso a la democracia, creyendo incorrectamente que se logrará así revertir la crisis económica y social que nos envuelve.
Como lo dijo la Señora Embajadora Dogu ayer: “Los problemas económicos y políticos de Nicaragua durarán hasta que los nicaragüenses adopten la democracia y el estado de derecho como forma de gobierno. Y ese es un cambio fundamental. Los nicaragüenses quieren reglas del juego que sean transparentes y justas.”
Veo a Nicaragua empobreciéndose rápidamente si no hay un cambio de estilo de Gobernanza en el país. Para mantener tasas de crecimiento positivas, la economía nicaragüense requiere, en el corto y mediano plazo, de financiamiento externo. Por los últimos 30 años Nicaragua ha presentado un déficit en la Cuenta Corriente, que se ha venido reduciendo, pero que todavía para 2017 fue de US$698 Millones.
Este déficit, en la última década, se ha financiado principalmente por la Cooperación Venezolana y por la Inversión Extranjera Directa (IED). En este período, se vio asimismo un incremento en las Reservas Internacionales Brutas.
Al desaparecer la Cooperación Venezolana, la Banca Multilateral y la Inversión Extranjera Directa (IED) pasan a jugar un rol fundamental. Sin embargo, la posibilidad de lograr incentivar el regreso de la IED y la contratación de nuevos préstamos de la Banca Multilateral, sin un cambio en la gobernanza de Nicaragua, es muy baja, por lo cual es muy probable prever una contracción aún más fuerte en la economía por la necesidad de crear el ahorro interno para compensar el déficit externo.
Lo anterior es sin medir el efecto de la incertidumbre política y social en el consumo y la inversión doméstica. Se ha incrementado el riesgo país de forma preocupante y estamos entrando en una crisis económica sin igual desde la de la década de los ochenta.
La única solución es recuperar la legitimidad interna e internacional, lo que requiere del cambio de gobernanza en el país y del regreso a actuar bajo las reglas establecidas por la comunidad internacional.
FUNIDES como institución de pensamiento tiene como Misión: “Promover el desarrollo sostenible y la reducción de la pobreza en Nicaragua, mediante la promoción de políticas públicas y privadas basadas en los principios democráticos, la libre empresa, un marco institucional sólido y el respeto al estado de derecho.”
Dentro de la realidad que atraviesa nuestro país, nuestra Misión como FUNIDES se concretiza en promover una Visión de Nicaragua incluyente, donde Nicaragua sea para todos; donde la Democracia impere y asegure la integridad y los derechos de las minorías, sean estas políticas, étnicas o sociales, y no sea únicamente un instrumento para imponer el pensamiento de la mayoría. Lo anterior es la única solución al progreso económico evitando así el empobrecimiento o implosión del país; es la única alternativa al estado fallido.