31 de octubre 2018
La mayoría de los miles de nicaragüenses que huyeron hacia Costa Rica son jóvenes que apoyaron los tranques, como “La Burra”, de 19 años, y “El Águila”, de 18.
Son muy jóvenes y, por lo tanto, temerarios. Ambos eran estudiantes universitarios –de Veterinaria uno, Comunicación el otro– que decidieron participar en los tranques que se montaron en Rivas. Los dos piden omitir sus identidades.
La adrenalina los poseía aquellos días cuando el país entero se había levantado en barricadas contra Ortega y estos jóvenes pensaban que hacían su propia revolución. Se toparon de cara con la brutalidad cuando Ortega envió a las caravanas de la muerte a atacar Rivas.
“En el tranque madre llegaron a desbaratar las barricadas. Habíamos como 30 personas y nos cayeron como ochenta, 20 antimotines y el resto paramilitares”, cuenta “La Burra”. Hubo muchos heridos, algunos de gravedad. “Le pegaron a un muchacho en el pie, que tenía un gran futuro para ser beisbolista, pero lastimosamente ya no lo va a poder ser, porque recibió dos impactos de bala en la rodilla y se la tenían que cortar, pero gracias a Dios no se la cortaron, pero quedó lisiado de su rodilla”, recuerda el joven.
Estos muchachos aseguran que los tranques eran una forma de presión para generar un cambio en Nicaragua. Cuando Ortega los desmanteló, sus familias, que apoyaban su participación en las barricadas, temieron por su seguridad y los enviaron a Costa Rica.
Ellos comparten una casa con otros cuatro amigos en San José –entre ellos dos muchachas–, que es financiada por sus padres. Reciben apoyo en alimentos de organizaciones como Nicamigrantes.
Estos muchachos pasan sus días encerrados en esta casa de San José. Salen poco. Dedican su tiempo a jugar “Free Fire” tirados en los colchones puestos en una habitación sin ventanas, húmeda y asfixiante. Siguen las noticias por Internet, cocinan su propia comida. Son los “ni ni” que ha dejado la crisis de Nicaragua. Su esperanza es regresar pronto al país.
“Me hace falta mis familiares, ellos hacen todo el esfuerzo para que yo esté bien aquí. Me dolió dejar a todos mis amigos, mi universidad, no seguir estudiando. Tenía muchas esperanzas y ahora no sé cuando vaya a terminar esto. Aquí estamos, esperando una respuesta positiva”, lamenta “El Águila”.
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